De acuerdo con una investigación publicada en la revista “Cognitive Science”, a los niños pequeños expuestos a la religión se les dificulta distinguir entre realidad y ficción.
Para llegar a esta conclusión, los expertos tomaron grupos de niños de 6 años de edad que asistían a escuelas públicas (no religiosas) y parroquiales. Se les contó historias religiosas, fantásticas y realistas; y se les pidió que mencionen si los hechos y personajes eran irreales.
Los niños que iban a escuelas parroquiales o que iban regularmente a la iglesia tuvieron una dificultad significativa versus los niños que tenían una educación laica, al momento de seleccionar por ejemplo, animales que hablan como elementos ficticios.
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Los niños expuestos a la religión se mostraron también más confiados en que eventos imposibles de alcanzar, pueden lograrse por una intervención divina; por lo que recurrieron a esa explicación para justificar sus falsas categorizaciones.
Los autores de este trabajo titulado “Los juicios sobre realidad y ficción de los niños de entornos religiosos y no religiosos”, sugieren que “la enseñanza religiosa, especialmente la exposición a las historias de milagros, lleva a los niños a una receptividad más genérica hacia lo imposible. Es decir, una más amplia aceptación que lo imposible puede suceder”.