
En estos días en que nuestro país vive los prolegómenos de los comicios que tendrán lugar en abril del 2026, se escucha y lee constantemente que determinado personaje o agrupación política es de derecha o de izquierda. La historia de estas denominaciones se ha referido ya en diversas oportunidades, pero creo que no está de más recordar cómo y cuándo surgieron, incluso en una fecha perfectamente determinada.
La Revolución Francesa estaba en sus inicios. El 7 de julio de 1789 la Asamblea Nacional se convirtió en Constituyente. Ante la amenaza monárquica de disolverla por la fuerza, el pueblo de París se lanza a las calles y toma por asalto la prisión de la Bastilla el 14 de julio. El 4 de agosto es abolido el feudalismo. El gran día llega el 26 de agosto de ese año cuando la asamblea proclama los derechos del hombre y del ciudadano. A partir de ese momento en Francia ya no reinaron los Borbones, sino el pueblo que asumía la responsabilidad de sus propios destinos. Estos principios, que fundaban solemnemente un nuevo orden, serían la base de las modernas constituciones liberales y democráticas.
Dos días más tarde, el 28 de agosto de 1789, fue sometida a voto la supresión de la potestad real para vetar decisiones de la asamblea. El recuento del sí o del no debía hacerse a mano alzada. En la sala de sesiones reinaban la confusión y el nerviosismo. Fue entonces que la presidencia invocó a los delegados para que se repartieran en dos bloques que pudieran distinguirse con facilidad. A la derecha, los partidarios de mantener el privilegio real. A la izquierda, los de abolirlo. Ya estaban claramente diferenciadas derechas e izquierdas, pero en ese momento tal separación pasó desapercibida.
Será más tarde, el 15 de setiembre, cuando Mirabeau, hombre de pasiones violentas y el más grande orador de la época, analiza los grupos que conforman la asamblea, que la denominación haga fortuna y se popularice. Allí están, dice el diputado del Tercer Estado, pasando la mirada sobre ellos: llanura y montaña, derecha e izquierda. Chateaubriand, el ilustre político y hombre de letras, escribiría poco antes de morir en 1848: “He visto terminar y comenzar un mundo. Derecha e izquierda son la metáfora de ese río de sangre entre el mundo que se extingue y el que nace”. En todos los países del mundo que cuentan con un Parlamento, se identifica a la derecha con los partidos conservadores, a los que se oponen los partidos de izquierda, que se denominan progresistas e incluso revolucionarios.