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¿Péndulo o no péndulo?
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¿Péndulo o no péndulo?

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En las sufridas democracias de las Américas, los electores ya no mantienen fidelidades partidarias e ideológicas por mucho tiempo y rápidos desencantos llevan al derrotado a ser la opción a apoyar.

En Chile, luego de enormes protestas sociales, la presidencia pasó del derechista moderado Sebastián Piñera a Gabriel Boric, el más radical de la izquierda. Ahora, en segunda vuelta, José Antonio Kast –quien está a la derecha de la derecha tradicional– tiene la mesa servida para cuatro años en el poder.

En Brasil, el extremista de derecha Jair Bolsonaro le ganó la presidencia al Partido de los Trabajadores, corroído por una corrupción que llevó a Lula da Silva a la cárcel, quien logró luego resucitar de sus cenizas y hoy día el preso es su rival.

En Argentina, el peronismo, convertido en una organización mafiosa e incompetente, fue aplastado por el ultraderechista Javier Milei, cuyos seguidores tampoco se caracterizan por una lealtad incondicional.

En Bolivia, las grandes mayorías tuvieron un largo matrimonio político con el radicalismo de Evo Morales. Hoy el MAS es una minoría más, al punto que quedaron por fuera de la segunda vuelta.

En Ecuador, en abril de este año ganó la presidencia el derechista Daniel Noboa, derrotando al correísmo y al poderoso movimiento indígena. Pero acaba de recibir un mazazo de los perdedores de ayer, que llamaron a votar No a todas las preguntas del referéndum, con éxito.

En Colombia se acercan ya las elecciones después del desastroso gobierno de Gustavo Petro, y creo que la única incógnita es la de qué variante de la oposición llegará al poder.

Cerremos con Estados Unidos, donde una de las razones por las que Donald Trump derrotó a Joseph Biden fue la subida global de los precios ocasionada por la guerra en Ucrania. Pues, con menos de un año en el poder, ha sido derrotado por sus rivales en todos los estados en los que alguien o algo estuvo al voto. La causa: la subida de precios consecuencia de sus aranceles a productos de consumo.

¿Habrá péndulo también en el Perú? La respuesta es más enredada que una pelea de pulpos.

Si Dina Boluarte hubiese convocado elecciones, las izquierdas en sus diferentes variantes hubiesen sido aplastadas por su rol y/o convivencia con el desastroso y corrupto gobierno del fallido golpista.

Pero ella gobernó casi tres años en un pacto muy poco disimulado con la derecha del Congreso. Con 3% de aprobación el péndulo –de haberlo– sería hacia la izquierda. Más todavía si su sucesor José Jerí está incluso más a la derecha que ella y es una expresión más nítida del repudiado Congreso.

En la teoría del péndulo, la izquierda debiera tener mayores posibilidades para retomar la presidencia. Pero, mayúsculo problema para ellos, no tienen candidatos atractivos para el electorado.

Así, me parece imposible que un prófugo de la justicia como Vladimir Cerrón y corresponsable (vía su hermano) de las barbaridades de la alianza que gobierna el Congreso, pueda lograr algo. Lo propio diría de la coalición de la otra izquierda (la de Verónika Mendoza) que ha terminado con un candidato al que no lo conocen ni sus vecinos, consecuencia de unas internas que el rival califica de racistas.

El tercer conglomerado lo lidera el congresista Roberto Sánchez, otro desconocido para la mayoría, pero que tiene mejores posibilidades. Paradójicamente, esto se debe a que incluye al golpista como candidato al Senado. De hecho, Castillo ha logrado vender a un sector del electorado la imagen de víctima de un golpe del Congreso contra él. Saben que será condenado, pero confían en su capacidad de endose.

¿Qué pasará al final con este menjunje que sazonan a la vez 39 chefs? Honestamente, no lo sé.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Carlos Basombrío Iglesias Analista político y experto en temas de seguridad

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