
En el Perú, cerca de 1,7 millones de familias no tienen una vivienda o viven en condiciones precarias. Ante esta realidad, la ONG Andar, fundada en 2008 como respuesta al terremoto de Pisco, lleva ayuda y construye viviendas de emergencia para las familias que han perdido sus hogares.
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Andar creó el “Proyecto Hogar”, un programa cuyo objetivo es empoderar a jóvenes líderes mediante la construcción de viviendas para familias en extrema pobreza. Estos jóvenes participan activamente en la construcción de casas en las zonas más necesitadas.

El 10 de marzo, Andar celebró la construcción de la casa número 1.000 en Pamplona, un hito significativo para la organización. Esta vivienda fue entregada a la señora Mary Luz, una ama de casa luchadora que, además, trabaja como mototaxista.
Historia de la organización y actividades
En una entrevista con El Comercio, Claudio Cavassa, fundador y presidente de Andar, compartió cómo han sido estos casi 17 años de trabajo. “Era profesor en la Universidad de Piura cuando comencé a interesarme en la ayuda social, algo que también fascinaba a mis alumnos. Cuando ocurrió el terremoto de Pisco en 2008, empatizamos profundamente con la gente y la tragedia causó gran conmoción a nivel nacional. Pensaba en la posibilidad de recolectar víveres y donaciones”, comentó.

“Muchas poblaciones fueron destruidas y queríamos ayudar de alguna manera en la reconstrucción. Unas semanas después, nos enteramos de que una ONG chilena, ‘Casa Básica’, tenía interés en colaborar en la construcción de viviendas de madera a raíz del terremoto de Pisco. Así fue como nació el modelo de vivienda que actualmente entregamos”, explicó.
Claudio relató que, junto a la ONG chilena, ayudaron a empadronar a las víctimas y a construir viviendas. “Aprendimos mucho durante esa experiencia. Nos unimos a esta actividad que duró aproximadamente dos semanas. Pocos días después, los peruanos que estábamos involucrados decidimos que esto debía continuar, tanto por el terremoto como para ayudar a más personas en situaciones de crisis”, señaló.

“Vimos que algunas familias seguían durmiendo en carpas, por lo que queríamos mejorar su calidad de vida. Incluso había personas que dormían directamente sobre la tierra, así que les construimos pisos y paredes con divisiones interiores”, agregó.
El fundador de Andar recordó que al principio solo eran tres voluntarios, incluido él, pero con el tiempo la organización creció. “Para agosto de 2008, ya habíamos construido nuestras primeras diez casas. Luego, durante el primer trimestre de 2009, llegamos a 45, y ahora hemos llegado a 1.000”, detalló.
Precisó que, para construir una casa, se necesitan como mínimo 10 voluntarios. Teniendo en cuenta que la organización ha construido 1.000 viviendas y algunos voluntarios repiten funciones, se estima que entre 7.000 y 8.000 personas han pasado por la organización. Entre ellos, hay 75 jefes de cuadrilla. “Además, tenemos un equipo que coordina las actividades previas a la construcción, como la entrega de herramientas, la coordinación con las familias y la realización de censos, entre otros”, añadió.

“Una de las cosas que nos gusta del proyecto es ver los resultados favorables para las familias. En menos de 48 horas de trabajo, la construcción comienza el sábado por la mañana y se termina el domingo por la tarde. Este proyecto empodera a los jóvenes para construir viviendas. Cualquier persona puede inscribirse. Creemos que los voluntarios se sienten cada vez más motivados conforme construyen más casas y continúan participando. Se dan cuenta de que el cambio que generan es muy potente en las personas a su alrededor”, indicó.
Enfatizó que los jóvenes sienten que su esfuerzo tiene frutos valiosos, por lo que anima a quienes estén interesados a mandar un mensaje directo a la cuenta de Instagram de la organización para participar en la próxima construcción. Además, en esa plataforma se anuncian las convocatorias.

Claudio relató que la construcción de la casa número 1.000 no era un objetivo inicial, pero que les llenó de gran alegría. “Después del terremoto, comenzamos a ayudar a personas en extrema pobreza. Continuamos trabajando con colegios, empresas y poco a poco nos fuimos acercando a este hito, la casa número 1.000, algo que logramos después de 17 años”, comentó.
“Agradecemos a todos los voluntarios que han creído en este proyecto, y esto nos llena de responsabilidad para seguir adelante. Generalmente, vamos a distintos lugares. Por ejemplo, solemos ir a la provincia de Cañete y sus alrededores, pero ahora también estamos trabajando en zonas periféricas de Lima y Callao, como Villa María del Triunfo, Ventanilla y Manchay”, explicó.

En cuanto a la frecuencia de las construcciones, Claudio comentó que al menos un fin de semana al mes realizan una construcción. “A veces puede ser más seguido si más personas desean participar, o si colaboramos con algún colegio, universidad o empresa, lo que generalmente ocurre al final de cada año”, agregó.
“Pronto nos dimos cuenta de que había muchas cosas que coordinar. Debido a la gran cantidad de actividades, era crucial contar con un equipo encargado de la logística, que se ocupara de todo, desde el transporte hasta la recolección de materiales, y se asegurara de que todo estuviera listo antes de la construcción. También se encargan de registrar a las familias censadas y de verificar que cumplan con los requisitos para recibir una casa”, enfatizó.

Sobre los planes futuros para la ONG, Claudio invitó a todos los interesados a mantenerse atentos a las convocatorias y a escribir por redes sociales para participar. “En cuanto a los próximos pasos, nuestra meta es construir 2.000 casas. También nos gustaría llevar esta iniciativa a otras ciudades del Perú. Hasta ahora no hemos salido de Lima, pero creemos que podríamos hacer lo mismo en Piura, Chiclayo, Trujillo, Arequipa, entre otras. Para ello, sería fundamental contar con aliados que crean en nuestro proyecto”, destacó.