Durante los últimos días, un zorro andino, apodado Run Run, mantuvo a las autoridades y vecinos de Comas atentos a sus movimientos. Vendido como un perro en el Centro de Lima, el animal silvestre deambuló buscando comida, y también estuvo en contacto con animales domésticos. Hoy se encuentra ya, tras una intensa búsqueda, en el Parque de las Leyendas.
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Pero, más allá de lo anecdótico, este caso muestra una problemática poco visibilizada en el país: el tráfico ilegal de animales salvajes. Si bien sacar de su hábitat, comercializar y comprar fauna silvestre de origen ilegal es un delito, esto sucede cotidianamente.
Se los adquiere para criarlos como mascotas, por su carne, su piel o por sus presuntos beneficios curativos. Así, los loros son arrancados de su zona de origen y traídos a las ciudades para vivir en jaulas; otros animales son comprados por el consumo de ‘carne de monte’, incluso partes de sus cuerpos son extraídas para ‘tratar’ enfermedades. En otros casos, sus pieles, colmillos o todo su cuerpo son utilizados como adornos.
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Erika Alandia, investigadora boliviana en enfermedades de fauna silvestre, habla sobre el último eslabón de la cadena de tráfico:
“En el tráfico de fauna silvestre ¿quién compra? Son los ciudadanos los que buscan un animal silvestre para tenerlo de mascota o para comer carne del monte. Ese animal llega hasta mi casa porque lo estoy buscando y estoy pagando un precio para que me lo traigan. El animal no va a llegar solo, va a venir con sus patógenos […] Esos animales silvestres no solamente mueren en el proceso, porque por cada animal que llega al mercado han muerto nueve. Y ese que logró sobrevivir, vino en condiciones de alto estrés que hacen que estén eliminando más patógenos”.
En esa misma línea, la investigadora de la Universidad de California, Marcela Uhart, advierte: “Los animales silvestres tienen su propia carga de virus, si los sacamos de sus sitios, los metemos en los mercados, los hacinamos, los estresamos, no les damos de comer, les bajamos su inmunidad, etc. entonces los virus se van a diseminar”.
Peligro para la salud de los animales y de las personas
El tráfico de fauna silvestre, además, pone en peligro no solo la salud de estos animales, sino de las propias personas, ya que aumenta la probabilidad de la propagación de enfermedades zoonóticas, que son males transmitidos de animales (silvestres y domésticos) a personas a través de la exposición directa o indirecta.
Es decir, los patógenos desconocidos que viven en animales silvestres pueden desencadenar enfermedades peligrosas, como sucedió con el COVID-19, pues se considera que el coronavirus SARS-CoV-2 pasó de un murciélago a un animal intermedio -en este caso el pangolín, la especie más traficada de Asia- y luego llegó a los humanos.
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El último Informe Global sobre los Delitos contra la Vida Silvestre de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) alerta sobre los peligros de las actividades humanas, como la deforestación y los cambios del uso de suelos para la agricultura, para la fauna silvestre:
“Mientras más frecuente sea el contacto entre humanos y vida silvestre, la probabilidad de transmisión de patógenos de origen animal a los seres humanos será más probable, debido a la comercialización de forma clandestina de fauna silvestre […] Sin interferencia humana a través de la captura, sacrificio, venta, tráfico, comercio y el consumo de vida silvestre, la evolución y transmisión del coronavirus que causa COVID-19 habría sido altamente improbable”, señala el documento.
Pero el peligro no solo es para las personas. Los animales silvestres, al estar en mayor contacto con zonas pobladas debido a que son obligados a buscar alimento más allá de su hábitat, también se encuentran en peligro porque están expuestos a patógenos para los cuales no están preparados o son más susceptibles, como sucedió, por ejemplo, en 2015 en Argentina con los monos aulladores rojos en peligro por los constantes brotes de fiebre amarilla que se daban en el país.
Las nuevas enfermedades infecciosas
El mayor contacto que se da entre especies silvestres y los humanos sucede en diversos escenarios, ya sea cuando las personas quieren ganar terreno al bosque para la agricultura, por lo cual se avanza sobre su hábitat natural. Otros grupos, en cambio, ingresan a estos lugares directamente a buscar animales como monos, loros, tortugas, felinos y roedores para comercializarlos en mercados locales, principalmente por su carne y partes del cuerpo.
