
Fue un mensaje de 688 palabras. Bastante más que esta humilde columna. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, escribió en X el domingo pasado una extensa declaración crítica hacia Donald Trump, con quien se enfrascó en una disputa diplomática que casi termina arruinando la economía de su país. Una disputa que duró un día, pero que fue suficiente para mostrar que Trump está más que empoderado y que Petro está más que confundido.
En el tuit, que ya los semiólogos deben estar estudiando, Petro expresaba su desprecio por la codicia y soberbia de Trump, pero le aceptaba la invitación imaginaria a un whisky –pese a su gastritis–, se autocalificaba como el último de los Aurelianos Buendía y, cómo no, hacía referencia a las mariposas amarillas, además de muchas más ideas inconexas que deberían haber quedado en un bloc de notas privado del mandatario colombiano.
Todo comenzó cuando, en plena madrugada del domingo pasado, el mandatario colombiano escribió en X que recibiría “con flores y banderas” a los deportados que regresaban al país en dos vuelos militares estadounidenses. Pero minutos después dio un giro total y decretó que impediría el ingreso de los aviones por considerar que los inmigrantes estaban siendo tratados como criminales (que es como ahora considera la nueva administración a cualquier indocumentado, aunque en los gobiernos de Obama y Biden los deportados también regresaban a sus países enmarrocados “por cuestiones de seguridad”).
Esto motivó que a Trump no le temblara el pulso para dictar una serie de medidas, como restringir visados a los funcionarios colombianos y, sobre todo, imponer aranceles del 25% a los productos de ese país, algo que hubiera dañado severamente la economía de nuestro vecino, teniendo en cuenta que EE.UU. es su principal social comercial y el primer destino de exportaciones tan estratégicas como el café, las flores y el petróleo.
La solución tuvo que llegar desde la cancillería colombiana que, finalmente, tuvo que aceptar los términos y condiciones de Washington. Trump ya dijo que no necesita de América Latina y, si estamos en su radar, al menos por ahora, es para deportar a inmigrantes y mostrarse ante sus ciudadanos como el presidente que sí cumple sus promesas.
Petro creyó que el ‘impasse’ era una oportunidad para aparecer como el líder latinoamericano que se planta ante el presidente de los Estados Unidos. Por ahora le valdría mejor estar más pendiente de la crisis humanitaria en el Catatumbo, una región donde han muerto más de 80 personas desde mediados de enero por enfrentamientos entre el ELN y disidencias de las FARC.