Ana Estrada, activista en la defensa de la muerte digna frente a su enfermedad degenerativa e incurable, recibió una notificación positiva de Essalud: la entidad aceptó las dos observaciones que ella planteó sobre el protocolo de eutanasia.
Mediante un comunicado, Essalud anunció que la comisión encargada del documento ha aceptado las solicitudes presentadas por la psicóloga en octubre pasado ante el Séptimo Juzgado Constitucional, responsable de ejecutar el fallo. Estas solicitudes se referían al borrador del protocolo, el cual la activista recibió el mes anterior.
En cuanto a la primera observación, relacionada con los requisitos para acceder al procedimiento de eutanasia, especialmente en lo que respecta al informe psicológico y al consentimiento informado, Essalud determinó que no era necesario realizar una nueva evaluación psicológica y que Estrada podría autorizar a una persona de confianza para firmar el consentimiento.
Sobre la segunda observación, que señalaba la ausencia de información sobre el médico responsable del procedimiento eutanásico, Estrada solicitó la posibilidad de que ella lo elija. “La información sobre la identidad del médico se entregará a Essalud de manera reservada”, dijo Josefina Miró Quesada, defensa de la psicóloga.
A los 12 años, Estrada fue diagnosticada con poliomistiosis, una enfermedad degenerativa. Hoy tiene 47.
Respeto a muerte digna
En febrero pasado, la Corte Superior de Justicia de Lima ordenó al Seguro Social de Salud (EsSalud) y al Ministerio de Salud (Minsa) respetar la decisión de Ana Estrada de poner fin a su vida mediante la eutanasia.
“El 7° Juzgado Constitucional de la @CSJdeLima ordenó al @Minsa_Peru y @EsSaludPeru respetar decisión de Ana Estrada de poner fin a su vida a través de la eutanasia; mediante la acción de un médico”, informó en Twitter.
La resolución solicitó precisamente a ambas entidades que se conformen comisiones para que se tenga los protocolos adecuados y se dé la eutanasia.
Por otro lado, se ordena a EsSalud a que “brinde todas las condiciones administrativas, prestacionales y sanitarias para el ejercicio del derecho a la muerte en condiciones dignas de la sra. Ana Estrada Ugarte a través del procedimiento de la eutanasia”.
La aplicación de la eutanasia deberá ejecutarse en un plazo de 10 días hábiles a partir de la fecha en que Ana Estrada manifieste su voluntad de poner fin a su vida.
El 27 de julio de 2022, Ana Estrada se pronunció en Twitter después que el Poder Judicial fallara de manera definitiva a favor de ejecutar su derecho a una muerte asistida y digna.
“Ser escuchada en Perú es un privilegio. Hemos conseguido la garantía de nuestros derechos y libertades individuales”, escribió en su red social.
“Mi cuerpo insistió en mi contra. Aprendí a calcular y dosificar el miedo. Cada día, una pérdida. Insidiosa, ganaba la enfermedad. Entonces, supe que debía tomar el control. Ya lo había perdido todo. Y, con miedo, hablé”, agregó.
"Ser escuchada en Perú es un privilegio"
En marzo de 2021, Ana Estrada publicó una columna que puedes leer a continuación:
En mi intervención el día de la audiencia, mientras veía en la pantalla al magistrado y los procuradores, no pensaba solo en mi caso, llevaba en mi sangre el camino allanado por las mujeres de nuestra historia. “Me están escuchando, pero no soy solo yo”, pensaba. Y esa imponente sensación por momentos era tan fuerte, tan milenaria, que tenía que hacer pausas, respirar y seguir. Me latía una orquesta en el pecho.
Ser escuchada es una necesidad de casi todas las mujeres de todos los tiempos, edades, ideologías, credos, incluso de aquellas que están en contra del derecho a la muerte digna. Cuando alguna me dice que solo quiero “llamar la atención”, me están diciendo que no hable de libertades y del derecho a elegir porque eso va en contra de lo establecido y de las leyes naturales. Va en contra de la burocratización de nuestros cuerpos.
Ese 7 de enero, no se trataba solo de mí. Fue el resultado de años de aprender de las que conquistaron derechos y también de las mujeres de mi historia que tuvieron que callar y hacer callar a las suyas, porque eso aprendieron, que ellas no eran dueñas de su voz, de su cuerpo, de su propia existencia, y que una manera de protegernos era callar y obedecer. Me pregunto si, incluso en el mandato de callar de una mujer a otra, existe una señal o un gesto de solidaridad y protección. Yo creo que sí. Porque si algo nos define a las mujeres es la solidaridad y compañerismo.
Desde niña viví la expropiación de mi cuerpo y mi voz. Y no solo por mi enfermedad. Crecí, como muchas, con vergüenza y culpa, por el solo hecho de crecer y desarrollar mi propia forma de pensar. Ahora, a mis 44 años entendí que nosotras, las mujeres, siempre estuvimos bajo sospecha y vigiladas por un sistema patriarcal adueñado de nuestras voluntades y deseos. Un poder patriarcal manifestado en economía, en educación, sexualidad, sistema de salud y justicia.
Entendí que mi búsqueda por el derecho a la muerte digna no solo se trataba de un procedimiento legal, sino también era la reconquista de mi territorio, mi cuerpo y mis tiempos. ¿No es todo eso por lo que muchas lucharon? Pues a mí me enseñaron que debía callar y lo hice toda mi vida hasta que, en enero del 2019, aún con miedo, publiqué el primer texto en mi blog. Escribí de mi nombre y mi nacimiento. Yo diría que me ‘renombré y hoy habito un cuerpo que me pertenece, con su propio dolor histórico, pero también con su propio deseo, amor y voluntad.