Marie Fredriksson ha muerto luego de una batalla de 17 años contra el cáncer. La cantante de Roxette nunca se rindió, pero no solo luego de su diagnóstico. Su infancia fue marcada por una pérdida que marcó a toda su familia.
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La muerte de su hermana mayor
Fredriksson contó detalles de su vida en el libro “Listen to My Heart” (2015), autobiografía que ahonda también en su niñez. En dicho texto se indica que la vida de la cantante cambió para siempre cuando tenía 7 años, en 1965, cuando se enteró en su escuela que Anna-Lisa, su hermana mayor, falleció.
La entonces pequeña Marie tomó su bicicleta y, luego de un par de caídas, llega a su casa donde encuentra a la familia en lágrimas. Era cierto.
“Entro en la cocina. Todos lloran. Ulla-Britt acaba de llegar con el tren. Nos reunimos en la cocina. ‘¿Está muerta Anna-Lisa?’ Pregunto. ‘Sí’, responde mi madre. ‘Y nunca más va a volver’. Anna-Lisa iba de camino a Klippan para comprarse un vestido. Iba a prometerse con su novio Ingemar en fin de año y quería estar más guapa”, contó Marie Fredriksson en el libro.
La muerte de Anna-Lisa tuvo como consecuencia un quiebre en el ánimo familiar, recuerda Fredriksson, según la cual sus padres envejecieron 10 años de un momento a otro. El invierno de aquel año fue más difícil de lo usual, algo que empeoró cuando su padre, Charles Gösta, empezó a presentar un quiebre en su salud mental; su hija lo descubrió llorando en varias oportunidades.
Marie Fredriksson: “(Mi padre) estaba completamente fuera de sí. Imagínate con siete años oír a tu padre gritar y llorar. A veces él gritaba por las noches. Sus gritos te despertaban. Fue un tiempo difícil. Yo era tan pequeña y no entendía todo”.
Gösta, que era alcohólico, empeoró tras la muerte de su hija. La cantante recuerda que el progenitor se quebraba al ver fotos de su hija, así que las imágenes debieron ser retiradas de la casa.
Marie Fredriksson: “¡Pero los niños quieren hablar! Mi querida hermana mayor murió y no íbamos a hablar más de ella. Totalmente enfermizo. Pudimos hablar abiertamente de la muerte de Anna-Lisa dentro de la familia por primera vez varios años después del accidente.”
El diagnóstico del cáncer
Algo que ayudó a Marie Fredrikson a mantenerse sana tras la pérdida de su hermana mayor fue la música, en particular el coro de la iglesia. En los años 70, al terminar la secundaria, empezó a trabajar en teatro pero se volvió a sentir a traída por la música. A su carrera de solista le siguió el éxito de Roxette, dúo conformado junto a Per Gessle.
El diagnóstico de cáncer llegó en 2002, luego de un susto en su casa cuando, de un momento a otro, ella perdió la vista del ojo derecho de manera súbita. “Me pregunté ‘¿qué pasa?’. Pensé que debería ir y acostarme, y descansar un rato”, dijo en el documental “Una segunda oportunidad”
Ella no recuerda mucho de lo que pasó después, pero sabe que tuvo convulsiones y se golpeó la cabeza con fuerza. El tumor le fue retirado en cirugía, a lo cual siguió la recuperación; aprender a escribir canciones otra vez, a contar. A encomendarse a su fe. Funcionó por unos años, pues volvió a cantar junto a Roxette y programar giras. Tuvo una segunda oportunidad.
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