
En una entrevista con RPP esta semana, el ministro de Economía y Finanzas parecía meterle una ‘chiquita’ a su antecesor, José Arista, al asegurar que, durante su gestión, “todo lo que vaya a salir del MEF va a ser plenamente conversado, interactuado con la parte involucrada. Vamos a discutir y buscar consensos. No vamos a, entre gallos y medianoche, dar una medida que coja por sorpresa a nadie”.
Con esta frase, José Salardi continúa desmarcándose del extitular del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) haciendo una referencia no muy velada a los cambios anunciados por Arista al ‘drawback’ en octubre del año pasado, modificaciones que iban a entrar en vigencia de manera casi inmediata pero que fueron postergadas hasta julio de este año.
En esa ocasión, los gremios empresariales protestaron al unísono porque la reducción de este beneficio, que apunta a devolver a los exportadores los aranceles que han pagado por insumos importados, se había hecho sin buscar la opinión del sector privado ni analizar cuáles serían los efectos para sectores como la agroexportación.
Y este distanciamiento de la gestión anterior sigue pasando del discurso a la acción, pues, tras los cambios en la alta dirección del MEF, Salardi se habría comprometido con los gremios en dejar sin efecto las medidas sobre el ‘drawback’, según el presidente de ÁDEX, Julio Pérez Alván.
La reducción del ‘drawback’ se convierte así en el cordero de sacrificio, la ofrenda del nuevo MEF al sector privado para asegurarles que, ahora sí, se les tomará en cuenta al momento de tomar las difíciles decisiones que se requieren para reducir el gasto público y, también ahora sí, se cumplirán las reglas fiscales este año.
Sin embargo, lo que le va a resultar mucho más difícil será diferenciarse de la actitud genuflexa de los anteriores ministros frente a las iniciativas del Congreso peligrosas para la responsabilidad fiscal y el buen manejo de la economía.
Salardi ha dicho que, en el caso del Parlamento, hará el esfuerzo de explicar a los congresistas los efectos a largo plazo de sus iniciativas. Una salida un poco cándida, dado que el problema no es la falta de acceso a información técnica sino, más bien, que legislan solo pensando en sus propios intereses, los de grupos ilegales con los que están alineados y una imaginaria recompensa de popularidad por sus dádivas. Además, deja de lado el hecho de que la presión para aumentar el gasto público no solo viene del Parlamento, sino de la debilidad política y la irresponsabilidad del propio Ejecutivo. Suerte con eso.