
Escucha la noticia
Alentando el fuego destructor
Resumen generado por Inteligencia Artificial
Accede a esta función exclusiva
Resume las noticias y mantente informado sin interrupciones.
La semana pasada, durante una actividad política-universitaria, fue asesinado Charlie Kirk, joven activista conservador estadounidense partidario de Donald Trump. Este repudiable acto –un aviso más de cómo la violencia está presente en la política– trae a la memoria los asesinatos, en recientes campañas electorales, de candidatos a la presidencia de países vecinos al nuestro: en Ecuador, el de Fernando Villavicencio (agosto, 2023); y en Colombia, el de Miguel Uribe Turbay (junio, 2025).
Mientras tanto, en el Perú, cabe recordar que en lo que va del año han asesinado a dos periodistas: el 20 de enero a Gastón Medina, de Cadena Sur, en Ica; y el 7 de mayo a Raúl Celis López, de Radio Karibeña, en Iquitos. Ambos, abatidos a balazos. Teniendo en cuenta el proceso electoral en marcha, tampoco se puede olvidar que hoy los intereses relacionados con negocios ilegales están activos y pretenden consolidar su representación política. Esto puede derivar, sin duda, en una violencia aún mayor.
Por estas razones, es especialmente grave y peligroso el llamado del alcalde de Lima y posible candidato presidencial Rafael López Aliaga a “cargarse” al periodista Gustavo Gorriti –a matarlo, en la jerga lumpen peruana–. Tratándose de una autoridad, no solo es un acto irresponsable. La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) –como otros organismos del gremio– ha entendido la gravedad de la amenaza: “Expresiones de este tipo constituyen una incitación al odio y ponen en grave riesgo la seguridad personal de un periodista reconocido internacionalmente por su trabajo de investigación contra la corrupción y su compromiso con el periodismo independiente”, ha dicho su presidente, José Roberto Dutriz (SIP, 10/9/25).
López Aliaga sabe que los medios son importantes en un proceso electoral, y es probable que con la amenaza a Gorriti pretenda neutralizar a periodistas críticos a su gestión y su enfoque político. El peligro es que su inquina supera toda controversia propia de una discrepancia democrática, y se desliza por las entrañas de la intimidación.
Si, como todo lo indica, los “maestros” de la comunicación de López Aliaga son Donald Trump y Javier Milei, queda claro que el alcalde-candidato va a seguir transitando por la amenaza, el insulto y la diatriba. Seguramente su apuesta por el lenguaje agresivo pretende movilizar emociones como la bronca y la revancha, en un electorado descreído de la actividad política. Supone, quizá, que así conectará con votantes no solo de Lima, sino también de otras regiones. El costo no le interesa en lo más mínimo.

:quality(75)/author-service-images-prod-us-east-1.publishing.aws.arc.pub/elcomercio/9f42d079-ca5b-4d39-a583-74aac0507e9d.png)









