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El catolicismo en la era de León XIV: Diez gráficos para entender el panorama religioso del mundo que recibe el nuevo papa
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León XIV no toma las riendas del Vaticano en un contexto cualquiera. Hoy, en un mundo cambiante, la Iglesia Católica enfrenta un panorama distinto, con menor crecimiento de fieles y una reconfiguración de la fe que genera nuevos desafíos.
A nivel global, el aumento del porcentaje de personas que se identifican como católicas ha experimentado una desaceleración con el paso de los años. De acuerdo con las cifras oficiales del Vaticano, para el 2023 -la última cifra disponible- la población católica global era de 17,6%. Según proyecciones del Pew Research Institute, en el 2025 es de 17,5%.
La variación no es la misma en todos los rincones del mundo. En Europa y América -continentes tradicionalmente católicos-, la población católica se ha reducido en la última década. Por el contrario, en África y Asia -el llamado “Sur Global”-, la proporción de personas que se consideran católicas ha ido en aumento (ver gráfica).
“El panorama mundial evidentemente muestra que el catolicismo está creciendo en el Sur Global, mientras que en Europa y Latinoamérica el catolicismo está en retroceso”, explica Juan Fonseca, historiador de las religiones y profesor de la Universidad del Pacífico.
Según el especialista, Europa en particular está experimentando un “proceso de descristianización” desde el siglo XX, principalmente debido a “un cambio cultural de las actitudes de la gente hacia lo tradicional religioso”.
“Procesos como el empoderamiento de las mujeres, la revolución sexual de los 60 y 70, el desarrollo del pensamiento científico pusieron en duda ciertas convicciones que los europeos tenían tradicionalmente en relación a la fe, y muchas iglesias no supieron responder adecuadamente a ese desafío en su momento”, señala.
Por el contrario, en África -continente con mayor aumento de católicos-, el contexto particular de debilidad institucional y marginación ha generado una ventana de oportunidad para el crecimiento fe católica entre la población, según explica Juan Miguel Espinosa, profesor del Departamento Académico de Teología de la PUCP.
“En África, la presencia del catolicismo tiene mucho tiempo y tiene una acción frente a gobiernos frágiles y contextos de guerra y violencia, una labor importante de ayuda a los sistemas educativo y de salud pública. Eso explica el crecimiento”, agrega el académico.
En la misma línea, Fonseca señala que “la religión es esta dimensión en la que el ser humano encuentra respuestas para sus problemas más profundos, y creo que el cristianismo ha logrado ofrecer esas respuestas a las personas en África y Asia en un contexto de mucha crisis”.
En Perú y Latinoamérica
Según el Informe Latinobarómetro, el 54% de latinoamericanos se identificó como católico en el 2024. En 1995, la cifra alcanzaba el 80%.
En el Perú, la última vez que se midió formalmente la población católica fue en el el 2017, durante el último censo poblacional a cargo del INEI. En ese entonces, cada 8 de cada 10 peruanos se identificaban como católicos. Sin embargo, según mediciones más actuales del Latinobarómetro, en el 2024 serían 5 de cada 10.
“Aunque el catolicismo sigue siendo la religión mayoritaria, está también en retroceso, y son más bien las religiones evangélicas y la no creencia las que están en crecimiento. Todavía son minorías, pero por la tendencia, de aquí a unas décadas probablemente el panorama religioso latinoamericano cambie”, señala Fonseca.
De hecho, en ciertos países centroamericanos, como El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras, los evangélicos ya superan el 35%.
¿Cómo se explica esta reconfiguración en el panorama religioso de Latinoamérica? Según Fonseca, el crecimiento de las iglesias evangélicas ha sido un factor determinante. Estas, señala, lograron en las últimas décadas calar su mensaje de manera más eficazmente en las poblaciones rurales y de pobreza.
“Desde los años 60, el crecimiento evangélico se ha debido, primero, a la propia capacidad de las iglesias de conectar mejor su mensaje a los lenguajes culturales y sociales de la gente más pobre de América Latina. Hay diversos estudios que evidencian que las zonas rurales o de pobreza que se generaron en las ciudades latinoamericanas a partir de la migración interna del campo a la ciudad fueron el principal espacio donde los evangélicos crecieron. El mensaje católico empezó a verse como muy complejo, mientras que los evangélicos ofrecían soluciones muy sencillas a problemas sencillos de la gente”, explica.
El historiador de las religiones añade que los evangélicos “tienen también una mejor capacidad para usar la tecnología, las iglesias son más capaces de construir relaciones directas con los creyentes y tienen un fuerte sentido de proselitismo”.
Precisamente este “fuerte sentido de proselitismo” generó ventaja sobre la Iglesia católica, que “por siglos fue la única y no estaba acostumbrada a la competencia”, indica.
Espinosa coincide en el rol del crecimiento de las iglesias evangélicas y pentecostales:
“Esas iglesias captaron un auditorio que buscaba una experiencia más mística y comunitaria de la espiritualidad, diferente al catolicismo”, sostiene.
Para el académico, el aumento de la secularización en la región no implica necesariamente la pérdida del sentido religioso, sino haber encontrado “otras formas de espiritualidad e implica combinar elementos de otras tradiciones”.
