“El cáncer más frecuentemente asociado al uso del alcohol es el de la mama, al explicar el 15% de todos los casos”. (Foto referencia: AFP)
“El cáncer más frecuentemente asociado al uso del alcohol es el de la mama, al explicar el 15% de todos los casos”. (Foto referencia: AFP)
Elmer Huerta

Dos recientes estudios nos demuestran que el riesgo de  estaría relacionado al consumo exagerado de dos sustancias que usamos regularmente: el azúcar y el alcohol. Recordemos que el riesgo de sufrir esta enfermedad lo traemos todos los seres humanos en nuestra composición genética, y que ese riesgo inherente se combina con el del medio ambiente en el que nos desenvolvemos.

En otras palabras, si una persona nace con cierta mutación genética que lo vuelve susceptible a desarrollar cáncer de las vías respiratorias, el fumar cigarrillos le aumentará las probabilidades, comparado con una persona que nació con la misma disposición genética pero que nunca fumó.

“La OMS recomienda que el consumo de azúcar no debe exceder las seis cucharaditas al día (25 gramos)”. (Infografía: El Comercio)
“La OMS recomienda que el consumo de azúcar no debe exceder las seis cucharaditas al día (25 gramos)”. (Infografía: El Comercio)

Es importante aclarar que susceptibilidad genética no es lo mismo que herencia. Se piensa que esta primera la tenemos todos y es consecuencia de las mutaciones que se pueden producir durante la combinación del material genético del padre y de la madre.

En tanto, herencia implica la transmisión de padres a hijos de ciertos genes que predisponen a la enfermedad. En otras palabras, es el hecho de que un cáncer se presente regularmente en miembros de una familia de generación en generación. Por lo tanto, todo cáncer es una enfermedad de raíz genética, pero no siempre es hereditario. De hecho, solo 10% a 15% de los cánceres tiene un factor familiar.

—Leve, moderado y fuerte—

El primer estudio, publicado por la Sociedad Norteamericana de Oncología Clínica (ASCO, por sus siglas en inglés) –y que representa el primer análisis de la relación entre alcohol y cáncer de los últimos 30 años–, revela que casi el 4% de muertes por cáncer (casi 20.000 al año en EE.UU.) son consecuencia de tomar alcohol. Señala también que ese riesgo es independiente de la cantidad que se consume.

La ASCO define como consumo leve de alcohol al que se hace eventualmente, conocido como consumo social; es decir, de vez en cuando. El consumo moderado significa un trago al día para la mujer y dos para el hombre, mientras que el consumo fuerte significa tres tragos o más por día para la mujer y cuatro o más para el varón.

El estudio de la ASCO revela algunas inquietantes estadísticas. Por ejemplo, asevera que el consumo leve y moderado de alcohol explica el 35% de muertes por cáncer. En las mujeres, el cáncer más frecuentemente asociado al uso del alcohol es el de la mama, al explicar el 15% de todos los casos o 6.000 al año en EE.UU. Otros cánceres vinculados a este tipo de bebidas son el del colon o intestino grueso –el consumo moderado aumenta el riesgo en 17% y el severo en 44%– y el de la mama – el consumo leve o social aumenta el riesgo en 4% y el severo en 61%–. Por otro lado, el cáncer de la boca y la garganta aumenta en un 500% en los bebedores severos.

Obviamente, la recomendación que hace ASCO es que las personas reflexionen sobre la cantidad de alcohol que están consumiendo y, si es posible, que dejen de consumirlo.

—Obtención de alimento—

El segundo estudio es muy interesante y ha sido publicado en la revista “Nature” en octubre pasado. En este se describe, y se confirma, que las células cancerosas respiran y obtienen energía de una manera diferente a como lo hacen las células normales. En vez de usar oxígeno para respirar y obtener energía desdoblándolo en agua y CO2, como lo hacen las células normales, las células cancerosas usan la fermentación del azúcar como el principal modo de obtener energía. Este fenómeno, descrito en 1929 por el científico alemán Otto Warburg y que le valió el Premio Nobel en 1931, se conoce como el efecto Warburg.

La investigación –hecha en células de levadura de hongos– descubrió que, al fermentar el azúcar para obtener energía, las células de levadura activan un gen llamado RAS (protooncogén o gen causante de cáncer), que favorece la reproducción y proliferación celular.

Lo curioso es que, a pesar de que la fermentación de azúcar produce 15 veces menos energía en las células de levadura, estas crecen y se multiplican mucho más rápidamente que las células normales que respiran el azúcar. De ahí es que resulta difícil saber si el efecto Warburg es causa o efecto del cáncer y, por lo tanto, hace difícil determinar –como simplistamente se indica en Internet– si el azúcar causa cáncer o si lo reaviva. Los autores especulan que el efecto nocivo del azúcar no estaría dado por la sustancia misma, sino por la obesidad que puede causar el exceso en su consumo.

—Corolario—

Estos dos estudios nos demuestran lo importante que es el medio ambiente en el desarrollo de los riesgos para presentar cáncer. Si reflexionamos, el consumo del alcohol no es una actividad natural, sino más bien una que ocurre como resultado de la presión social. En tanto, el consumo de azúcar tampoco es natural. Al respecto, es recién en los últimos 200 o 300 años que el ser humano ha empezado a consumir enormes cantidades de azúcares en golosinas, postres y bebidas. Antes del desarrollo de las grandes plantaciones de caña de azúcar, y el comienzo del esclavismo, el azúcar era un producto de lujo, muy escaso para el pueblo.

Sabiendo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el consumo de azúcar no debe exceder las seis cucharaditas al día (25 gramos), es útil saber que el Perú consume cuatro veces más (105 gramos por día). Como comparación, Brasil consume 161 gramos diariamente y Chile 118.

En resumen, ser muy moderado en el consumo del alcohol y azúcar puede ayudarlo a disminuir su riesgo de desarrollar cáncer.

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