
El contexto actual nos invita a repensar cómo podemos transformar las ideas en valor económico y social. Los datos recientes sugieren que imaginar soluciones y movilizar talento se ha convertido en un factor de éxito.
Por ello, creatividad y gestión del talento desempeñan un papel protagónico en la estrategia empresarial y serán los motores de la competitividad de la próxima década.
En su “Future of Jobs Report” (mayo del 2023), el Foro Económico Mundial advierte que el 44% de las competencias de los trabajadores se verá alterado antes del 2027 y que seis de cada diez empleados requerirán formación durante ese período.
El ránking de habilidades del estudio sitúa al pensamiento creativo como la segunda capacidad más crítica, solo por detrás del pensamiento analítico.
La creatividad, más que un don artístico, es una destreza estratégica que debe cultivarse.
Sin embargo, los sistemas corporativos aún no acompañan esa exigencia. El “State of Organizations 2023″, de McKinsey, revela que solo el 5% de las compañías afirma disponer de las capacidades internas necesarias para ejecutar iniciativas tecnológicas y digitales, núcleo de su agenda de innovación.
La brecha se refleja en el clima laboral: según el “State of the Global Workplace 2024″, de Gallup, solo el 23% de los empleados están comprometidos y el 41% experimenta altos niveles de estrés diario.
Cultivar entornos donde la experimentación sea segura y el error se asuma como aprendizaje no es un lujo cultural, sino un antídoto contra la deserción y el desgaste.
Los beneficios son tangibles. El estudio “How Diverse Leadership Teams Boost Innovation”, de Boston Consulting Group (más de 1.700 empresas analizadas), señala que equipos directivos con diversidad superior al promedio generan 19 puntos porcentuales adicionales de ingresos provenientes de productos o servicios lanzados en los últimos tres años.
Es decir que la diversidad cognitiva amplía el espectro creativo y acelera el paso de la idea al mercado.
La buena noticia es que las personas están listas. El “Global Workforce Hopes and Fears Survey 2024″, de PwC, resalta que el 77% de los trabajadores están dispuestos a aprender nuevas formas de trabajo y que más de la mitad observa con optimismo la transformación de su empresa.
El desafío que recae en los líderes consiste en construir ecosistemas que combinen formación continua, liderazgo inclusivo y métricas que premien la curiosidad.
En síntesis, la creatividad deja de ser patrimonio exclusivo de los laboratorios de I+D y se consolida como una competencia transversal que debe impregnar la cultura, los procesos y los indicadores de éxito de cualquier organización.
Invertir en ella marcará la diferencia entre adaptarse o quedar relegados en una economía donde la innovación se ha convertido en el factor decisivo de valor.

:quality(75)/author-service-images-prod-us-east-1.publishing.aws.arc.pub/elcomercio/d97f112f-8cc5-44b7-a2c9-d488f3eb079b.png)








