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Todo el poder al Congreso
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Ahora ni siquiera hay intermediarios: todo el poder está en la argolla mayoritaria del Congreso. Los antiguos sostenedores de han tomado el gobierno: controlan el Legislativo y el Ejecutivo. Este es el centro del ajuste: “cambiar algo para que no cambie nada”; y no hay que perder de vista que, por su accionar durante los últimos cuatro años, bien se sabe que este grupo representa un grave riesgo para lo que queda de democracia.

Hoy podemos decir que el pacto de confianza entre políticos y ciudadanos está quebrado, y que es imprescindible una nueva generación de políticos. Sin embargo, sería un grave error esperar pasivamente que llegue ese momento. El reto inmediato son las elecciones. Representan una posibilidad –solo eso– de que se consoliden opciones serias y honestas, sean de derecha, de centro o de izquierda.

El riesgo central es que las próximas elecciones carezcan de las mínimas garantías democráticas. Frente a la voluntad continuista que han demostrado, ¿aceptarán esas bancadas del Congreso que arribe alguien que no sea de los suyos? Más aún, ¿no seguirán abduciendo de la carrera electoral a cualquiera que los perturbe? Tienen el dedo puesto en el gatillo del arma de la inhabilitación, pero también está activa su presión sobre los organismos electorales, y sobre instituciones como el Ministerio Público y el Poder Judicial. Unas elecciones democráticas no solo implican el día de la votación y el respeto de cada voto, sino también el delicado proceso previo. Defender las elecciones es un reto decisivo.

El miércoles 15 están convocados un paro y una marcha ciudadana. Es posible que, con el pretexto del orden, ese día se les dediquen, a quienes salgan a manifestarse, la inteligencia y la dimensión de fuerzas represoras que no se emplean cuando hay que hacerle frente al crimen organizado o cuando los transportistas reclaman por su vida incluso gritando por las calles de la ciudad. Una aparatosa visita a una cárcel no borra lo legislado concesivamente frente a la ilegalidad. Hay que evitar, por eso, que el llamado al “orden” sea utilizado para recortar derechos, incluidos los electorales.

Como lo ha dejado escrito el grupo musical Agua Marina en un pronunciamiento posterior al atentado del que fueron objeto, es crucial tener conciencia de que sigue siendo indispensable “condenar con absoluta firmeza [...] la conducta de un Estado que abandona a su gente cuando más lo necesita y que solo reacciona cuando se trata de proteger sus propios intereses”.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Santiago Pedraglio es sociólogo.

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