El sol se hinchará hasta acabar sus días como una enana blanca. (Foto: Pixabay)
El sol se hinchará hasta acabar sus días como una enana blanca. (Foto: Pixabay)
Redacción EC

La vida en la es posible gracias a una combinación de factores, el más importante de ello es estar a una distancia perfecta para que el agua en la superficie no se congele ni se evapore. Cuando este balance termine, nuestro planeta dejará de ser el mismo.

Los científicos estimas que el Sol acabará con la Tierra debido a su proceso natural, pero para que suceda ello aún faltan miles de millones de años.




En unos 4.500 millones de años, cuando esté a punto de agotar todo su combustible, nuestra estrella crecerá tanto que "tragará" la Tierra.

Luego, el Sol se reducirá hasta quedar del tamaño de un planeta y se convertirá enfriará hasta convertirse en una enana blanca, un cadáver de la estrella que alguna vez fue.

El Sol crecerá hasta la órbita de la Tierra. (Foto: Picabay)
El Sol crecerá hasta la órbita de la Tierra. (Foto: Picabay)

Los astrofísicos están seguros de que esto sucederá gracias al análisis de lo ocurrido en otros sistemas solares que hoy en día están atravesando esta etapa.

Una imagen del futuro

Ahora un equipo internacional de investigadores ha descubierto los restos de un antiguo planeta girando alrededor de una enana blanca, vestigios de un sistema planetario que muestra una "imagen del futuro" de nuestro sistema planetario.

La investigación, realizada con el español Gran Telescopio Canarias (GTC) del Observatorio del Roque de los Muchachos, ha sido liderada por el astrofísico de la Universidad de Warwick (Reino Unido) Christopher Manser y realizada por investigadores de España, Estados Unidos, Alemania, Italia, Chile y Holanda.

Hasta la fecha, se han identificado unas 3.000 estrellas que albergan uno o más planetas, la mayoría de ellas con un ciclo vital similar a nuestro Sol.

Los investigadores creen que cuando estas estrellas se quedan sin combustible -miles de millones de años después de su nacimiento-, pasan por la fase de gigante roja y se convierten en enanas blancas que siguen albergando a sus antiguos planetas hasta que los más cercanos a la estrella son pulverizados por su inmensa fuerza gravitatoria.

"Las enanas blancas tienen una gravedad 100.000 veces mayor que la de la Tierra, y eso destruye cualquier cuerpo de origen planetario que pase cerca de ella", explicó en declaraciones a Efe el investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y profesor de la Universidad de La Laguna (ULL) Pablo Rodríguez Gil, coautor de la investigación publicada hoy en la revista .

Algunas enanas blancas muestran señales de escombros a su alrededor -que bien podrían ser los restos de esos planetas destruidos- pero no se habían encontrado evidencias que demostraran esta hipótesis. Hasta ahora.

El estudio liderado por Manser analizó el disco de escombros alrededor de la enana blanca SDSS J122859.93+104032.9., y descubrió fragmentos de un planeta que -por el momento- sobrevive a la muerte de su estrella.

"Se trata de un cuerpo de origen planetario que orbita alrededor de una enana blanca mucho más cerca de ella de lo que hasta ahora se pensaba que era posible, lo que indica que tiene que estar compuesto por elementos metálicos que le den fuerza para contrarrestar la gravedad del astro, principalmente hierro y níquel presentes en los núcleos planetarios", detalló.

Para averiguarlo, los investigadores utilizaron OSIRIS, el espectrógrafo del GTC que estudió el disco de escombros que rodea a esta enana blanca a 410 años luz de distancia de la Tierra.

Durante el estudio determinaron que el disco está formado por cuerpos rocosos compuestos de hierro, magnesio, silicio y oxígeno, cuatro elementos clave para la construcción de la mayoría de planetas, incluida la Tierra.

Representación de un fragmento metálico orbitando la estrella SDSS J122859.93+104032.9, a 413 años luz de la Tierra (Foto Mark Garlick)
Representación de un fragmento metálico orbitando la estrella SDSS J122859.93+104032.9, a 413 años luz de la Tierra (Foto Mark Garlick)

También observaron un anillo de gas que emanaba de un cuerpo sólido, similar al que fluye de la cola de un cometa.

Ese asteroide podría ser el resto de un antiguo sistema planetario, y eso "puede detectarse midiendo variaciones muy sutiles del espectro de la luz que nos llega del disco de escombros", detalló el investigador.

La investigación concluye que son los restos de un planeta que orbitaba en torno a una estrella similar al Sol y que hoy, después de quemar todo su combustible, es un cadáver que ha perdido sus capas exteriores dejando paso a un denso núcleo que se enfría lentamente.

"La estrella habría tenido originalmente alrededor de dos masas solares, pero ahora la enana blanca representa sólo el 70 por ciento de la masa de nuestro Sol. Además, es muy pequeña -más o menos del tamaño de la Tierra- lo que hace que sea extremadamente densa", detalló Christopher Manser.

El hallazgo de estos vestigios planetarios permite empezar a vislumbrar cómo será el final del Sistema Solar: "el Sol se expandirá hasta la órbita de la Tierra y arrasará con nuestro planeta, Mercurio y Venus. Marte y el resto de los planetas que están más alejados sobrevivirán y se desplazarán hacia afuera", sostuvo Manser.

El estudio es, además, el primero en detectar los restos de un planeta con técnicas de espectrometría.

El anterior se descubrió utilizando el método de "tránsito", el más utilizado para buscar exoplanetas, y que detecta cuerpos planetarios cuando pasan por delante de su estrella y bloquean el paso de parte de su luz.

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