Cambios de fe
A nivel global, no solo las religiones evangélicas han ido en aumento, sino también el número de personas que no tienen afiliación religiosa. Según un informe del Pew Research Center del 2025, que analiza los cambios de religión que experimentan las personas, la categoría que más nuevos integrantes ha adquirido es la de “no afiliados religiosamente”.
Particularmente en Latinoamérica, existe una alta tasa de personas que, si bien fueron criados como católicos, en la actualidad no se identifican como tales. Las proyecciones del Pew Research Center muestran que, en el Perú, de un 82% de personas criadas en el catolicismo, solo el 64% sigue identificándose con esa fe. La tasa de abandono más alta se ha dado en Chile, siendo uno de los principales motivos los abusos sexuales perpetuados por miembros de la Iglesia.
A nivel Latinoamérica, la mayoría de las personas que pasaron a identificarse como no afiliadas a ninguna religión son menores de 35 años.
Según Fonseca, la falta de afiliación religiosa se da principalmente en sectores urbanos, más jóvenes y de mayor nivel educativo. “Los sectores más cercanos a los espacios de modernidad tienen una tendencia a desconfiar de los discursos religiosos”, sostiene.
Otro factor que influiría en el aumento de no afiliados es la rigidez moral percibida por las generaciones más jóvenes, así como el desprestigio de las iglesias, particularmente el de la católica a raíz de las diversas acusaciones de abusos sexuales a menores de edad.
“Todos los escándalos de pederastia han afectado el prestigio moral de la Iglesia, las generaciones más jóvenes han dejado de verla como un espacio de provisión de valores, sino como uno peligroso para los valores”, agrega.
Veronique Claire Gauthier, doctora en teología católica y profesora de la PUCP, enfatiza en este último aspecto:
“Quizás no nos demos cuenta aquí en el Perú, pero en Chile, por ejemplo, la mitad de las personas que se decían católicas han dejado de serlo por el tema de los abusos de los sacerdotes y el manejo del Vaticano. Esto ha sido un problema”, señala.
Otra cifra que ha experimentado un leve descenso es la de sacerdotes en el mundo. En el 2013, año en que el papa Francisco se convirtió en Sumo Pontífice, existían 415,248 sacerdotes (tanto diocesanos como religiosos) a nivel global, según la Agencia Fides del Vaticano. Para el 2022 -última cifra disponible-, eran 407,7730 (alrededor de 2% menos).
Actualmente, Europa concentra cerca del 40% de sacerdotes en el mundo, seguido por América (30%).
Los retos León XIV en el mundo moderno
Ante este panorama, el primer papa americano enfrenta retos importantes para acercar el catolicismo a la población.
Juan Dejo, sacerdote jesuita y vicerrector de Investigación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, apunta que la Iglesia Católica debe continuar con el recambio trazado por Francisco.
“En el pasado, la Iglesia ha sido muy paternalista y clerical. Todos los fieles decían solo ‘amén’. Los curas y religiosos dicen qué hacer, y que los demás no hagan nada. Por eso, el papa Francisco promovió una iglesia sinodal. La iglesia debe pasar por un cambio. Espero que el papa León XIV continúe con esa visión”, señaló.
En opinión de Fonseca, la Iglesia católica enfrenta el desafío de adaptarse a los cambios del mundo occidental contemporáneo, lo cual implica “seguir abriendo la iglesia sin partirla”.
“Mientras que en el Sur Global el catolicismo es más conservador, en Europa y occidente los católicos están presionando para que la Iglesia cambie en ámbitos como la sexualidad o la participación de las mujeres, porque las sociedades han cambiado”, indica.
Como se sabe, la gestión del papa Francisco en el Vaticano estuvo marcada por poner en discusión la apertura de la Iglesia católica en aspectos como la aceptación de las personas LGBT y la participación de las mujeres.
“Creo que Francisco va a pasar a la historia como el Papa que se atrevió a abrir brechas en espacios donde la Iglesia, durante siglos, no quiso abrir ninguna. Él empezó un proceso de reforma y apertura al mundo moderno. El reto del siguiente Papa será ver cómo continuar con ello sin romper la iglesia. Y es un reto porque, si los pocos pasos que dio Francisco -que no implican cambio en el dogma ni en la estructura de la iglesia, sino en el estilo pastoral- generaron tanta incomodidad en los sectores más conservadores, imagina si el siguiente Papa se atreve a tocar aspectos más estructurales de la iglesia”, reflexiona Fonseca.
Gauthier, quien coincide con la importancia de reevaluar el rol de la mujer en la Iglesia, agrega un reto fundamental que enfrentará el sucesor es la reconstrucción de la credibilidad de la iglesia, “que ha sido muy mermada por el tema de los abusos (sexuales)”.
La teóloga añade que igual de importante es evaluar cómo se presenta la imagen del dios cristiano hoy en día.
“Creo que hay un problema de cómo se presenta a Dios. Muchas imágenes de Dios no corresponden, uno no puede creer en un anciano, un barbudo sentado en una nube. Ahí hay una dificultad en la transmisión de la fe. Hay que repensar cómo estamos presentando a Dios”.