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Bukele, ¿el autoritario mimado?
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Bukele, ¿el autoritario mimado?

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Desde su llegada al poder en el 2019 –fue reelegido en el 2024–, el presidente de , , ha demostrado ser un hábil comunicador, y ha afianzado su popularidad y su control autoritario sobre el Estado y la sociedad.

El pasado jueves 31 de julio, la Asamblea Legislativa de El Salvador –54 de sus 60 integrantes son de Nuevas Ideas, el partido oficialista– aprobó de manera sorpresiva una reforma constitucional que permite la reelección presidencial indefinida. Además, amplió el período de gobierno de cinco a seis años, eliminó la segunda vuelta y adelantó las elecciones al 2027 para sincronizarlas con los comicios legislativos. Ahora, el presidente Bukele tiene abierto el camino para mantenerse en el poder tanto tiempo como quiera y pueda.

A su manera y desde la derecha del espectro político, el mandatario salvadoreño está siguiendo el camino recorrido desde la izquierda por Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, y por Daniel Ortega en Nicaragua. La clausura de la independencia de poderes y las modificaciones legales que favorecen su permanencia en el gobierno son parte de un modelo que Bukele sigue al pie de la letra.

El momento político le sonríe también a nivel internacional. El presidente estadounidense, Donald Trump, lo recibió en Washington y lo ha consagrado como sólido aliado al enviarle deportados para que soporten la prisión en cárceles salvadoreñas. A esta acogida benefactora hay que sumarle la atracción que despierta en sectores de la derecha latinoamericana, en particular en Argentina (Bukele visitó a Javier Milei el año pasado). En el Perú también tiene sus hinchas.

Bukele, Trump y Milei, con sus particularidades, representan liderazgos anticrisis, “salvadores” y autoritarios, que establecen pactos comunicacionales con sus seguidores. En el caso de Bukele, las ideas que subyacen a las simpatías son sus logros en el control de las pandillas, su gestión del sistema carcelario y la restricción radical de derechos, no solo de los delincuentes –fácil de justificar en una sociedad marcada por la violencia–, sino también de personas e instituciones que lo cuestionan.

El mandatario aprovecha su prolongada luna de miel con los salvadoreños –cuya mayoría lo apoya– para promover decisiones adversas a la democracia. Al mismo tiempo, queda claro que es un momento propicio para adoptar decisiones controversiales, anticipándose así a momentos difíciles. Sea como fuere, todo indica que Nayib Bukele, de 44 años, se prepara para gobernar durante largo tiempo.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Santiago Pedraglio es sociólogo.

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