Describir la presentación de Matthew Healy junto a The 1975 es una tarea complicada. Cualquier adjetivo (positivo) queda corto a lo que la banda británica ofreció anoche en los Domos Art en San Miguel. Por el local, era obvio que el concierto en Lima iba a ser muy íntimo. Qué mejor escenario para un primer encuentro. No decepcionó. El público quería más. Y (esa reacción) Matty ya nos la había adelantado.
El martes de la semana pasada, cuando la banda estaba en México, tuve una entrevista telefónica con el músico. Con un afectivo Hello my darling, how are you? (Hola querida, cómo estás), Matty atendió la llamada y aproveché en hacerle el Test de Proust. Luego del intenso cuestionario, le pregunté por su nuevo disco –como para suavizar el ambiente- y sobre su presentación en Lima. Los periodistas que han conversado con él coinciden en que una vez que habla sobre música, no para. Confirmé que tenían razón.
“Te soy sincero, no sé mucho sobre Perú. Estoy emocionado por la comida [risas]. Siempre me emociona la comida de Sudamérica en general. Creo que las presentaciones de The 1975 son similares, así que en este tour (en Latinoamérica) va a ser divertido para nosotros. Es una nueva experiencia y nosotros recién estamos empezando (…) Vamos a tocar (en Lima) muchas de A Brief Inquiry, algunas antiguas. Es nuestra primera vez ahí, creo que (el setlist) va a estar bien”. De hecho, estuvo más que bien.
Algo que impresionó, por ejemplo, es que los originarios de Mánchester nunca se cansaban. Cuando parecía que habían dado todas sus energías, en la siguiente canción superaban el nivel. Gran desafío para el público que, por fortuna, no se quedó atrás y pudo seguir el ritmo. Las canciones habían sido perfectamente elegidas para esta presentación. Las canciones, el baile, el acompañamiento de las coristas, el discurso... Es como si todo hubiera sido elegido sabiamente.
-Como en los videos-Tímido, con los hombros caídos, una caminata de que todo le da igual y se deja llevar por el momento, cabizbajo, que de vez en cuando se toca los rulos, y una (increíble) voz nítida. Uno creería que se está describiendo al Matty en los videos musicales. Sí y no. Tal cual se ve en el registro, tal cual es en vivo. Con la diferencia, quizás, que ayer sonreía constantemente al público y con frases como “Lima, cómo te sientes”, “¿La están pasando bien?”, “Gracias por este hermoso momento”, el frontman conectaba con su audiencia.
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-Todos merecemos amor-Basta escuchar alguna canción de The 1975 como para darse cuenta que el amor es base en sus composiciones. En el concierto, bastó ver los colores de la bandera LGTBI proyectada en la pantalla, para saber que el himno de este sentimiento venía: Loving Someone. Pero en esta canción, fue el público quien sorprendió a la banda. Entre aplausos, algunas lágrimas y abrazos, el canto se volvió uno e incesante. El broche de oro: un grupo que estaba cerca de la banda alcanzó al vocalista esta bandera. “¿Es para mí?”, preguntó, seguido de una enorme sonrisa.
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-El baile-Este punto no va solo para Matty, sino también para sus coristas. Su capacidad pulmonar es impresionante. Sigo sin saber qué entrenamiento tienen para bailar intensamente y -sin descanso- cantar sin desafinar. En Sincerity is scary, el cantante -en vez de usar el gorro del video- se puso un gorro de Pikachú (su pokemón favorito) para desatar la euforia con la coreografía bien lograda.
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-Shhh-Está comprobado que el público latinoamericano es el más pasional. Su forma de demostrarlo: cantando (o gritando) a la par que el artista. A muchos les fascina eso. A The 1975 también, pero llegó un momento en que esa costumbre se tornó molesta. Había pasado más de 1h 30 min de concierto y la banda se tomó un breve descanso. El escenario estaba oscuro. De pronto, unas luces blancas iluminan a Matty, que entra en escena con una guitarra acústica. “Shhhh”, le dice al público. “Es grosero que hablen cuando otra persona lo hace. En verdad no, todos lo hacen”, bromea. Pero para esta canción en particular quería calma. Y es que Be my mistake es una de las más emotivas en A brief inquiry into online relationships. Algunos entendieron y callaban al resto. “Está bien si quieren cantar conmigo, solo háganlo bajo”, comentó el vocalista antes de empezar. Con un público más calmado, la melancolía se apoderó del lugar.
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-El cierre-Como comenté párrafos arriba, The 1975 nunca bajó la energía. Me atrevería a decir que el clímax fue en The Sound, donde la gente saltaba más alto, los gritos eran ensordecedores, todos estaban a tope. El reloj estaba por marcas las 11:00 p.m. y sabíamos que solo quedaba lugar para una canción. Algunos se inclinaban por Girls, otros -como yo- por Sex. Los acordes de la guitarra y un And this is how it starts (Y es así como empieza) bastaron para que los asistentes usen sus cuerdas vocales al máximo -si es que ya no se había hecho desde el inicio del concierto-. Con la misma pasión que se les ve en el video de abajo, subido hace siete años, se despidieron.
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