“Lo que ocurre es que estamos cada vez en más contacto con estas especies [silvestres] y en muchos casos de una manera forzada, a través del [comercio en] los mercados, el comercio ilegal, etc.; eso es lo que está generando oportunidades para que un virus pase de un animal a un humano. Pero tiene que ver principalmente con comportamientos humanos”, explicó a El Comercio Marcela Uhart, veterinaria de la Universidad de California Davis y quien dirige la rama latinoamericana de PREDICT, una iniciativa que identifica virus que puedan volverse amenazas pandémicas futuras.
Los patógenos, como bacterias o virus, viven en animales silvestres, que son conocidos como especies reservorio; viven en su organismo sin causarles daño. El problema, explica la experta, surge cuando estos animales entran en contacto con las personas, que no tienen inmunidad contra estos patógenos. PREDICT ha identificado más de 1.200 virus capaces de pasar de animales a humanos, entre ellos 160 de la familia de coronavirus.
Y este no es un escenario teórico. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cerca del 75% de las enfermedades infecciosas emergentes que han afectado a los humanos durante las últimas tres décadas se originan en animales; el 60% provienen de animales silvestres.
“La importancia de las enfermedades de la fauna silvestre no solo radica en el impacto que pueden generar sobre la salud animal, sino también sobre la salud humana; por ello, la relevancia de gestionar y vigilar sanitariamente a este grupo de especies”, dicen investigadores peruanos en su reciente artículo ‘Gestión y vigilancia sanitaria de la fauna silvestre en el Perú'.
Como señala Pedro Cattan, de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la Universidad de Chile, “numerosas enfermedades infecciosas emergentes son zoonosis y la fauna silvestre puede operar como una fuente importante de patógenos emergentes previamente desconocidos. Análisis de secuencias de ácidos nucleicos han demostrado transmisión directa de influenza aviar a humanos y han permitido identificar varios primates como reservorios naturales para virus similares al VIH. Otros virus como el Ebola y el Marburg en Africa, Madagascar y Filipinas, el Hendra y el Menangle en Australia y el Nipah en Malasia y Singapur, parecen tener como reservorios principalmente a murciélagos frugívoros”.
Pero no solo nos exponemos a enfermedades desconocidas, sino algunas que ya afectan a la población, o que han desaparecido. Un ejemplo de ello es lo hallado por un equipo de investigadores peruanos de la Universidad Científica del Sur que identificó ‘Salmonella enterica’ -una bacteria responsable de la enfermedad infecciosa salmonelosis- en carne de un roedor silvestre vendido en Iquitos.
El artículo publicado en la revista Foodborne Pathogens and Disease muestra que un 40% de las muestras analizadas de carne de paca (Cuniculus paca), un roedor ampliamente consumido en la Amazonía del país, tenía ‘Salmonella’ resistentes a diversos antibióticos.
Las amenazas a la fauna silvestre
En el país, se decomisan más de 5.000 ejemplares de fauna silvestre y más de 300 especies están amenazadas por el tráfico ilegal, según el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor).
Esta problemática afecta diversos países. La Union Internacional para la Conservación de la Naturaleza señala que “las principales amenazas a la fauna silvestre son la destrucción de los hábitats, la introducción de especies exóticas invasoras, la contaminación ambiental, el cambio climático, la sobreexplotación y comercio ilegal de especies, y la aparición de enfermedades”.
En suma, coinciden los expertos y entidades internacionales, el tráfico de especies silvestres -con todas las actividades irregulares e ilegales que lo acompañan- pone en peligro no solo a los mismos animales, sino también a las personas, y la pandemia de COVID-19 es muestra de ello.
Datos:
- El tráfico ilegal de fauna silvestre puede ser sancionado con la cárcel y con el pago de multas que son superiores a S/ 40.500. Según el Código Penal, “el que caza, captura, recolecta, extrae o comercializa especies de flora o fauna que están legalmente protegidas será reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres años”.
- En el congreso se ha presentado el proyecto de ley 196/2021 que busca tipificar al tráfico de fauna silvestre como crimen organizado, con el objetivo de reducir esta problemática.
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