Había una vez un rey que gobernaba en un reino donde todos eran felices, aunque todos los reinos vecinos vivían en un estado de guerra constante.
El rey llamó a su consejero.
-¿Por qué nuestro país es el único que está en paz? —preguntó el rey.
-Porque la gente está contenta —replicó el ministro.
-¿Pero por qué la gente está contenta? —insistió el rey. —Porque todo el mundo disfruta de lo que hace.
“Es peligroso vivir rodeados de guerra”, pensó el rey, todavía preocupado. “Un día pueden cansarse de pelearse entre ellos y terminar atacándonos. ¿Cómo podemos enseñar a nuestros vecinos la importancia de la paz?”.
Un día, cuando el rey estaba sentado contemplando un lago, pasó un botero y el rey le preguntó:
-¿Tienes alguna idea de cómo podríamos enseñar a nuestros vecinos la importancia de la paz?
-Como hablan lenguas diferentes —dijo el botero—, no sé cómo podrían entender.
El botero tenía razón. Sin embargo, después de haber pasado toda una tarde mirando el lago, el rey tuvo una idea.
Al día siguiente, reunió a toda la población de su reino. —La persona que cree la mejor pintura acerca de la paz, recibirá diez monedas de oro —dijo. Y esto entusiasmó a sus súbditos, que se pusieron a trabajar.
Para finales de año, todos habían presentado una pintura sobre la paz, porque todos esperaban ganar el codiciado premio.
Cada uno de ellos había trabajado con el material que mejor conocía: el bordador, el panadero, el soldado, el hippie, el monje el místico, el mejor alumno de la escuela, el peor alumno de la escuela.
El rey se vio inundado de pinturas, y era difícil decidir cuál representaba mejor a la paz. Por fin, después de mucho trabajo, el rey convocó a sus súbditos para anunciar el resultado.
Gracias a todos por su esfuerzo —dijo el rey—. Todo lo que produjeron fue realmente excelente, porque fue hecho con amor. Sin embargo, para dar el premio, tuve que elegir una pintura. Esta es la pintura que ganó el segundo lugar. Contiene la fuerza de las montañas, la energía del sol, la seguridad del hogar, el confort de la comida, la paz del lago, la sombra del bosque, la alegría de las aves y la inocencia del niño. Es una hermosa pintura, y definitivamente le hubiera dado el premio, si no fuera por otra pintura que, según creo, representa verdaderamente la paz.
El pueblo se horrorizó cuando vio lo que había elegido el rey.
-Creo que nuestro rey se ha vuelto loco —dijo una mujer.
-¡No puede pensar seriamente que esa cosa horrible representa la paz! —dijo el panadero. —-- Tal vez deberíamos encontrar a alguien que entienda de arte —sugirió el astrólogo real.
-Ustedes pueden pensar que o no entiendo nada de arte, o no entiendo nada de la paz —dijo el rey—. Y cuando vi por primera vez esta pintura, también me horroricé. Toda la naturaleza parece estar en furia, pero si miran ese árbol azotado por los vientos, verán, como yo, que hay una rama, y en esa rama hay un nido, y en el nido hay un pequeño pájaro, sonriendo porque su madre le ha traído algo de comida. Y para mí, ese es el verdadero significado de la paz. Cuando tu corazón está lleno de alegría, cuando eres capaz de tener una familia y luchar por ella, no importa lo que esté ocurriendo a tu alrededor, porque con la paz habrás superado todas las dificultades.
La pintura viajó a muchos otros reinos, y poco a poco todos entendieron el mensaje del rey, y la paz llenó sus corazones. //