
En una de las últimas decisiones de la administración de Joe Biden, el gobierno de Estados Unidos anunció esta semana la prohibición de venta en su territorio de vehículos conectados que integren componentes o software ruso o chino, al considerarlos riesgosos para la seguridad nacional.
MIRA: La cuenta regresiva de TikTok: 5 consecuencias de su posible prohibición en Estados Unidos
“China intenta dominar el futuro de la industria automovilística, pero los vehículos conectados con sistemas de software y hardware vinculados a adversarios extranjeros podrían exponer al pueblo estadounidense a riesgos de uso indebido de sus datos sensibles o de interferencia por parte de agentes malintencionados”, afirmó a través de un comunicado Lael Brainard, jefa del Consejo Económico Nacional que aconseja a la Casa Blanca.
El nuevo reglamento, que entrará en vigor de manera paulatina en el 2027 para el software y el 2029 para el hardware, fue fruto de una investigación iniciada en setiembre del 2024 por el Departamento de Comercio y apunta a “proteger la cadena de suministro de vehículos conectados de amenazas externas”.
Cabe señalar que si bien China, el país que más automóviles produce en el año, no vende vehículos conectados en Estados Unidos, marcas como Volvo, Polestar, Buick y Lincoln sí venden autos de origen chino en el mercado estadounidense. Asimismo, Tesla, la marca de vehículos eléctricos del aliado de Trump, Elon Musk, posee una fábrica de autos en Shanghái, quedando en duda cómo quedará afectada por este reglamento.
Frente a la interrogante sobre a qué nos referimos con ‘vehículos conectados’ y qué consecuencias podría tener esta decisión, El Comercio conversó con expertos para despejar estas dudas.
¿Qué es un automóvil conectado?
“Dicho de la manera más simple, un vehículo conectado se refiere a cualquier vehículo que tiene a bordo un sistema de información que esté conectado a una o más redes”, señala a este Diario el director de Tecnologías Emergentes de la PUCP, David Chávez Muñoz. “Estas pueden ir desde la más común, que es el internet, a redes más especializadas como el GPS, redes de comunicación de emergencia, redes de ciudades inteligentes y hasta el reloj atómico del continente, que permite mantener la hora con una mayor precisión”.
Sin embargo, el ingeniero y especialista en ‘ciudades inteligentes’ considera que si se toma en cuenta que la prohibición es por motivos de defensa, los vehículos conectados que preocupan al gobierno estadounidense son aquellos que adquieren información georeferenciada muy precisa que permite la automatización de algunas funciones del automóvil, como el frenado automático presente en los carros modernos a partir del 2009 o los sistemas de corrección automática en la pista (‘lane tracking’) ahora presentes en algunos autos, los cuales requieren que el vehículo reciba y proporcione información muy precisa de sus locaciones.
“Esta información, en manos de un enemigo, puede ser perfectamente utilizable con fines bélicos, por lo que es bastante lógica la medida tomada por Estados Unidos de evitar que esté al alcance de sus rivales geopolíticos”, opina Chávez.
“Es un hecho que el automóvil adquiere información y que esta no se queda solamente en el vehículo, sino que también se comparte con primeros, segundos y terceros que incluyen no solo al usuario, sino al fabricante del vehículo y todo el ecosistema tecnológico que lo alimenta”, remarca. “Y mientras más puntos de accesos tienes, más probable es que esa información se filtre y se use para fines mucho más allá de las licencias, acuerdos y contratos que uno tenga”, remata Chávez
Otro escenario de pelea
La medida ocurre en medio de una creciente tensión entre ambos países, con varios incidentes relacionados al mundo tecnológico como la prohibición por parte de EE.UU. de la venta de chips avanzados para el desarrollo de inteligencia artificial o la inminente restricción de la popular red social TikTok en suelo americano.
“Desde hace algún tiempo hay una dinámica de desacoplamiento económico y de ‘securitización’ de las cuestiones tecnológicas entre Estados Unidos y China”, indica a El Comercio el internacionalista experto en política asiática Jorge Antonio Chávez Mazuelos. “Ejemplo de esto fue el no venderles más chips avanzados que puedan tener un impacto en el desarrollo tecnológico y científico chino, con miras a no fortalecer el poder relativo del país asiático”.

Es así que el especialista invita a no leer esta prohibición como un incidente aislado, sino como parte de una ecuación más grande que es la competencia estratégica entre Washington y Beijing.
“En los últimos años, existe en Estados Unidos una tendencia de intentar traer de regreso la inversión llevada en los años ochenta y noventa del siglo pasado a China. Es algo que se vio evidenciado durante la pandemia, cuando el país se percató de que su pérdida de capacidad y base industrial la ponía en una condición muy vulnerable frente al país asiático”, considera el internacionalista. “Entonces, Washington está impulsando un desacoplamiento con China en materias económicas como una manera de traer de vuelta esa capacidad industrial, generando empleos, reduciendo el déficit comercial, manteniendo su autonomía y no cediendo tecnología crítica a su rival, como es el caso de los chips avanzados. Porque recordemos que estos tienen usos duales, no solo para vehículos y computadoras, sino también para armas”.
No sorprenderá saber que el veto ha causado molestias en Beijing, con la Cancillería china calificando la medida de “proteccionismo típico y una coacción económica”. Chávez Mazuelos afirma que es muy probable que el gigante asiático vaya a tomar una medida de retaliación. “Ya lo vimos en el pasado cuando restringieron la exportación de minerales críticos y tierras raras hacia Estados Unidos”, acota.
Es una situación que en palabras del especialista difícilmente cambiará durante la Administración Trump, señalando que la política de contención a China no solo es algo que tiene consenso entre los republicanos y demócratas, sino que el próximo presidente estadounidense ya se ha quejado por lo que considera una relación desigual entre Estados Unidos y China.
“Yo creo que podría haber una línea de continuidad durante la Administración Trump, que va a tratar de utilizar la medida como una herramienta de negociación”, opina Chávez Mazuelos. “Porque una prioridad para Trump va a ser reducir o eliminar el déficit comercial con China, una cuestión estructural que a él le parece injusta, entendiendo que EE.UU. ha perdido mucho con la globalización al abrir sus mercados y que tiene que haber un comercio que sea más balanceado”, concluye.
TE PUEDE INTERESAR
- Miles de palestinos celebran en Gaza el anuncio de una tregua con Israel
- La alarmante cantidad de políticos, periodistas y activistas de derechos humanos presos en Venezuela desde las elecciones
- Cómo fue el mayor ataque aéreo lanzado por Ucrania contra Rusia desde el inicio de la guerra
- Biden sobre el acuerdo en Gaza: “mi diplomacia nunca cesó los esfuerzos para conseguirlo”
- Cuba inicia excarcelación de 553 presos tras salir de lista de EE.UU. de patrocinadores del terrorismo