En el mes del amor, especialmente este fin de semana, estamos expuestos a corazones por todos lados, películas románticas, y artículos que hablan acerca del amor en pareja. Y, aunque el amor es un tema acerca del cual me gusta escribir, esta vez quiero hablar acerca del que considero el tipo de amor más importante: el amor propio.
En los últimos años se ha empezado a ver un crecimiento importante en campañas que hablan acerca del amor por uno mismo y que fomentan la autenticidad y el amor por las propias características que nos diferencian del resto. Este movimiento ha abierto la conversación alrededor del tema del amor propio y de que las personas debemos aceptarnos como somos para poder querernos.
Sin embargo, el concepto no ha sido definido mucho más profundamente. El amor propio, equivocadamente, muchas veces se entiende como sinónimo de narcisismo o de egocentrismo cuando, en realidad, no tiene nada que ver con esos conceptos. Quererse a uno mismo significa dar importancia al propio bienestar y felicidad; es cuidar de las propias necesidades sin sacrificar el propio bienestar para satisfacer a otros; es conocer las propias cualidades y defectos y aceptarlos como parte de nosotros.
Lo más importante para conseguir quererse a uno mismo es trabajar en conocernos. El autoconocimiento puede ser un proceso largo, tedioso e incluso doloroso, al que nos enfrentamos constantemente a lo largo de nuestras vidas y es un proceso que realmente no tiene un final. Las personas estamos en constante cambio y crecimiento, y es importante que podamos identificar qué es lo que nos hace ser nosotros mismos, qué nos gusta, qué cosas nos cuestan hacer, cuáles son nuestros límites y en qué circunstancias debemos pedir ayuda.
Para poder trabajar en el amor propio debemos haber, primero, trabajado en conocernos y en identificar cuáles son esas características propias que debemos aprender a querer. Además de conocernos a nosotros mismos, hay algunas otras cosas que podemos hacer para trabajar en el amor propio:
- Conecta contigo mismo: a través del autoanálisis, la meditación y la terapia psicológica, podemos identificar nuestras propias cualidades y conectar con nuestros deseos y sueños, de manera que sepamos lo que nos agrada de nosotros mismos y cuáles son las cosas que quisiéramos mejorar.
- Enfrenta tus propias resistencias y obstáculos: no es fácil aceptar nuestras propias características, especialmente cuando las consideramos negativas y emitimos juicios que nos afectan. Tener en cuenta que incluso las cosas que no necesariamente nos agradan de nosotros mismos forman parte de quiénes somos puede hacer más fácil el proceso de aceptarlas y trabajar en ellas.
- Perdónate: conocernos y aceptarnos como personas que cometen errores hace más fácil el proceso de identificarlos y de perdonarnos por ellos.
- Acepta el momento en el que te encuentras: este proceso puede ser un poco largo, y tiene que ver con vivir el presente, con entender que el pasado nos forma y el futuro nos orienta, pero que el presente es el momento en el que vivimos y en el que debemos aceptarnos y querernos.
- Da a otros el tipo de amor que quieres recibir: la única forma de tener relaciones realmente cercanas y honestas con otras personas es teniendo una relación positiva con uno mismo. El dicho “no hagas a otros lo que no te gustaría que te hagan a ti” podríamos convertirlo en “trata a los demás como quieres que te traten” y entonces nos quedamos con la idea de que los demás nos van a dar el tipo de amor que reciban de nosotros, por lo que debemos dar lo que queremos recibir.
La semana pasada escribí acerca de los mitos del amor romántico, y muchos tienen que ver con encontrar a la persona que nos “completa” para poder ser felices. La realidad es que la única forma de sentirnos completos es aprendiendo a querernos a nosotros mismos. La relación que más importa es la que tenemos con nuestras propias cualidades y defectos, y hasta qué punto los aceptamos y nos aceptamos como personas que tienen cosas positivas, sueños, deseos y también cosas que debemos y podemos mejorar. Para poder tener relaciones cercanas, compañeras y sinceras con otras personas, primero debemos tener relaciones honestas y de aceptación con nosotros mismos.
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