Diego y su novia no dudaron en ningún momento en dejar Canadá y viajar hasta Lima para ver a Flamengo disputar la final de la Copa Libertadores con River Plate. Ambos son brasileños, pero radican hace más de tres años en la ciudad de Vancouver, en la costa pacífica del país norteamericano.
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“Solo hay una palabra para describir que hayamos venido hasta aquí: amor. No hay límites para esta pasión flamenguista. Somos la hinchada más grande del mundo, cerca de 45 millones, y estamos en todas partes. Mi novia y yo somos una muestra de eso”, indicó Diego a este Diario mientras realizaba una larga cola en las boleterías habilitadas en la Costa Verde de San Miguel, donde hinchas de ambos equipos canjean sus entradas que adquirieron por Internet.
Esta pasión por el cuadro de Río de Janeiro es tan grande que no se compara con el sentimiento hacia la selección de Brasil, afirmó Diego. “Prefiero que campeone Flamengo la Libertadores a que campeone mi país el Mundial de fútbol. Es algo que no se puede comparar, Flamengo es una pasión”, señaló.
Así como ellos, miles de extranjeros arribaron a Lima para vivir la final de la Copa, por disputarse hoy, a las 3 p.m., en el estadio Monumental. Estos hinchas a muerte de sus clubes recorren las calles de Miraflores, Barranco y San Isidro, entre otros distritos, luciendo sus camisetas y coreando cánticos de aliento para sus equipos. Lima respira fútbol, como las grandes capitales.
—Una pasión sin límites—
Cuando Gustavo pidió una semana de descanso en su trabajo porque había adquirido por Internet una entrada para la final de la Libertadores, su jefe, también hincha del cuadro ‘millonario’, le deseó buen viaje e incluso le encargó algunas compras.
“Mi jefe no me hizo problemas porque la mayoría en mi laburo son de River. Estamos acostumbrados a dejarlo todo por el fútbol”, contó a El Comercio Gustavo, quien vive en la Patagonia.
Él nunca había pisado suelo peruano. Sin embargo, ya sabía lo que es viajar a otro país para alentar a River. El año pasado, llegó a Madrid para la final de la Libertadores con Boca Juniors, y en el 2015 estuvo en Tokio alentando a su equipo durante el Mundial de Clubes.
“He seguido a River hasta España, Japón y ahora toca Perú. Nunca había estado en este precioso país. Es la primera vez que como cebiche y pruebo la chicha morada. Ambos son deliciosos”, precisó Gustavo mientras disfrutaba de un almuerzo marino en el mercado N° 1 de Surquillo.
Gustavo llegó a Lima el último martes y se hospeda en la calle 2 de Mayo, en Miraflores. Muy cerca de ahí, a tres cuadras del parque Kennedy, se encuentra la filial peruana de River Plate, formada por alrededor de 80 hinchas del club argentino. Gustavo se contactó con ellos y participa en los banderazos que organizan en el frontis de su local.
—Apoyo incesante—
En los exteriores del hotel Hyatt Centric, en San Isidro, se concentran los hinchas del equipo brasileño. A pocas cuadras, en las afueras del Swissôtel, los fanáticos de River no dejan de alentar a todo pulmón.
La fiesta se traslada a varios rincones. Muestra de ello se vive en el centro comercial Polvos Azules y los exteriores del Estadio Nacional, donde la venta de camisetas de ambos equipos se ha disparado. El encuentro del que saldrá el gran campeón de América también impacta en la economía local.