Cada 2 de abril se celebra el Día mundial de Concienciación del Autismo, una alteración del neurodesarrollo que se manifiesta a muy temprana edad y que se expresa de manera diferente en cada persona. (Foto referencial: AP)
Cada 2 de abril se celebra el Día mundial de Concienciación del Autismo, una alteración del neurodesarrollo que se manifiesta a muy temprana edad y que se expresa de manera diferente en cada persona. (Foto referencial: AP)
Elmer Huerta

Durante las últimas semanas, han ocurrido dos hechos que nos colocan muy atrás con respecto al entendimiento del en el Perú. El primero es trágico y es posible que haya sido el detonante para que el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) –ante la intensa protesta de madres de familia– se apresurase a publicar el Plan Nacional para las Personas con Trastorno del Espectro Autista. El segundo es el atropello a la ciencia de la médica pediatra Flora Luna Gonzales, quien –como delegada de la Asociación Peruana de Consumidores y Usuarios (Aspec)– fue elegida en junio del 2017 como presidenta del Consejo Consultivo de Radio y Televisión (ConcorTV).


—La trágica muerte de Kevin—

La historia de Kevin, niño con TEA que murió ahogado en el mar de San Miguel el 28 de diciembre pasado, es escalofriante por la indiferencia del público y los errores de las autoridades.

Para empezar, sabiendo que Kevin vivía en San Martín de Porres y murió en San Miguel, la primera pregunta es: ¿cómo recorrió un niño autista de 10 años los 12 kilómetros de distancia que separan a esos dos distritos? Este Diario publicó una crónica policial de lo sucedido el 7 de enero pasado.

El viernes 28 de diciembre, Kevin –quien se escabulló del cuidado de su padre– habría subido a una cúster de la compañía Norlima, que cubre la ruta entre Carabayllo y San Miguel. Al no tener dinero para pagar su pasaje, habría sido echado del vehículo por el cobrador en la esquina de la avenida La Marina y Universitaria, en San Miguel. Una mujer vio al niño en el micro y notificó a la hermana de Kevin a través de la página de Facebook que alertaba de su desaparición. Al verse en la calle, el menor habría caminado por la avenida Universitaria hasta la orilla del mar.

Según la crónica, ese mismo día, otra mujer vio que un niño se desnudaba en la Costanera y entraba a una de las playas más bravas del litoral limeño. Al darse cuenta de que el menor no salía, ella llevó el polo y pantalón azules y las zapatillas negras de Kevin a la comisaría de Magdalena del Mar, la cual no tenía ni idea de que otra comisaría, la de Pro en San Martín de Porres, tenía ya la denuncia de que un niño que vestía esa ropa estaba perdido. Es decir, la mano derecha de la policía no sabía lo que su mano izquierda estaba haciendo.

Recién una semana después, el viernes 4 de enero, el cuerpo de Kevin fue recuperado, el cual había quedado atrapado en medio de la basura que se forma en el mar de la Costanera.

Sin duda que la dolorosa muerte de Kevin nos demuestra que la sociedad no está preparada para proteger a niños que se extravían, especialmente si requieren cuidados especiales. En este caso, todo falló: los inhumanos cobradores que echaron el niño a la calle, las decenas de personas que lo vieron deambulando por las calles y la disfuncional policía.

—La ciencia del TEA—

Los estudios científicos sobre el TEA coinciden en afirmar que su causa es desconocida y que el factor genético es crucial para su desarrollo. A pesar de que se sospecha de múltiples factores ambientales, la ciencia no ha logrado determinar causas específicas de una condición, que en EE.UU. afecta a uno de cada 59 niños.

La semana pasada, en ATV, la médica pediatra Flora Luna Gonzales demostró claramente que sus puntos de vista están a leguas de distancia de lo que la ciencia formal acepta sobre el TEA.

Dijo que el agua potable, alimentos no orgánicos, carnes de animales estresados por vivir hacinados, pastas dentales con flúor, radiación de teléfonos celulares, gluten del trigo y caseína de la leche causan autismo. Lo cierto es que no hay prueba científica de ninguna de
esas afirmaciones.

Pero lo más preocupante fue su descripción del autismo como epidemia, un término acuñado por J.B. Handley, un hombre de negocios que al creer que el autismo de su hijo fue causado por la vacunación, creó el sitio web Generation Rescue y publicó el libro “How to end the autism epidemic” (Cómo terminar la epidemia del autismo), plataformas líderes del movimiento antivacuna mundial. Solo personas antivacuna hablan de una epidemia del trastorno del espectro autista.

Al respecto, durante la entrevista, la madre de un niño con autismo que acompañaba a la Dra. Luna contó que su hijito dejó de hablar y retrocedió en su desarrollo inmediatamente después de una vacuna. Es claro que, con su cómplice asentimiento y silencio, la Dra. Luna aprobó tácitamente la creencia de que las vacunas causan el TEA, un problema de salud pública muy serio y que múltiples estudios científicos ya han probado falso.

—Corolario—

Los profesionales de la salud tenemos la libertad de situarnos dentro o al margen de la ciencia; sin embargo, esa posición debe siempre aclararse en público, sobre todo si se representan a instituciones. Ya la organización Turing: Ciencia, Tecnología y Neurodiversidad, que aboga por la comunidad del TEA en el Perú, ha condenado los dichos de la Dra. Luna. Al respecto, sería muy sano que la Aspec y el ConcorTV –que depende del Ministerio de Transportes y Comunicaciones– nos aclaren si simpatizan con el movimiento antivacuna en el Perú.

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