Jerry Seinfeld estrenará un nuevo show en Netlfix. (Foto: EFE)
Jerry Seinfeld estrenará un nuevo show en Netlfix. (Foto: EFE)
Daniel Goya

Si la comedia es la suma de la tragedia y el tiempo, indudablemente los comediantes son capaces de mirar de una forma distinta. Están formados para la burla inteligente, aquella que no necesita lenguaje procaz ni tortazos en la cara.

Es una visión aguda la que los distingue. En ese sentido, Jerry Seinfeld viene encarnando la figura del comediante que interpela a su audiencia sobre sus propios problemas, ironías, contradicciones y frustraciones. Y este martes 5 de mayo, Seinfeld estrenará un nuevo especial de comedia en la plataforma de contenidos Netflix. Se llamará “23 Hours to kill”, y lo poco que se sabe hasta el momento es que parodiará las cintas de James Bond.

La mayoría en el mundo conoció a Jerry Seinfeld por la serie que llevaba su apellido. El humor no se desbordaba en esos episodios. Era, más bien, medido, exacto, una dosis perfecta para seguir manteniendo el interés. Son muy pocos los que saben que Jerry estudió en dos universidades: la estatal de Nueva York y luego en la Queens College. Se graduó con un título en comunicaciones y teatro.

Cuando todavía era un estudiante, se vio fascinado por la comedia, sus fórmulas, su riesgo, la vertiginosidad de estar frente a un público que podría sepultarlo con su silencio o validarlo con sus risas y aplausos. Así fue como probó suerte en bares y clubes que ofrecían noches de micrófono, es decir que brindaban la oportunidad de que cualquier desconocido se subiera a un escenario y dijera algunas líneas para ponerse a prueba frente a la gente que esperaba que la hiciera reír.

Las risas que provocó en cada lugar donde se presentó lo llevaron a ser un invitado recurrente en programas nocturnos de la televisión como “The Tonight Show” de Johnny Carson y “Late Night with David Letterman”. Jerry ya no era un desconocido, pero todavía no era “Seinfeld”.

—Una serie sobre nada—

“Seinfeld” se estrenó el 5 de julio de 1989, luego de pocos meses que cayera el Muro de Berlín, solo un día después de las Fiestas Patrias estadounidenses y cuando Jerry tenía 35 años. Cuenta la leyenda (y un capítulo del mismo programa) que cuando los productores le preguntaron de qué podría tratarse la serie, la respuesta que recibieron fue: “de absolutamente nada”. Para ese entonces, las series en formato sitcom marcaban justamente eso: una situación creada para producir risas, para ser graciosas. Dos primos desconocidos que deben compartir un departamento sin importar qué tan distintos sean (“Dos perfectos desconocidos”); un ama de llaves hombre que le resuelve los problemas a una madre soltera adinerada (“¿Quién manda a quién?”); un extraterrestre versátil e inmaduro que pone de cabeza a una típica familia estadounidense (“Alf”). En fin, eran situaciones especiales, por decir lo menos. Pero “Seinfeld” quería que no se tratara de nada, que fuera más bien una recopilación de momentos de la vida cotidiana que pueden ser y son graciosos. Como aquel episodio en el que unos amigos deben esperar a que les den una mesa en un restaurante, o el popular capítulo en el que se olvidan dónde estacionaron el auto y todo transcurre mientras lo buscan.

“Seinfeld” duró nueve temporadas y se posicionó como una de las mejores series de televisión de todos los tiempos.

—Aquí no se aprende—

A diferencia de otras series donde los protagonistas se meten en aprietos por sus propios defectos y carencias dramáticas y, luego, terminan entendiendo lo que hicieron mal y aprenden una valiosa lección, en “Seinfeld” sí, los personajes se meten en problemas por sus egoísmos, vanidades y demás defectos, pero jamás aprenden. No son personajes creados para empatizar con el público; al contrario, fueron hechos para ser odiados, y amar odiarlos.

Así, por ejemplo, hay un capítulo en el que George (Jason Alexander) desea terminar su noviazgo, pero no sabe cómo, y hace todo lo posible para que sea su novia quien lo termine, pero eso jamás ocurre. Y cuando George parecía aceptar su destino, de pronto, su chica muere accidentalmente y se libra de casarse. En esa historia no hay ninguna lección aprendida sobre la honestidad, la confianza en la pareja, el tomar decisiones con valentía y madurez. Todo lo contrario: ese personaje sigue siendo el mismo y continúa con su vida de soltero. Otro episodio que confirma esta idea es aquel en el que Jerry (Seinfeld) intenta ayudar al dueño de un restaurante dándole consejos de negocios, pero no solo lo hace fracasar, sino también consigue que deje el país y abandone su sueño. Lejos de sentir remordimiento, Jerry acaba el capítulo tranquilo para pensar en otras cosas.

De esta forma, Seinfeld logró convertirse en un ícono de los noventa, apareció en anuncios de computadoras, emprendió con una serie web en el 2012 (cuando pocos se atrevían) llamada “Comedians in Cars Getting Coffee”, donde entrevistaba a colegas para reflexionar sobre el humor, y la vida. Reír es un asunto serio, y Jerry lo entendió desde el inicio y se convirtió en uno de los mejores.

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