En menos de 50 días se iniciarán las operaciones del nuevo terminal del aeropuerto internacional Jorge Chávez, marcando el cierre del terminal actual y del histórico acceso por la avenida Faucett. Este importante cambio demanda un conjunto de obras y acciones complementarias que no se han ejecutado, lo que ha elevado las preocupaciones de la sociedad civil y aeronáutica.
De las tres grandes obras previstas para la inauguración, solo el nuevo terminal será entregado a tiempo. En el 2014, el Estado Peruano firmó un contrato para la construcción de la línea 2 del metro de Lima, que incluía un ramal de la línea 4 para acceder al aeropuerto; y en el 2021 el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) anunció la construcción de la vía expresa y puente Santa Rosa (VEXSR) como solución principal para el acceso a la nueva terminal. A la fecha, la construcción del metro acumula diez años de atraso y no se ha adjudicado la construcción de la VEXSR. Como si esto fuera poco, recién este año el MTC ha tomado acciones para modificar el diseño de las estaciones del metro, dado que el proyecto original preveía la conexión con la antigua terminal por la avenida Faucett.
Ante la falta de infraestructura adecuada, el MTC ha instalado dos puentes modulares temporales en la avenida Aeropuerto y definido cinco rutas vehiculares provisionales; sin embargo, el caos parece inevitable. Exceptuando la ruta del norte, las opciones presentan serias deficiencias debido a cruces con avenidas principales y giros complejos. Estas propuestas no han considerado accesos peatonales, esenciales para los vuelos nacionales (el 65% de las operaciones) y para los trabajadores del aeropuerto. El transporte público es otro tema crítico. La ATU ha anunciado cinco rutas para mitigar el problema, pero no hay indicios de que estas vayan a estar operativas para la inauguración del terminal.
Como vemos, el panorama es sumamente complicado y exige que tanto el MTC como Lima Airport Partners (LAP) hagan un gran esfuerzo por plantear alternativas concretas y viables que garanticen un adecuado acceso al terminal aeroportuario más importante del Perú.
En ese sentido, diferentes expertos coinciden en la necesidad de habilitar accesos alternativos para restar presión sobre los puentes provisorios de Morales Duárez. Hay consenso en la necesidad de mantener el acceso por la avenida Faucett, dado que ello permitiría absorber parte de los flujos vehiculares, peatonales y de usuarios de transporte público que actualmente utilizan esta vía. Para ello, debe mantenerse el funcionamiento del estacionamiento y de la vía libre, e implementarse un sistema de buses que lleven a los pasajeros y acompañantes al nuevo terminal. Para los que vienen del oeste, sería importante plantear un acceso desde la avenida Gambetta, ya sea con una vía paralela al río o con un servicio interno de buses. Asimismo, es importante que en enero se inicien las pruebas del servicio de buses que ha propuesto la ATU, incorporando carriles exclusivos con la finalidad de ofrecer regularidad y predictibilidad en los tiempos de traslado.
Finalmente, la seguridad es esencial y va de la mano con la calidad de los espacios públicos del entorno del aeropuerto. Se debe coordinar con las municipalidades de Lima y el Callao una inversión extraordinaria para el mejoramiento de los barrios que se verán afectados por el incremento del tránsito vehicular, y desplegar un plan de seguridad integral que combine sistemas de vigilancia con efectivos de serenazgo y de la policía.
El aeropuerto internacional Jorge Chávez no es solo la principal puerta de entrada al país, es un importante espacio donde miles de peruanos trabajan y circulan cada día. Merecemos que la experiencia de llegada y salida esté a la altura de la moderna infraestructura del nuevo terminal, para lo que necesitamos soluciones concretas y sostenibles. La foto de la desorganización y del fracaso será la de todos los peruanos, sin importar quién no supo hacer su trabajo.