Dos días atrás, el presidente Pedro Castillo respaldó al ministro de Salud, Hernán Condori, del que dijo que “sabe dónde está la necesidad” porque es un ministro “que ha venido de la chacra”. (Foto: Anthony Niño de Guzmán/@photo.gec).
Dos días atrás, el presidente Pedro Castillo respaldó al ministro de Salud, Hernán Condori, del que dijo que “sabe dónde está la necesidad” porque es un ministro “que ha venido de la chacra”. (Foto: Anthony Niño de Guzmán/@photo.gec).
Editorial El Comercio

Ha pasado una semana desde que el presidente recompuso y la presencia del ministro de Salud, , ya ha motivado el rechazo de diferentes bancadas del Congreso. La verdad, no es para menos.

Condori, como sabemos, arrastra una hilera de cuestionamientos que podrían clasificarse en tres grupos. En primer lugar, están los referentes a su idoneidad para el puesto, debido a que nos encontramos frente a un médico que, por un lado, ha recomendado supuestamente beneficiosas para usos que la ciencia no respalda (como la famosa ‘agua arracimada’ para la prevención de trastornos metabólicos y la ivermectina y azitromicina para el COVID-19) y, por el otro, ha promocionado un procedimiento de detección de cáncer de cuello uterino de manera inexacta e irresponsable. Honestamente, una persona con estos antecedentes ni siquiera debería estar a cargo de un consultorio, menos aún, a la cabeza del Ministerio de Salud en momentos en los que seguimos luchando contra la pandemia.

En segundo lugar, están los asociados a su situación legal, pues por los presuntos delitos de cobro indebido y negociación incompatible en agravio del Estado mientras era funcionario del Gobierno Regional de Junín encabezado por el hoy sentenciado por corrupción Vladimir Cerrón. Y, en tercer lugar, están aquellos vinculados a las consecuencias que su designación ya ha ocasionado en el sector, como las renuncias del ahora exviceministro de Salud Pública , del Equipo Consultivo de Alto Nivel (ECAN) en pleno y del asesor de la cartera Antonio Quispe.

Todo esto, sin embargo, parece no inquietar al Ejecutivo, pues mientras esperamos por los resultados de la evaluación por el presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres, desde el oficialismo ya se han apresurado en ensayar algunas justificaciones para la continuidad de Condori en el Gabinete.

El presidente Castillo, por ejemplo, al titular de Salud durante una actividad oficial el pasado lunes. “Hoy tenemos a un ministro que ha venido de la chacra, del último rincón del país, porque sabe dónde está la necesidad, y va a recorrer conmigo posta por posta, hospital por hospital, […] porque venimos de esa cantera, del rincón donde más se necesita”, señaló. No es la primera vez que el jefe del Estado ha subrayado el origen provinciano de un funcionario para justificar su nombramiento, a pesar de que nadie ha objetado dicha condición en el caso de Condori. Lo que revela que, en realidad, no hay mayores razones para defender su designación.

Más elocuentes han sido las declaraciones de los legisladores oficialistas Waldemar Cerrón y Guido Bellido. El primero sostuvo que “hay que dejarlo trabajar” porque, “como todo peruano, también debemos dar oportunidades hasta ver cómo aflora su conocimiento”. “Hacer un cargamontón tampoco es correcto”, explicó. Mientras que el exjefe del Gabinete señaló que “hay que darle el tiempo suficiente para que pueda desarrollar y juzguemos a las personas por sus actos y por las decisiones que va tomando”.

Como vemos, las razones que han esgrimido esta suerte de promotores de Condori para sustentar su continuidad son muy poco convincentes. Ninguna de ellas alcanza a tapar los talones de la verdadera razón de su designación: esta es, complacer a Perú Libre, en particular al ala cerronista de la agrupación, para garantizarse una bolsa de votos que podrían blindar al mandatario frente a trances que le resultarían muy amargos. Contrabandear un ejercicio de cálculo político bajo el envoltorio de supuestas reivindicaciones hacia quien “ha venido de la chacra” o en la necesidad de darle un voto de confianza a quien no despierta dicho sentimiento, y tratándose del titular de Salud de un presidente cuyo plan de gobierno no le dedicó una línea a la pandemia en la que todavía nos encontramos, es sencillamente perverso.

En honor a la verdad, hay que decir que, en su intento por embellecer a un ministro indefendible, el presidente Castillo y los legisladores Cerrón y Bellido actúan exactamente igual a aquellos truhanes que tratan de vender ‘agua arracimada’ adjudicándole supuestas propiedades benignas que claramente no contiene.