
En las sociedades, democráticas o no, siempre hay grupos de presión que también se les llama de poder o de influencia. Ellos controlan una serie de recursos que permiten tomar decisiones y lograr por diversos medios, lícitos o ilícitos, que dichas decisiones se ejecuten afectando a los ciudadanos, porque estos grupos logran, en muchos casos, que las autoridades decidan a favor de sus intereses. Para ello crean ‘lobby’ con la finalidad de influir y negociar con políticos y funcionarios.
Por eso, la ley de ‘lobbies’, que en el Perú duerme el sueño de los justos, es fundamental para garantizar la transparencia entre los intereses públicos y privados. Además, los grupos de presión se infiltran en algunos medios de comunicación como quintacolumnistas, como antaño lo hicieron los nazis o los comunistas. También hay quintacolumnistas al servicio de los intereses de grupos de poder económico capitalistas. Ahora esto se puede apreciar cuando usan las nuevas tecnologías de la información. Su función es influir en la sociedad exponiendo sus intereses y su ideología como si fueran verdades absolutas.
Pero hay más. Los grupos de presión pueden infiltrarse en los partidos políticos. Esto no es novedad, pero lo más novedoso ahora para América Latina es la presencia, cada vez mayor, de la delincuencia organizada, de las grandes mafias en la política. No solo extorsionan, matan por medio de sicarios, roban y asaltan, sino que han decidido asaltar el Estado, corrompiendo y poniendo personas que representen y defiendan sus intereses desde los poderes del Estado. Se han dado cuenta de que, así como otros grupos de poder utilizan “la puerta giratoria”, ellos también pueden hacerlo para alcanzar su único objetivo: constituir un narcoestado. Por eso a estas mafias hay que combatirlas con toda la fuerza de la ley, con toda la fuerza con que el Estado está dotado para enfrentarse contra la delincuencia. Con un eficiente servicio de inteligencia, como finalmente se logró constituir para capturar a los terroristas de Sendero Luminoso.
Aunque suene ingenuo, se tiene que actuar con celeridad ahora y no esperar que lo haga el próximo gobierno, porque las mafias, las mineros ilegales, los asesinos de Pataz y otros criminales que, a consecuencia de las reyertas entre bandas, han matado gente inocente, no piensan en próximos gobiernos. Están actuando aquí y ahora para lograr su vil y despreciable objetivo de enriquecerse a la fuerza y tener poder.
No nos vaya a pasar, como dice Carlos Granés, explicando una de las novelas del escritor chileno Roberto Bolaño, que los dictadores, caudillos y guerrilleros, sean reemplazados por mafiosos y sicarios. Si esto ya está sucediendo en el Perú, habremos caído en los más profundo del infierno de Dante.