Atenas 1896 se inauguró un 6 de abril. (Foto: Comité Olímpico Internacional)
Atenas 1896 se inauguró un 6 de abril. (Foto: Comité Olímpico Internacional)
Christian Cruz Valdivia

Han pasado 124 años desde que se inaugurarán los Juegos Olímpicos Atenas 1896, certamen que hacía renacer este evento luego de 15 siglos desde que se organizaran en la antigua Grecia. Miles de historias se han escrito y en la primera edición empezó este registro con curiosas anécdotas.

El periodista argentino Luciano Wenicke recogió algunas de ellas en su libro “Historias insólitas de los Juegos Olímpicos”, publicado en la previa de Río 2016. A continuación contamos algunas de ellas.

EL CALENDARIO DISTINTO

Para el mundo entero, los Juegos Olímpicos empezaron el 6 de abril, pero para el mundo griego fueron el 25 de marzo. En Grecia se usaba el calendario Juliano que tiene doce días menos que el Gregoriano. Esto no fue bien entendido por la delegación de Estados Unidos, que tenía previsto llegar el 6 de abril, pero del calendario griego.

“Existían dos calendarios, el Gregoriano y el Juliano. Eso llevó a la confusión a los estadounidenses, que casi no llegan a los Juegos. Ellos pensaban llegar con días de anticipación para adaptarse al horario... y que la competencia era el 6 de abril de Grecia... pero en el camino se enteraron que en ahí tenían el otro calendario y que cuando llegaran a Atenas sería para la clausura. Tuvieron que hacer una serie de cambios en su recorrido y llegaron el mismo día de la inauguración”, relata el periodista peruano Patrick Espejo, especialista en el tema que ha escrito el libro “Olímpica”, donde se relata toda la historia de los Juegos.

Para alegría de los norteamericanos, llegaron a tiempo y fueron ellos quienes terminaron en primer lugar del medallero considerando el número de primeros lugares, como el criterio actual. Tuvieron once preseas de oro, una más que Grecia, y en total sumaron 20. Los locales, sin embargo, fueron quienes más medallas lograron, con 46, pero solo 10 eran del primer lugar.

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EL HAMBRE PUDO MÁS

Entre las pruebas de ciclismo existía una que consistía en marchar doce horas sobre la pista del velódromo. La carrera empezó con siete ciclistas y el austríaco Adolf Schmal de inmediato hizo notar su favoritismo. El británico Frank Keeping lo seguía en el segundo lugar. Luego de cinco horas de prueba, el local Georgios Paraskevopoulos decidió parar y bajar de su bicicleta, pero no por cansancio o porque abandonara la prueba.

Paraskevopoulos se tomó un tiempo para almorzar. Schmal y Keeping seguían en carrera, mientras los demás corredores iban abandonando. Pero Georgios volvió a la carrera tras ingerir sus alimentos y llegó a la meta en tercer lugar. Sin embargo, los jueces decidieron descalificarlo por abandono. De nada le valió correr 313,330 kilómetros. Su hambre lo condenó a quedarse sin la gloria.

UN TRAMPOSO FUERA DEL PODIO

Los grandes aplausos de la maratón fueron para el griego Spyridon Louis, y la vergüenza total a su compatriota Spiridon Velokas. Louis se impuso en la carrera con un tiempo de 2 horas, 58 minutos y 50 segundos. Lo siguió en el podio su compatriota Charilaos Vasilakos casi ocho minutos después.

El ganador Louis en la premiación. (Foto: Comité Olímpico Internacional)
El ganador Louis en la premiación. (Foto: Comité Olímpico Internacional)

En tercer lugar cruzó la meta el también griego Spiridon Velokas, seguido del húngaro Gyula Kellner. Parecía un podio totalmente local, pero apenas estuvo en la llegada, Kellner acusó a Velokas de ayudarse con un carro jalado por caballos para recorrer parte de los 42 kilómetros.

Los jueces interrogaron a Velokas y este aceptó su trampa. Ante eso, le retiraron el tercer lugar y se lo dieron a Kellner. Para compensar el daño que le había provocado el atleta griego, el Rey Jorge le regaló un reloj de oro al húngaro.

EL ALCOHOL LO DEJÓ SIN VICTORIA

En la misma maratón, el francés Albin Lermusiaux iba camino a una inesperada victoria. Había sido tercero en los 1.500 metros, por lo que se animó a correr los 42 kilómetros. En la partida, tomó una carrera veloz y una vez líder con ventaja, empezó a regular su carrera. Sin embargo, cuando faltaban 8 kilómetros para llegar a la meta, sintió el rigor de la carrera y pidió algo para la sed. El francés aceptó un par de copas de vino que le dieron y volvió a la carrera, pero de inmediato cayó desmayado.

Los vecinos lo ayudaron a recuperarse. Resulta que el alcohol del vino hizo mella en su organismo. El licor fue rápidamente absorbido por su cuerpo y le originó el desmayo. Luego de recuperar los sentidos decidió continuar, pero su estado no le permitió seguir. En la lista de resultados del COI figura su nombre y luego las siglas DNF: Did Not Finish, No terminó.

Albin Lermusiaux de adulto. (Foto: Comité Olímpico Internacional)
Albin Lermusiaux de adulto. (Foto: Comité Olímpico Internacional)

EL MÁS JOVEN

Con apenas diez años y 218 días, el griego Dimitrios Loundras es el deportista más joven en subir a un podio olímpico. Con su participación en gimnasia y su desenvolvimiento en las barras paralelas, el equipo de Grecia logró el tercer lugar, lo que hoy significa una medalla de bronce, aunque en 1896 solo se le entregaba un diploma.

Desde esa gesta, Dimitrios es el deportista laureado más joven en unos Juegos Olímpicos, al menos de los conocidos. En París 1900 compitió en el equipo de remo un niño de 7 u 8 años de edad, aunque su identidad nunca se pudo comprobar. Se trataba de un pequeño francés que una dupla holandesa decidió reclutar para reemplazar a su guía, y así hacer menos pesada la embarcación. Ellos ganaron el oro, pero ni bien pisaron tierra, el jovencito desapareció, por lo que no hay data sobre él. Sin embargo, es el ganador más joven de unos Juegos.

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