POEMAS REUNIDOS, de Abelardo Sánchez León
Uno de los lanzamientos más afortunados de la pasada FIL-Lima es esta reunión de la poesía de Abelardo Sánchez León: diez títulos escritos a lo largo de 47 años (1969-2016), una obra que comenzó con Poemas y ventanas cerradas, publicado por La Rama Florida de Sologuren; y llega hasta la misteriosa música de El habitante del desierto.
Releer a Sánchez León, sobre todo así, en conjunto, permite nuevas sorpresas –como suele suceder con los poetas de valía– y algunas confirmaciones. Desde el principio muestra ya sus marcas, un lenguaje limpio y coloquial (no se entienda simplista: es exactamente lo opuesto) que cobra gran expresividad. Eso, además de estar atento al ritmo de la ciudad mientras confronta el pasado y la circunstancia personal, nostalgia e ironía, lo emparentó –no asoció– con otros poetas setenteros como Pimentel, Verástegui, Watanabe.
Con Oficio de sobreviviente (1980) la poesía de ASL se vuelve más sofisticada, pero gana en amargura y desencanto, un camino que se refuerza en Oh túnel de La Herradura (1995) y llega a su doloroso esplendor en El mundo en una gota de rocío (2000), libro conmovedor donde los haya. Y sigue hasta hoy. El ciclo pasó de un yo en búsqueda, heredero de una clase, que crece, sufre, se extraña; atravesó el dolor innombrable; y viene envejeciendo con resignación y cierto humor melancólico.
Dos elementos extras recorren los libros: la eterna constatación de la materialidad corporal (y su enfermedad o finitud). Y el agua, donde la voz poética nada, se cobija, flota en silencio. Toca bracear en estos versos: todos emergeremos transformados
FLORES NOCTURNAS, de Miguel Bances
Tras 20 años inédito desde el notable Límites de Eduardo, Bances vuelve a la ficción con este conjunto de seis cuentos más una nouvelle donde impera una atmósfera entre onírica y perturbadora: está la historia de la pareja encerrada por un temor inexplicable, la del burócrata amante del box, la del jardinero desvelado, la del yugoslavo extraviado en sus recuerdos. “Los días, el pozo” es un logro metatextual que enfrenta la depresión con los juegos de memoria.
INCENDIAR EL PRESENTE, de Enrique Cortez
Este libro busca seguir pensando la representación literaria de la época de la violencia interna, concentrándose en el cruento periodo de 1984 y 1989, y dando especial valor al peso testimonial de las ficciones y al trabajo de archivo. La introducción es importante y polémica, y los seleccionados –desde Julián Pérez Huarancca hasta Carmen Luz Gorriti, pasando por Luis Nieto Degregrori y Pilar Dughi– quienes nos permitirán una revisión de la historia.
FINA ESTAMPA, de Mario Testino
Desde que hiciera un editorial de moda para Vogue, Testino se vio seducido por los caballos de paso como una forma de reconectarse con su identidad nacional. Así, tras una breve nota introductoria, aquí vemos a las bellas bestias en su plenitud, andando como si bailaran marinera, imponentes y elegantes; así como chalanes, ganaderos, campos y escenarios donde se siguen criando. La edición es bilingüe.