La administración que encabeza el presidente en pasa por momentos difíciles. Tras la humillación que supuso para él tener que retroceder ante el presidente estadounidense Donald Trump con respecto de su decisión de no permitir que los dos aviones con compatriotas suyos que este enviaba deportados de los Estados Unidos aterrizasen en Bogotá, otros dos episodios vergonzosos han venido a afectar seriamente su imagen: el desmañado consejo de ministros transmitido en televisión nacional hace pocos días, y su reciente arrebato de pedirles la renuncia a todos sus ministros y jefes de departamentos administrativos.

Como se sabe, a Trump le bastó la amenaza de imponerle al país sudamericano aranceles del 25% a sus exportaciones para hacer que, en cuestión de horas, Petro pasara de la bravata a la capitulación. Y según más de un analista, fue el afán de dejar atrás ese sinsabor y lucir empoderado lo que lo impulsó a incurrir en el siguiente despropósito: ordenar que una reunión de Gabinete fuese transmitida en ‘prime time’ y en directo en la televisión colombiana. En lugar de dar la impresión de estar al mando de una gestión estructurada y con metas claramente trazadas, el mandatario se mostró en las pantallas como el desbordado capitán de una nave sin brújula. Mientras algunos ministros se pronunciaban en contra de su determinación de nombrar como jefe del Despacho Presidencial al exembajador Armando Benedetti (investigado por presuntas irregularidades en la financiación de la campaña presidencial del 2022 y denunciado por su esposa por “violencia de género”), el titular de Educación le reprochaba no prestarle atención a lo que tenía que decir y algún otro miembro del Gabinete le juraba devoción absoluta… ¿El resultado? Un desbarajuste que dio pie a burlas generalizadas, por un lado, e hizo sonar las alarmas del caos instalado en el Ejecutivo, por el otro. Máxime si consideramos que entre los funcionarios que retaron el enrolamiento de Benedetti estuvo la vicepresidenta Francisca Márquez, la canciller Laura Saravia y la popular ministra del Ambiente, Susana Malamud.

Previendo al parecer una avalancha de renuncias, Petro demandó este domingo la renuncia de todos sus ministros, alegando la existencia de “agendas paralelas” entre ellos. Y si bien eso es lo que viene sucediendo ahora en el vecino país del norte, solución a la crisis política que vive no se distingue en el corto plazo. Es el precio de una improvisación que, lamentablemente, no es única ni exclusiva de ese gobierno en la región.

Editorial de El Comercio

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