Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) más de 1500 millones de personas -en todo el mundo- viven con pérdida de audición y, esta cifra podría aumentar a más de 2500 millones en 2030. La exposición a ambientes ruidosos, y el uso de audífonos y dispositivos electrónicos a alto volumen aumentan el riesgo.
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“Vivimos en ciudades ruidosas. Y hablar por teléfono o usar auriculares a alto volumen para tapar el ruido exterior puede dañar nuestra salud auditiva”, afirma la fonoaudióloga Mirta Sterin, jefa del sector de Audiología del Hospital de Clínicas de Buenos Aires. “El uso prolongado de auriculares -especialmente aquellos que se colocan dentro del oído- debido al teletrabajo, las conferencias en línea y las comunicaciones remotas-, están generando un aumento de los problemas de audición”, advierte por su parte María Agustina Leiro, fonoaudióloga del equipo GAES Amplifón.
No todos los audífonos son iguales
Sin embargo, no todos los audífonos son iguales y es importante prestar atención a su diseño y forma de uso para preservar la capacidad auditiva.
Más allá de si son inalámbricos o no, los audífonos de casco o d son los más aconsejables, ya que cubren la oreja por completo y permiten aislar el ruido exterior, con lo que no requieren subir el volumen en lugares ruidosos, coinciden las especialistas. Y alejan la fuente de sonido del tímpano. Aquí hay dos variantes: los supraaurales son más pequeños y se ubican encima de la oreja; los circumaurales, más grandes, la rodean por completo.
En tanto, los auriculares de inserción dentro del oído (intrauriculares, o in-ear, según su denominación en inglés) pueden ser perjudiciales, ya que acercan el sonido al tímpano. Sobre todo aquellos que se introducen totalmente en el oído y los que no tienen aislamiento del ruido externo, advierte la fonoaudióloga Sterin, y agrega que “el volumen no debe sobrepasar los 85 decibeles (dB), ya que superado ese nivel, existen riesgos de daño auditivo. Además, hay que tener en cuenta el tiempo de exposición. Se aconseja no usar auriculares más de 8 horas diarias”.
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No obstante, cualquiera sea el tipo de audífonos, hay que tomar algunos recaudos para su uso: mantenerlos higienizados (con un algodón o trapo limpio embebido y escurrido en alcohol), y evitar compartirlos. Sobre todo aquellos que se introducen en el oído. Y usarlos a un volumen inferior al 60% del máximo, permitiendo escuchar los sonidos que nos rodean. También es importante tomar descansos regulares después de los 60 minutos de uso, recomienda por su parte la fonoaudióloga Leiro, y subraya que “el silencio siempre es una oportunidad que tiene la mente para relajarse, eliminar la ansiedad y el estrés, lo que resulta beneficioso también para nuestra salud auditiva y para nuestro cerebro”.
Contaminación auditiva
Actualmente, de acuerdo a la OMS, el ruido es el factor ambiental que provoca más alteraciones en la salud después de la contaminación atmosférica. Entre los principales problemas se cuentan la pérdida de audición (sensación de “oído ocupado o tapado”, zumbidos y disminución de la sensibilidad auditiva), factores psicológicos (estrés, ansiedad, irritabilidad y depresión) y fisiológicos (alteración de la frecuencia cardíaca y respiratoria, y alteraciones del sueño, entre otros).
El impacto negativo que el ruido tendrá en nuestra audición depende de la combinación de tres factores: duración, frecuencia e intensidad. “De ahí el riesgo del ruido ambiental en las grandes ciudades, donde estamos expuestos a altas intensidades sonoras durante tiempos prolongados”, explica Sterin.
“La OMS recomienda que los niveles de ruido durante el día no excedan los 55 decibeles y un valor máximo nocturno de 40 decibeles para prevenir efectos adversos sobre nuestra salud”, apunta la jefa de Audiología del Hospital de Clínicas.
“Como ciudadanos, debemos informarnos, cumplir y hacer cumplir las normas vigentes y fomentar políticas educativas que promuevan conciencia social sobre las consecuencias, muchas veces irreversibles, que genera la exposición al ruido”, sostiene la especialista.
Por otro lado, “es conveniente realizar una consulta a un servicio de Otorrinolaringología en el caso de detectar síntomas como zumbido en los oídos (tinnitus) y la disminución en la capacidad de distinguir el habla (hipoacusia)”, apunta la fonoaudióloga Leiro. “Y así como vamos al dentista o al clínico, debemos concurrir también a un profesional del oído para hacer una revisión periódica”, aconseja.
María Gabriela Ensinck
La Nación de Argentina / GDA
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