Claudia Chiroque

“Designar, a partir del 17 de abril del 2025, al señor JUAN JOSÉ SANTIVAÑEZ ANTÚNEZ en el cargo de jefe de la Oficina General de Monitoreo Intergubernamental” dice la resolución que oficializa el regreso del tantas veces cuestionado y hace un mes censurado ministro del interior.

¿Nos sorprende? Y la respuesta es un rotundo no, varias columnas he dedicado a explicar la renuencia al cambio ministerial urgente frente a los errores groseros del señor Santivañez y a su pésima gestión en la carrera. Sin embargo han sido sus dotes “sobonas” ese requisito de supervivencia y cercanía frente a la necesidad presidencial de tener un círculo de contención incondicional sobre todo contra el reloj al 2026 lo que, a como dé lugar, lo hace regresar con cargo inventado nuevo.

Pero hoy quiero enfocarme en algo más, por si se nos olvida que quienes pagamos los sueldos estatales somos todos nosotros con nuestros impuestos y terminamos subvencionando la necedad, casi que capricho de la presidenta que no sabe estar y menos defenderse sola.

Le queda, cómodamente, un año a Santivañez y a la oficina de monitoreo gubernamental cuyo costo ascenderá a 245 mil 952 soles anuales. Un despilfarro más y aquí no pasa nada.

Sin embargo ya el 2024 ha significado un año de malgasto tan irracional como el regreso de Santivañez, por eso es importante lo que el periodista Alonso Dávila ha revelado el domingo en Cuarto Poder. Las cuentas han quedado claras y las gollerías también. El reportaje detalla el gasto de dos millones de soles destinados a la vida fit institucional, se destinaron cinco órdenes de servicio a un entrenador personal a disposición de los trabajadores del Ministerio, además de un programa de vacaciones útiles para los hijos del personal, y como no también a un curso de habilidades blandas y al merchandising que vanagloriaba el “liderazgo” de Santivañez.

Se suman a la lista de gastos; servicio de coffee break y la “copa MININTER” también pagados por supuesto con nuestro dinero.

Ya ven que a quien hay que monitorear es al señor Juan José Santivañez, la pregunta es la de siempre ¿quién o quiénes serán capaces de tener la sensatez de hacerlo? Me pregunto además, ¿cuándo va a ofuscar esta decisión al Congreso? y en simultáneo me contesto: nunca. Porque si algo tienen en común es el gusto por el derroche de lo ajeno.

Le corresponde entonces a Contraloría seguir el rastro de estos gastos. Advertidos están.

Estimados lectores, la semana santa y ahora mismo la muerte del Papa Francisco, sin duda han girado la atención. Pero en unos días volveremos a asistir otro capítulo del desgastante y desgastado protagonismo del ex ministro que nos recordará que este es el gobierno donde “todos vuelven” porque aunque ya todos vimos la realidad, la señora Boluarte decide cerrar los ojos. Menuda memoria presidenta, que se corre el riesgo de coleccionar exs que terminan siendo sus más grandes pesadillas, Otárola lo sabe bien.


*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Claudia Chiroque es periodista y abogada

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