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Mucho del secreto de “Cobra Kai” (vía Netflix) está en la elección del tono. Es una cuestión de modulación casi musical: la forma en que se cuenta una historia. ¿Con qué tono podía narrarse hoy la vida adulta de Daniel LaRusso (Ralph Macchio) y Johnny Lawrence (William Zabka), los adolescentes que pelearon por la misma chica (Elizabeth Shue), pero también por el honor, en el clásico drama familiar “Karate Kid” (1984)?
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Con el pesado bagaje cultural detrás de la saga de John G. Avildsen –quien hizo además dos secuelas–, ya deformada como fetiche sentimental ochentero, “Cobra Kai” podía ser un fracaso si se tomaba muy en serio. Y seguir a Daniel LaRusso, el chico bueno con una imagen ya desgastada, podía ser otro chasco. La decisión correcta era, entonces, hacer, del antiguo villano, el nuevo protagonista. Y no partir del drama, sino de la comedia.
“Cobra Kai”, que toma el nombre de la academia de karate de Johnny Lawrence, es, entonces, una serie que invierte las reglas de juego de los filmes primigenios. Más que la continuación de un mundo, es una subversión. Una subversión respetuosa: mientras conocemos a los personajes, más de 30 años después de su enfrentamiento adolescente, se insertan con cuidado algunas secuencias icónicas filmadas por Avildsen.
La serie es, por lo que acabamos de decir, un constante viaje en el tiempo. Pero también es un universo paralelo: el conocimiento del villano –a imagen y semejanza de los tipos duros y fracasados de Clint Eastwood–, y sobre todo el acceso a su compleja humanidad, obliga al espectador a releer todo el pasado fílmico de “Karate Kid” –que en la antigua saga solo veía la perspectiva de LaRusso y no la de Lawrence.
“Cobra Kai” es, entonces, un artefacto estético de varias capas, de múltiples perspectivas, de sutiles heterocronías. Eso la hace muy moderna, aunque parezca sencilla o hasta prosaica. Ese es otro truco de la serie, y por eso vuelvo a su tono de base, que es el de la comedia: el espectador creerá que está frente a una historia simpática y ligera, pero conforme avanzan los capítulos la comedia mostrará un interesante drama.
‘Cobra Kai’ es un artefacto estético de varias capas, de múltiples perspectivas, de sutiles heterocronías
Y, en efecto, ya desde la primera temporada, la historia de Lawrence comienza a desplegar un nuevo duelo con LaRusso. Pero nosotros estamos con Lawrence, quien perdió en el juego de la vida. Todo se invierte: si antes LaRusso era un chico frágil de la clase trabajadora; ahora es un chirriante empresario adinerado al que le sobra el éxito. Y si antes Lawrence era un chico de familia acomodada, ahora es un ‘loser’, puro ‘white trash’.
Quizá el encanto del Johnny Lawrence adulto es que, si bien él es el que carga con el signo del fracaso –marcado por su pelea en el campeonato de karate escolar con LaRusso–, también es el que se quedó con la mística. Nada más humano que Lawrence: va y viene del alcoholismo, de la soledad y la culpa. Es un atormentado que, sin embargo, decide defender al joven inmigrante latino que acaba de llegar a su vecindario.
La serie tiene otras virtudes, como su perspectiva crítica del presente: Lawrence, en sus modos anacrónicos, no deja de ridiculizar cierta tendencia actual hacia la auto conmiseración o el infantilismo. También hay un auto cuestionamiento moral constante en los protagonistas, así como una reflexión sobre la relación conflictiva que los define como una condena eterna. Y si bien no todo funciona a la perfección –el diseño de la familia LaRusso no tiene la solidez necesaria–, “Cobra Kai” es audaz, detallista, y, como querían que sea el cine los pioneros de Hollywood: es inteligente y divertida.

LA FICHA
Título original: “Cobra Kai” (dos temporadas).
Género: Comedia, drama.
País y año: EE.UU., 2018.
Directores: Josh Heald, Jon Hurwitz, Hayden Schlossberg.
Reparto: William Zabka, Ralph Macchio, Mary Mauser, Xolo Maridueña, Tanner Buchanan.
Calificación: ★★★1/2.