"El querido y siempre recordado presidente Fernando Belaunde Terry, ejemplo indiscutible de señorío, buen hacer y modelo de pulcritud moral y ética en todos sus actos, personales y públicos". (Foto: Archivo Histórico El Comercio)
"El querido y siempre recordado presidente Fernando Belaunde Terry, ejemplo indiscutible de señorío, buen hacer y modelo de pulcritud moral y ética en todos sus actos, personales y públicos". (Foto: Archivo Histórico El Comercio)
Héctor López Martínez

Aplaudo con entusiasmo y nostalgia el reciente triunfo en las urnas que ha obtenido . Y digo nostalgia porque Acción Popular, sus fastos e infortunios son absolutamente inseparables de su fundador e ideólogo, el querido y siempre recordado presidente , ejemplo indiscutible de señorío, buen hacer y modelo de pulcritud moral y ética en todos sus actos, personales y públicos.

Es importante que los militantes de Acción Popular, muchos de ellos muy jóvenes que no alcanzaron a conocer y escuchar al arquitecto Belaunde, recuerden siempre que existen dos puntos fundamentales de la ideología partidaria: la acción popular, de donde tomó nombre en 1956 la entidad política, y la ley de hermandad. Líderes destacados de Acción Popular, quienes por diversas razones estuvieron cerca de Fernando Belaunde, conocieron y oyeron sus constantes enseñanzas impregnadas de peruanidad y hondo sentido histórico, como Raúl Diez Canseco, Víctor Andrés García Belaunde y Alfredo Barnechea, han recordado en los últimos días la doctrina partidaria.

Quiero hacer un pequeño aporte acudiendo a las fuentes escritas del fundador, quien respecto a la acción popular dijo: “Por acción popular ha dado frutos el desierto. Fue la acción popular la que inspiró a Túpac Amaru su sacrificio, a Castilla sus campañas, a Arequipa sus rebeldías. La acción popular se expresó en la montonera pierolista cuyas víctimas morían sin una queja, anónimamente, por un ideal. Por acción popular los pueblos apartados de la serranía suplen con su esfuerzo los olvidos y postergaciones de los gobiernos centralistas y frívolos”.

“La cooperación popular no tiene ni puede tener color político. Yo hago un llamado cordial a todos los partidos. Nosotros escogimos ese nombre porque lo admirábamos pero consideramos que la cooperación popular, que significó los caminos del inca, los tambos que aseguraban el sustento, las andenerías, Sacsayhuamán, Ollantaytambo y Machu Picchu es algo demasiado grande para pertenecer a un partido, a un grupo, y yo sé que en todas las agrupaciones políticas militan ciudadanos que tienen desde tiempo atrás contraídos grandes méritos en la práctica de la cooperación popular”.

Sobre la ley de hermandad, tomada por Belaunde de los “Comentarios Reales”, del Inca Garcilaso de la Vega, el gran cronista mestizo, una de sus lecturas favoritas, señaló que, en cumplimiento de ella, “las comunidades [del incario] salían a resolver, conjuntamente y con esfuerzo desinteresado, los problemas comunes. Ley de hermandad que nunca debe dar lugar a divisiones, sino ser la herramienta más eficaz en la construcción del mayor monumento que pueda tener un pueblo cual es el monumento a la unidad nacional, al poderío de la patria, a la gloria de la república”. No es posible ser más preciso ni claro.

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