Bad Bunny, tal y como aparece en el videoclip de “Baile inolvidable”, éxito de su nuevo álbum “DTMF” | Foto: YouTube (@BadBunny - Captura)
Bad Bunny, tal y como aparece en el videoclip de “Baile inolvidable”, éxito de su nuevo álbum “DTMF” | Foto: YouTube (@BadBunny - Captura)
Francisco Melgar Wong

El ascenso de al parnaso del pop internacional, ocurrido más o menos entre 2019 y 2023, fue acompañado por el elogio de las más prestigiosas revistas musicales de los Estados Unidos, por la crisis social y política de su natal Puerto Rico y por su fallida relación sentimental con Kendall Jenner, modelo, socialite y hermana menor del mediático clan Kardashian. En su disco más reciente, DeBÍ TiRAR MáS FOToS, el más influyente cantante de música urbana en lo que va de la década consigue enlazar estos tres temas y crear un álbum que alude, principalmente, a preservar la propia identidad –individual, artística, nacional– en momentos de cambio, desequilibrio y desconcierto.

2019 fue el año en el que –gracias a un puñado de oportunas colaboraciones con estrellas del pop estadounidense como Cardi B y Drake– Bad Bunny ingresó por primera vez al Hot 100 de la revista Billboard, y fue el año en el que –junto con otros artistas puertorriqueños como Residente y Ricky Martin– mostró por primera vez un compromiso con su país, uniéndose a las protestas que desembocaron en la renuncia de Ricardo Rosselló, el entonces gobernador de la isla. Aunque este compromiso ya se ha visto reflejado en su música de distintas maneras, la presencia de Puerto Rico –como identidad, como refugio, como fundamento estético– nunca estuvo tan presente en la discografía de Bad Bunny como en su álbum más reciente, DeBÍ TiRAR MáS FOToS.

Y el compromiso se muestra desde la portada. Allí encontramos esas famosas sillas usadas en chinganas, puestos callejeros y, cómo no, en los patios de miles de hogares latinoamericanos cada vez que se organiza una parrillada o reunión familiar; dos monobloc color blanco, ese tosco pero utilitario modelo de silla industrial asociado con la cultura popular del tercer mundo y con cierta noción de pobreza que, como un horrendo fantasma plastificado, debe aparecer en las pesadillas de los “influencers” más aspiracionales –hello, Kendall!.

La portada nos muestra estas dos sillas sobre un muro de frondosa vegetación, un telón de fondo que alude al caribe y, simbólicamente, a Puerto Rico, como si se tratara de un lugar idealizado, una especie de locus amoenus tropical donde uno puede ir a reunirse con la familia y los amigos para refugiarse de las preocupaciones y decepciones que lo aquejan. Este vínculo emocional y cultural también se revela, por supuesto, en la música. En ‘NUEVAYol”, canción que abre el disco, escuchamos como “Un Verano en Nueva York”, la emblemática salsa de El Gran Combo de Puerto Rico, da pie a un frenético dem bow, logrando enlazar cuarenta años de diáspora caribeña en la industria discográfica estadounidense. A continuación, en “VOY A LLeVARTE PA PR”, el pulso del dem bow prosigue, mientras Bad Bunny nos confirma el lugar al que quiere trasladarnos: “Vo’a llevarte pa PR/Mami, pa que veas cómo es que se perrea”, y al hacerlo reclama para sí mismo una identidad nacional que fortalece sus destrezas musicales y sexuales.

Pero la portada del álbum, con sus dos sillas vacías en el jardín trasero de una casa aparentemente abandonada, también alude a la ausencia y a la soledad, experimentadas por el propio Bad Bunny tras su ruptura con Kendall Jenner. Esta amargura se percibe en otro grupo de canciones –”BAILE INoLVIDABLE”, “El CLúB”, “DtMF”– donde el cantante se martiriza recordando a su ex. El disco se mueve pendularmente entre estos dos grupos de canciones: entre la celebración de una identidad encarnada en Puerto Rico, y en la tristeza representada en los recuerdos de un amor perdido.

Uno de los grandes logros del disco –además de dejarnos algunas canciones que ingresarán a toda playlist que se jacte de incluir lo mejor de Bad Bunny– ocurre cuando, como si estuviésemos dentro de un sueño, el amor perdido se transforma en el propio Puerto Rico; cuando, por ejemplo, entre ritmos urbanos y trombones tropicales, el cantante entona: “No, no te puedo olvidar/No, no te puedo borrar/Tú me enseñaste a querer/Me enseñaste a bailar”, aludiendo, al parecer, no sólo a un amor pasado, sino también a su isla natal, a la cual, como nos demuestra a lo largo de todo el álbum, está destinado a recordar porque en ella reside su propia educación, sentimental y musical. En pasajes como éste uno percibe cómo se revela la verdad final de DeBÍ TiRAR MáS FOToS: en este álbum nada está perdido, porque lo que así lo parecía –el amor, la alegría, el baile– se encuentran en el propio Bad Bunny; en una identidad individual, artística y nacional que el dolor y el desencanto sólo han ayudado a recobrar.

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