(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)

Juego y veo fútbol desde 1954, cuando tenía 6 años. ¿La razón? Mis tíos Orestes Jordán Cánepa y Eduardo Rada Jordán, entusiastas y fanáticos de este bello deporte colectivo, me ‘raptaban’ de la casa de mis padres para llevarme al coloso de José Díaz, que por aquel entonces era uno de los estadios más modernos de Sudamérica. Además, Orestes Jordán, apodado ‘El León Chinchano’, fue half izquierdo de Universitario e integró la selección olímpica de 1936.

Pude ver extraordinarios clásicos con jugadores de alto nivel técnico. Alianza Lima, mi equipo, estaba lleno de estrellas elegantes, hábiles, pericoteras. Recuerdo al defensa Guillermo Delgado, fino y de gran colocación. Una media volante integrada por Cornelio Heredia y Carlos Lazón, además de explosivos delanteros que hacían brujería con la pelota: Félix Castillo, Guillermo Barbadillo (padre del famoso Gerónimo de los años setenta y ochenta), Valeriano López (conocido como ‘El Tanque de Casma’ por su potencia y feroces cabezazos) y Óscar Gómez Sánchez, puntero izquierdo veloz y de pase rasante, como los que hace ahora Marcelo en el Real Madrid.

Pero Universitario tampoco se quedaba atrás. Con Dimas Zegarra en el arco, así como Paco Croas y René ‘La Lora’ Gutiérrez en el mediocampo. Pero, sobre todo, con uno de los mejores jugadores peruanos que he visto: Alberto ‘Toto’ Terry.

Por aquella época, pude ver grandes equipos que nos venían a visitar en verano. Al Santos de Pelé y Coutinho. El extraordinario Botafogo con el elegante Didí, Garrincha (el más grande dribleador que haya visto) y el sistemático Zagallo. O, por ejemplo, el River Plate de Labruna, Sívori y Rossi. Pero, sobre todo, me di el gusto de ver en nuestro mismísimo estadio al gran Real Madrid de Canário, Del Sol, Di Stéfano, Puskás y Gento, que se había llevado al hilo tres copas europeas. Es como si ahora vinieran a jugar contra Alianza, la ‘U’ y Cristal, el Barcelona de Messi, el Real Madrid de Cristiano y la Juventus de Buffon.

Antes Lima era muy considerada como plaza futbolística. En 1957 nos dimos el lujo de organizar uno de los sudamericanos más competitivos en la historia de este campeonato. Argentina presentó un equipazo. Para mí, el mejor de todos los equipos gauchos que vi, con una delantera apabullante que arrasaba al adversario con hermoso juego: Corbatta, Maschio, Angelillo, Sívori (gran jugador) y Cruz. A este equipo le ganó Perú 2 a 1, en un partido en el que se lució Terry, pero ya Argentina había ganado la copa una fecha antes de que concluyera la competencia.

Lima fue una buena plaza internacional para grandes equipos. Incluso esto duró hasta los años setenta, cuando vino el Bayern Múnich con Beckenbauer y Gerd Müller, que se llevaron un baile de padre y señor mío protagonizado por la mejor dupla que ha tenido el Perú en toda su historia futbolera: Sotil y Cubillas.

Tampoco dejaré de recordar a ese cholo Sotil que se escapó del Barcelona en 1975, donde jugaba al lado de Cruyff, para viajar a Venezuela y darnos el triunfo de la Copa América con un gol ante la Colombia de Zape y Willington Ortiz, y luego raudo regresar a Cataluña como si no hubiera pasado nada. O a esa media volante aliancista que hizo furor en el Mundial argentino de 1978 integrada por Velásquez, Cueto y Cubillas. Tampoco olvidaré al equipo que le ganó a la Francia de Platini en el mismo Parque de los Príncipes en 1982.

Me fui un poco lejos, pero los éxitos de este nuevo y clasificado equipo nuestro me trajeron muchos recuerdos del Perú de antaño. Por supuesto que disfruté con los goles de Cubillas, para mí el mejor jugador peruano y no solo por sus goles mundialistas, sino por ese que le hizo a Brasil en la Copa América en su mismo país.

Me fui un poco lejos, pero los éxitos de este nuevo y clasificado equipo nuestro me trajeron muchos recuerdos del Perú de antaño. Por supuesto que disfruté con los goles de Cubillas, para mí el mejor jugador peruano y no solo por sus goles mundialistas, sino por ese que le hizo a Brasil en la Copa América en su mismo país.

Como dice el vals de César Miró, todos vuelven. La vuelta al ha sido una larga espera. Digamos, como decía Pocho Rospigliosi sobre Cubillas, ya vienen los goles de Guerrero. En 1970 Perú quedó séptimo porque Brasil nos eliminó en uno de los partidos más bellos y emocionantes en la historia de las Copas del Mundo. Llegamos lejos. ¿Podremos superar ese récord? ¿Por qué no? En el fútbol todo es posible.