La SIP condena ley que restringiría internet en Venezuela. Foto: AFP
La SIP condena ley que restringiría internet en Venezuela. Foto: AFP
Redacción EC

Una de las mayores preocupaciones de los padres con respecto a la seguridad de sus hijos ha sido, desde siempre, evitar que se hagan daño cuando están solos. ¿Quién no oyó la historia de un niño o niña que se hirió tras saltar desde una altura –cama, escalera, balcón o ventana– tratando de imitar a un superhéroe o de volar como Mary Poppins, con un paraguas?

Pero con la llegada de internet y el desarrollo de las plataformas digitales, la cosa se ha vuelto bastante más peligrosa.





“Ya no son solo los superhéroes los que hacen cosas que pueden ser dignas de imitar, también están los influenciadores digitales, que son auténticos ídolos, y hacen cosas ‘atractivas’, como bajarse de un carro en movimiento y bailar mientras el vehículo avanza y ellos lo siguen, bailando, en plena carretera; o tomarse una selfi al borde de un abismo”, dice Mauricio Jaramillo, director de ImpactoTIC.co.

El clásico ‘no intenten hacer esto en sus casas’ ha sido reemplazado por una cascada incesante de gente que busca llamar la atención haciendo cosas cada vez más atrevidas... y, por tanto, peligrosas.
Y como si lo anterior no fuera suficiente, están los retos. Una suerte de ‘haber si eres capaz de hacer esto’.

Hay que decir que algunos de ellos son poco riesgosos, como echarse una cubeta de agua fría encima para demostrar apoyo a una causa noble. Pero la mayoría terminan poniendo a los niños y jóvenes en situaciones potencialmente riesgosas.

El problema es cuando se vuelven virales, porque su alcance se multiplica exponencialmente, se vuelven incontrolables para las plataformas y, en ese proceso, los replicadores suelen volver el reto cada vez más extremo.

En efecto, hace unas semanas, la policía de Layton, Utah (EE.UU.) reportó un accidente de tránsito en el que estaba involucrada una joven de 17 años que iba conduciendo con los ojos tapados. Según el reporte de las autoridades, la adolescente estaba haciendo el llamado ‘Bird Box challenge’, que surgió luego del estreno de la película que tiene el mismo nombre y que protagoniza Sandra Bullock.

Ha sido tan viral este reto que en los últimos días se ha visto en redes sociales videos de niños intentando hacer cosas de su vida cotidiana con los ojos tapados, exponiéndose a sufrir quemaduras mientras intentan prepararse algo en la cocina, o golpes y caídas de todo tipo.El tema parece –y se vende– como algo chistoso, divertido, pero no lo es en absoluto.

Según reporta la agencia Europa Press, el ‘fire challenge’ (rociarse un líquido inflamable en una parte del cuerpo y luego prenderse fuego para ver cuanto tiempo aguanta la persona) se cobró la vida de un joven de 15 años en Buffalo (EE. UU.) a mediados del año pasado. El absurdo intento de saltar a la ‘fama’ a través de un video con su ‘hazaña’, mandó a este menor de edad directo a una Unidad de Cuidados Intensivos, donde semanas después terminó perdiendo la vida por las graves quemaduras que sufrió.

De igual forma, el ‘Space Monkey Challenge’ o ‘Choking Game’ (asfixia con las manos o con un objeto para sentir placer) provocó que un niño de 12 años terminara muerto en Birmingham (R. Unido, 2016).

La colección de imprudencias de este tipo es enorme. El ‘tide pod challenge’ (que consiste en tragarse un cojín pequeño de detergente concentrado que se usa en las lavadoras de ropa) puede generar lesiones que van desde una intoxicación severa hasta la quemadura de la boca, las vías respiratorias y el esófago, dependiendo del tipo de químicos que tenga el detergente.

Otros dos ejemplos son el reto de la canela (meterse una cucharada a la boca) y el ‘condom challenge’ (llenar un condón con agua y dejarlo caer sobre la cabeza de alguien para que la cubra por completo). En ambos casos, la ‘gracia’ puede terminar en una asfixia.

Para Viviana Quintero, líder de temas digitales y TIC de Red PaPaz, “este tipo de videos, que en muchos casos son protagonizados por personas con un alto nivel de influencia sobre los niños, pueden ser muy riesgosos en la medida en que los menores, por su nivel de desarrollo mental, van a querer ponerlos en práctica sin considerar las consecuencias que estos pueden implicar”.

Para los expertos, el auge de estos desafíos está claramente asociado a la búsqueda de aprobación social y/o popularidad. Tras lo cual hay sin duda problemas de autoestima, algo frecuente en la adolescencia. También opera el tema de la presión de los amigos y compañeros, que degenerar en ‘bullying’.

En este complejo contexto sicológico, los niños y jóvenes, e incluso algunos adultos, optan por grabarse haciendo estos retos con el fin de mostrarse como personas ‘valientes’ y ‘dignas de reconocimiento’ en su entorno.

El tema es tan grave que Netflix tuvo que pronunciarse a través de Twitter para pedirle a la gente que por favor no haga más el ‘Bird Box challenge’. Y la empresa de detergentes Tide tuvo que sacar un comercial contra el reto en que se utilizaba su producto.

Por su parte, YouTube estableció sanciones para quienes suban a su plataforma desafíos peligrosos o bromas extremas, como asustar a un menor con la supuesta noticia de la muerte de sus padres. El problema es que ritmo al que estas cosas se suben a la web y se comparten supera con creces al de los que intentan controlarlos, bloqueándolos.

Los expertos coinciden en que este problema debe atacarse cuanto antes, y no solo desde las plataformas, sino desde las familias, las instituciones educativas, el Gobierno y los medios de comunicación.
“Como ya esto es una realidad, lo indispensable es formar para que el consumo sea cada vez más responsable”, explica Víctor Solano, coordinador nacional de Brigada Digital, y quien dice que es importante potenciar estrategias públicas como ‘En TIC confío’.

Además, para Mauricio Jaramillo, se deben reforzar dos cualidades fundamentales para crear una base sólida en la personalidad del menor: el autocuidado, para que los “usuarios no arriesguen su integridad en busca de popularidad”, y el desarrollo de habilidades y conceptos para distinguir no solo entre lo bueno y lo malo, sino entre Internet y la vida real”.

Es clave –añade– que “entiendan que lo que ven en el mundo digital –y que perfectamente puede ser un montaje– pueden causar daño real, y mucho, si intentan replicarlo en su casa o en la casa de algún amigo”.

En este punto coincide Adriana Molano, analista de tendencias digitales, quien dice que en el contexto “hiperdigitalizado” en el que estamos, es importante que se desarrolle el sentido crítico de los niños, desde el acompañamiento y el reconocimiento de las nuevas plataformas. “Lo primero es que los adultos entiendan que lo digital es una realidad y que hay que enfrentarla. Luego, vendrá el proceso de adaptación de los principios familiares y la construcción conjunta de sentido frente a lo digital”.

Y Jaramillo añade que es útil crear “experiencias grupales entre la familia para identificar las pautas de consumo responsable” de lo digital.

También es importante que los padres y adultos conozcan los mecanismos que ofrecen las plataformas digitales para proteger y monitorear a los menores. Y especialmente en el caso de los más pequeños.

En últimas, la única forma de tratar de consolidar un consumo digital responsable por parte de los menores de edad es abordar el tema desde todos los frentes posibles, y cuanto antes.

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