JASON DAY
Actor
El martes 4 de marzo, la Sra. Rossana Echeandía, periodista de este Diario, publicó una columna titulada “Jason Night”, en la que hacía referencia a un testimonio mío publicado en el diario La República el sábado 22 de febrero.
En mi testimonio narré un hecho que viví a los 9 años, mientras me preparaba para la primera comunión. El cura tuvo un acercamiento que me resultó incómodo y cuestionable y, visto en retrospectiva, peligroso. Ese mismo cura es miembro del Sodalitium Christianae Vitae, comunidad eclesial que, como es público gracias a la prensa, carga con una larga lista de acusaciones por abuso sexual, pederastia, tortura psicológica, entre otros.
En los últimos días he recibido agresiones, humillaciones e insultos de diversos calibres. Una cosa es la libertad de expresión y otra dar carta blanca para hacer afirmaciones infundadas. Guardo un gran respeto por este Diario y debo decir que lo que leí aquí el martes fue decepcionante y muy seguramente lo fue también para ese altísimo porcentaje de personas que han pasado o están pasando por situaciones parecidas o tanto peores que la mía.
La señora Echeandía firma como periodista pero no es imparcial. Omitió aclarar que es miembro de la Asociación de María Inmaculada (AMI), fundada por Luis Fernando Figari –fundador también del Sodalicio y sobre quien pesan graves denuncias de abuso sexual–; eso se llama tener un conflicto de interés. Y, por si fuera poco, hizo conmigo lo que se hace de manera sistemática con las víctimas de violencia y abuso sexual: me humilló, se equivocó en su revisión de los hechos confundiendo a la opinión pública y protegió a una comunidad que viene siendo cuestionada precisamente por el encubrimiento y protección de algunos de sus miembros, acusados de graves delitos de agresión contra la libertad sexual, cosa que se contradice con los actuales lineamientos de la Iglesia Católica.
Yo nací el 8 de julio de 1986, como consta en mi ficha del Reniec. La primera comunión la hice en junio de 1996: tenía 9 años y estudiaba en el colegio Markham. En ese momento, la parroquia, contrariamente a lo que asegura la señora Echeandía, sí estaba terminada. La parroquia es del Sodalitium, el cura era sodálite. Coincidentemente, al poco tiempo, ese mismo cura fue expulsado del colegio y los sodálites estuvieron prohibidos de volver. Estos datos desbaratan la versión de Echeandía.
Hay un sistema que pretende callar, humillar y amenazar a quien se atreva a romper su silencio y contar su historia, que es el primer paso hacia activar las rutas correspondientes para conseguir justicia y evitar que el hecho vuelva a ocurrir.
Ya fue suficiente. Comencemos a construir una cultura de respeto en la que romper el silencio sea el motor principal para combatir la violencia.
Yo he cumplido con mi responsabilidad: conté mi historia y entregué mi testimonio completo notarializado al Tribunal Eclesiástico de la Iglesia Católica. Ahora ellos tienen toda la información y pueden investigar en profundidad.
Señora Echeandía, usted se equivoca: no me llegó la noche, aquí recién comienza el día.