Lleva años desarrollar y aprobar nuevos medicamentos antivirales. (GETTY IMAGES)
Lleva años desarrollar y aprobar nuevos medicamentos antivirales. (GETTY IMAGES)
BBC News Mundo

El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, anunció recientemente la creación de un grupo de trabajo antivirus para “potenciar” el desarrollo de nuevos medicamentos antivirales.

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En una conferencia de prensa en Downing Street, Johnson dijo: “La mayoría de la opinión científica en este país sigue firmemente convencida de que habrá otra ola de covid en algún momento este año”.

El primer ministro espera tener medicamentos antivirales disponibles en el otoño para ayudar a sofocar esta tercera ola.

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Si bien existen medicamentos antiinflamatorios que reducen el riesgo de muerte por covid, como la dexametasona y el tocilizumab, estos solo se administran a personas hospitalizadas con covid grave.

Pero Johnson quiere medicamentos que se puedan tomar en casa, en forma de píldoras, que impidan que las personas terminen en el hospital conectados a un ventilador.

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Por lo general, lleva años desarrollar y aprobar nuevos medicamentos antivirales porque el proceso de descubrimiento implica un trabajo minucioso de identificación de compuestos químicos que atacan al virus y luego probar su eficacia y seguridad.

Por esta razón, los científicos también están estudiando la posibilidad de reutilizar medicamentos existentes que hayan sido aprobados para tratar otros virus o enfermedades.

A diferencia de los antibióticos de amplio espectro, que se pueden usar para tratar una amplia gama de infecciones bacterianas, los medicamentos que actúan contra un tipo de virus rara vez funcionan para tratar otros virus.

Por ejemplo, el remdesivir, desarrollado originalmente para el tratamiento de la hepatitis C, se sugirió en un momento como tratamiento para la covid, pero los ensayos clínicos han demostrado que solo tiene un efecto limitado contra este coronavirus.

La razón por la que hay pocos antivirales de amplio espectro efectivos es que los virus son mucho más diversos que las bacterias, incluso en la forma en que almacenan su información genética (algunos en forma de ADN y otros como ARN).

A diferencia de las bacterias, los virus tienen menos componentes proteicos propios a los que se puede atacar con medicamentos.

Boris Johnson anunció la creación de un grupo de trabajo para desarrollar antivirales contra el coronavirus. (REUTERS)
Boris Johnson anunció la creación de un grupo de trabajo para desarrollar antivirales contra el coronavirus. (REUTERS)

Para que un fármaco funcione, tiene que alcanzar su objetivo.

Esto es particularmente difícil con los virus porque se replican dentro de las células humanas al secuestrar nuestra maquinaria celular.

El fármaco debe penetrar en las células infectadas y actuar sobre procesos que son esenciales para el funcionamiento normal del cuerpo humano.

Como era de esperar, esto a menudo resulta en daños colaterales a las células humanas, experimentados como efectos secundarios.

Dirigirse a los virus fuera de las células, para evitar que se afiancen antes de que puedan replicarse, es posible, pero también es difícil debido a la naturaleza de la envoltura del virus.

La envoltura viral es extraordinariamente robusta, resistente a los efectos negativos del medio ambiente que enfrenta en el camino hacia su huésped.

Solo entonces descompone o expulsa su contenido, que contiene su información genética.

Este proceso puede ser un punto débil en el ciclo de vida del virus, pero las condiciones que están controladas por la liberación son muy específicas.

Si bien los medicamentos que se dirigen a la envoltura del virus parecen atractivos, algunos aún pueden ser tóxicos para los humanos.

Difícil pero no imposible

A pesar de estas dificultades, se han desarrollado medicamentos para tratar virus como la influenza y el VIH.

Algunos de estos fármacos se dirigen a los procesos de replicación viral y al ensamblaje de la envoltura viral.

También se han identificado objetivos farmacológicos prometedores en los coronavirus.

La envoltura de los virus es extraordinariamente robusta, resistente a los efectos negativos del medio ambiente. (GETTY IMAGES)
La envoltura de los virus es extraordinariamente robusta, resistente a los efectos negativos del medio ambiente. (GETTY IMAGES)

Pero desarrollar nuevos medicamentos lleva mucho tiempo y los virus mutan rápidamente.

Entonces, incluso cuando se desarrolla un medicamento, el virus en constante evolución pronto podría desarrollar resistencia al medicamento.

Otro problema en la lucha contra los virus es que varios de ellos, como el VIH, el virus del papiloma y el herpes, pueden permanecer durmientes.

En este estado, las células infectadas no producen ningún virus nuevo. La información genética del virus es lo único viral presente en las células.

Los medicamentos que interfieren con la replicación o la envoltura del virus no tienen nada contra quien actuar, así que el virus sobrevive.

Cuando el virus durmiente vuelve a activarse, es probable que los síntomas vuelvan a aparecer y, por lo tanto, es necesario un tratamiento adicional con un fármaco.

Esto aumenta la posibilidad de que se desarrolle resistencia al fármaco, ya que el virus experimenta durante más tiempo la selección inducida por el fármaco para las variantes resistentes.

Aunque todavía estamos empezando a comprender el ciclo de vida de los coronavirus, hay indicios de que pueden persistir durante un tiempo prolongado, particularmente en pacientes con inmunidad débil, lo que resulta en el problema adicional de la creación de cepas de virus más resistentes.

La investigación para comprender cómo funciona el coronavirus ha avanzado mucho en poco tiempo, pero cuando se trata de desarrollar antivirales, aún quedan muchas preguntas por responder.

Con el posible resurgimiento de infecciones que se espera para finales de año, el grupo de trabajo antiviral tiene mucho trabajo por delante.

* Pavol Bardy es investigador asociado de virología estructural de la Universidad de York, Fred Anston es profesor de química de la Universidad de York, y Oliver Bayfield es investigador asociado de química de la Universidad de York.

Este artículo se publicó originalmente en The Conversation. Puedes leer la versión original y ver los vínculos a los estudios científicos .

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