Desde el día de hoy, Francia ha dado un paso importante en la lucha contra el cambio climático al prohibir vuelos de corta distancia. La nueva ley climática, que entró en vigencia recientemente, busca disminuir las emisiones de carbono y alentar a los viajeros a optar por el tren como una alternativa más ecológica.
La medida no afectará las rutas desde y hacia el aeropuerto de París Charles de Gaulle, consideradas conexiones aéreas estratégicas. Sin embargo, los vuelos cortos independientes que podrían ser reemplazados por trenes eficientes y rápidos estarán sujetos a la prohibición.
La industria aérea ha expresado su descontento, pero cabe destacar que esta iniciativa no es totalmente novedosa. En 2020, Austrian Airlines ya había reemplazado la ruta entre Viena y Salzburgo por servicios ferroviarios, en un esfuerzo por reducir su impacto ambiental.
Air France, la aerolínea más afectada por la medida, ha confirmado que ya había suspendido los vuelos a Burdeos, Lyon y Nantes desde París-Orly, como parte de su compromiso medioambiental y de acuerdo con los préstamos garantizados por el Estado francés en 2020.
Esta decisión forma parte de la innovadora Convención de Ciudadanos por el Clima de Francia, establecida por el presidente Emmanuel Macron en 2019. Inicialmente, se planteó eliminar los viajes en avión en rutas con alternativas en tren de menos de cuatro horas, pero se redujo a dos horas y media debido a las objeciones de algunas regiones y de la propia aerolínea Air France-KLM.
La ley estipula que los servicios de tren en las mismas rutas deben ser frecuentes, puntuales y lo suficientemente conectados para satisfacer las necesidades de los pasajeros. Además, deben ser capaces de absorber el aumento de la demanda provocado por la prohibición de vuelos cortos.
La ansiedad climática se ha convertido en una preocupación creciente entre los viajeros. Con el transporte aéreo siendo responsable del 3,5% del impacto climático global debido a las emisiones humanas, se necesitan alternativas sostenibles.
A medida que otros países observan de cerca esta iniciativa, es probable que se generen debates similares sobre la viabilidad y la efectividad de prohibir los vuelos cortos. Francia está liderando el camino en la búsqueda de soluciones innovadoras y valientes para abordar la crisis climática, y solo el tiempo dirá si esta medida servirá como un modelo para otros países en su lucha por un futuro más sostenible.
En última instancia, la prohibición de los vuelos cortos en Francia representa un paso significativo en la dirección correcta. Es un recordatorio de que, en la lucha contra el cambio climático, se requieren acciones audaces y decisiones difíciles. Francia ha dado un ejemplo claro al poner la sostenibilidad en el centro de sus políticas de transporte, y ahora le toca al resto del mundo seguir su liderazgo para preservar nuestro planeta para las generaciones futuras.
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