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Para dar paso al futuro, hay que optimizar el presente
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En las últimas décadas, la tecnología móvil ha cambiado radicalmente nuestra forma de vivir y comunicarnos. Pasamos de esperar horas para hacer una llamada, a enviar un mensaje en segundos; de depender de teléfonos fijos, a llevar en el bolsillo herramientas que nos conectan con cualquier parte del mundo.
Sin embargo, este avance no ocurrió de golpe. Cada persona, en su momento, tuvo que adaptarse: aprender a marcar en un celular cuando antes giraba un disco, acostumbrarse a escribir mensajes con teclas numéricas, entender qué era “conectarse a Internet” cuando apareció por primera vez en un teléfono. Al inicio, esos cambios parecían extraños, pero con el tiempo se volvieron parte natural de nuestra vida diaria. Así funciona la tecnología: se transforma y, paulatinamente, nos invita a transformarnos con ella.
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En este camino, hay tecnologías que marcaron una época y luego dieron paso a otras. La red 2G, por ejemplo, fue la puerta de entrada a la comunicación móvil para millones de personas en el país y el mundo. Permitió enviar los primeros mensajes de texto, recibir llamadas en cualquier lugar y sentir, por primera vez, que estábamos realmente conectados. Hoy, sin embargo, su uso es cada vez menor y sus capacidades no responden a las demandas actuales.
Hablar de este proceso es importante porque los cambios tecnológicos no son solo ajustes técnicos necesarios para las empresas o el sector, sino transformaciones inevitables que responden a la evolución natural de la conectividad y que, finalmente, impactan en la vida cotidiana de todas las personas. Decidir cómo y cuándo dar paso a lo nuevo implica pensar en la inclusión digital y en la sostenibilidad —desde el uso más eficiente de la energía y los recursos, hasta la reducción de la huella ambiental—, pero también en la accesibilidad de los dispositivos, en el desarrollo de habilidades digitales y en cómo asegurar que cada persona, sin importar su edad o experiencia, pueda ser parte activa de este avance.
Sin duda, la verdadera transformación tecnológica debe ser inclusiva. Avanzar no significa que unos se queden atrás mientras otros se adelantan; significa asegurarnos de que todos podamos movernos hacia adelante, paso a paso, sin perder la esencia de lo que nos importa: comunicarnos con quienes más queremos. Este enfoque debe convertirse en un nuevo paradigma, uno que no solo impulse la innovación, sino que también nos ayude como sociedad a cerrar la brecha digital y garantizar que las oportunidades de la tecnología estén al alcance de todos.
En Entel siempre hemos entendido la naturaleza de la tecnología: su constante evolución, su capacidad de transformar realidades y la importancia de adaptarnos para aprovecharla al máximo. Estamos preparados para seguir acompañando a los peruanos en este camino; porque en cada etapa de cambio, hemos trabajado con la convicción de ofrecer soluciones que brinden acceso, seguridad y confianza. Y así continuaremos, impulsando progresos que acerquen el futuro a cada persona y garantizando que, en este camino hacia adelante, nadie se quede atrás.

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