(Foto: Difusión)
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Pedro Tenorio

Perder de un mes a otro cinco puntos porcentuales de aprobación es un lujo que no puede darse el presidente . Pasar de un expectante 57% que tenía en abril al 52% de hoy (según la encuesta nacional de Ipsos publicada en este Diario el último domingo) es una clarinada de alerta que ningún colaborador del jefe de Estado debería dejar de escuchar. ¿Qué ocurrió en estas últimas semanas para que tras la presentación del Gabinete Villanueva en el Congreso, donde hubo anuncios y promesas de mejora sector por sector, el entusiasmo de la población decayera? ¿Acaso han servido de poco los viajes, las visitas de inspección a colegios y hospitales y las numerosas entrevistas que ha brindado el propio Vizcarra? No es un tema menor: por experiencia sabemos que cuando las reformas y decisiones claves del Ejecutivo se frenan, se debe a que principalmente carecen de respaldo ciudadano. No se trata de saber mirar el azul y el rojo en un sondeo, sino de medir la temperatura política que hará posible que el país asuma decisiones y tome el rumbo de crecimiento que necesita.

Lo que sucede es algo que en esta misma columna: la gente espera un gobierno de acción, no de promesas sobre promesas como las que últimamente ensayan Vizcarra y sus voceros. ¿Exagero? Para nada. Basta ver cómo la aprobación del Ejecutivo en su conjunto también cayó siete puntos pasando de 46% a 39% en un mes. Y volviendo al mandatario, son los sectores D y E (los más empobrecidos y mayoritarios) quienes lo aprueban en menor proporción que el resto (49% y 47%, respectivamente).

Ante estos números, Vizcarra debería pisar el acelerador: destrabar y empezar la ejecución de obras cuanto antes. Y dejar de visitar hospitales y comisarías con las manos vacías, pues él no es ningún turista. La receta es conocida, se requiere una mejor acción política aprovechando que han dejado de gravitar ciertos factores:

Primero, porque no hay pugnas con el Parlamento ni ánimo obstruccionista en . El fujimorismo intenta llevar la fiesta en paz con Vizcarra mientras resuelve sus propias crisis y contradicciones (¿aló, Kenji?). Segundo, porque los medios de comunicación le han dado una suerte de tregua mientras termina de instalarse y aguarda resultados. Tercero, porque hay prioridades para la población que deberían ser atacadas con urgencia: seguridad ciudadana, lucha anticorrupción, reconstrucción y reactivación económica. Y la situación de no es mejor, estancado en un 30% cuando debería ser el principal vocero del Gobierno. Golpe avisa, presidente. Y el primero –la encuesta de El Comercio-Ipsos de este mes– ya lo recibió.