La primavera ha llegado pero un sol engañoso y amenazas de una segunda ola de contagios del COVID-19 para mediados de octubre es todo lo que nos ha dispensado hasta el momento. No se distingue en los rostros de la gente la esperanza de tiempos mejores que suele ir asociada al inicio de esta estación.
Bueno, no en la mayoría de casos, al menos. Porque si nos ponemos rigurosos, podemos identificar a un particular grupo de congéneres que sí daría la impresión de haber sido tocado por algún sucedáneo político de las locas ilusiones que habitualmente llevan a tanto prójimo a cometer desatinos amorosos por estas fechas. Nos referimos, desde luego, a los ciudadanos y ciudadanas a los que, paradójicamente, el sueño de convertirse en presidentes no los deja dormir y que corrieron esta semana a matricularse en un partido que tuviera inscripción electoral para no quedarse sin un huacho en la lotería que se sortea en abril. Al parecer, descubrieron de pronto todos ellos una secreta afinidad con una colectividad política en la que hasta ahora no se les había ocurrido enrolarse y gracias a ello han podido extender sus devaneos presidenciales por unos meses más.
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Algunos de esos aspirantes a ajustarse la ansiada banda recién se estrenan en el oficio de tentar el poder, mientras otros ya conocieron sus sinsabores; pero, sean brotes o rebrotes, ellos han salido a convencernos de que son pimpollos que nos brinda esta primavera. Y en virtud de eso, les corresponde una fumigada preliminar.
—Simplificación administrativa—
Un primer brote es, por ejemplo, George Forsyth, alcalde de La Victoria y flamante incorporación a Restauración Nacional, partido creado hace casi 15 años por el pastor Humberto Lay. Favorito en las encuestas, Forsyth es un auténtico rompecabezas para sus futuros contendores, que no logran descifrar todavía la clave de su éxito. ¿Qué es lo que ofrece, en efecto, este exarquero de Alianza catapultado repentinamente a las ligas mayores de la política? Pues de momento, solo dejar colgados a los vecinos de La Victoria a los que les pidió el voto para llegar a la alcaldía (tiene que renunciar a su cargo municipal para poder postular a la presidencia) y algunos cambios de nombres, empezando por el suyo –"Forzay presidente", proclaman los muros que han decidido adherir su candidatura– y el del partido en el que acaba de inscribirse.
Es seguro que, no bien se dé el ‘play de honor’ de la campaña, no faltará quien le recuerde que nació en Venezuela y otras circunstancias que serán siempre material inflamable en el discurso patriotero. Pero sus verdaderos problemas empezarán, nos tememos, cuando alguien le pregunte qué propone.
Con aires de capullo se insinúa también en la escena electoral Hernando de Soto, que ya en otras oportunidades ha merodeado las escalinatas que conducen a Palacio, pero nunca se había animado a pisarlas tan denodadamente. Según el presidente de Avanza País, Pedro Cenas, el exasesor de Keiko Fujimori ya se habría inscrito en ese partido y será, efectivamente, su candidato presidencial: todo un prodigio de simplificación administrativa, pues las elecciones internas de la organización en cuestión todavía no se han celebrado.
Si su postulación se concreta, estamos seguros de que, por propuestas, De Soto no se quedará. Las habrá para titular la propiedad informal y “apalancar” capital para propósitos varios –su “idea suche”– y también para ir tras la pista del calamar gigante. Sus disquisiciones más intrincadas, no obstante, girarán sin duda en torno a los recientes funerales de su gato y las ceremonias que, a su entender, son equiparables a aquella.
Un rebrote con todas las de la ley, en cambio, es el de Verónika Mendoza, quien ya postuló a la presidencia en las elecciones del 2016 y ocupó en ellas el puesto que tradicionalmente ocupaba Lourdes Flores: tercera. Como se sabe, ella estuvo tratando de inscribir a Nuevo Perú ante el ROP para participar en los comicios del próximo año con colores propios, pero el tiempo y las firmas se le escurrieron entre los dedos y, en consecuencia, parece haber descubierto que en realidad bien podía militar en otro partido. Todo indica, pues, que será la portaestandarte de Juntos por el Perú, que recoge en su seno a otros clubes igualmente comprometidos con el mañana pero sin inscripción, como el Partido Comunista, Fuerza Social y Patria Roja. Los albaneses, dicen los rumores, no fueron aceptados por blandengues.
El rebrote de Verónika, por otra parte, vendrá acompañado inexorablemente de algunos otros. Como, por ejemplo, el de los apuntes en las agendas de Nadine con una letra que ella primero rechazó tajantemente que fuese suya, para luego terminar diciendo “no lo niego categóricamente”, así como el de sus contorsiones retóricas para evitar llamar a la dictadura chavista por su nombre. En el fondo, lo que ella librará es un mano a mano por la primacía en el campo izquierdista con Marco Arana y el Frente Amplio, que tras los resultados de las elecciones parlamentarias de enero le vienen haciendo muecas desde el otro lado de la valla.
—Desamparados—
Existen, por supuesto, otros aspirantes a la presidencia prestos a matricularse en algún partido –o más bien, en cualquier partido– que les ofrezca el trampolín de sus sueños, pero más que brotes, se diría que son erupciones o sarpullidos. Todos sabemos cuáles son, de manera que no hace falta mencionarlos.
Baste decir que son como los actores de reparto en el triste estreno de esta estación que parece decidida a desampararnos.