Los Juegos de Tokio 2020 se realiarán en el 2021 pero mantendrán su nombre. (Foto: EFE)
Los Juegos de Tokio 2020 se realiarán en el 2021 pero mantendrán su nombre. (Foto: EFE)
/ KIMIMASA MAYAMA
Christian Cruz Valdivia

Las primeras noticias que llegaron al Perú sobre los Juegos Olímpicos datan de abril de 1896, sobre la inauguración y los primeros ganadores de algunas pruebas de atletismo. Más de un siglo después la información no es la misma, y la postergación de Tokio 2020 deja mucho por analizar, desde la condición que se la da a cada deportista hasta los intereses que rodean a un evento de esta envergadura.

Tokio fue la primera ciudad asiática en ser sede de los Juegos Olímpicos, allá en 1964, y ahora pasará a ser la primera en la historia en organizarlos en un año distinto al que lleva el nombre. A mediados del 2021 se desarrollará Tokio 2020.

No es la primera vez que la ciudad nipona sufre un revés en su camino a realizar los Juegos. En 1940, la segunda guerra entre China y el imperio japonés –que se libró de 1937 a 1945– la obligó a desistir de la cita, así como a Sapporo de los Juegos de Invierno. Tras ello, tuvieron que pasar 24 años para que viviera la emoción olímpica. Ahora tendrá que esperar solo un año más debido a la gran amenaza del coronavirus.

¿Por qué se mantiene el nombre de Tokio 2020? En principio, se debe a los acuerdos comerciales que ya existen bajo esa denominación y el merchandising ya elaborado. Además, existe el espíritu dentro del Comité Olímpico Internacional de mantener las nomenclaturas designadas. Estos serán los Juegos número 32. Tres de ellos no se realizaron aunque mantienen su nombre. “Un Juego Olímpico puede no celebrarse, pero su cifra permanece”, explicó el barón Pierre de Coubertin, inventor de los Juegos Modernos, cuando se estableció que Amberes 1920 fueran los séptimos Juegos pese a que los sextos, Berlín 1916, no se realizaron por la Primera Guerra Mundial.

EL PRIMER CAMBIO

La historia de los Juegos Olímpicos Modernos empezó en 1896 en Atenas de la mano de Pierre de Coubertin. Ocho años después, ya una decisión política cambio los planes de la realización. La Cuarta Sesión del Comité Olímpico Internacional en París designó en 1901 a Chicago como sede de los III Juegos Olímpicos en 1904, sin embargo, al año siguiente el presidente de Estados Unidos Theodore Rossevelt decidió cambiar la sede hacia San Luis. Eran los primeros Juegos fuera de Europa.

La razón fue la creciente amenaza de la que la Feria Universal -un evento que mostraba avances tecnológicos y expresiones de arte- también creara su propio evento deportivo si los Juegos no formaba parte de su calendario, como había ocurrido en París 1900. En 1904 San Luis acogió ambos eventos y pese a que fueron los primeros Juegos en entregar medallas de oro, plata y bronce, no llamaron la atención de los competidores extranjeros, llegaron apenas 42. Los eventos se realizaron a lo largo de cuatro meses, lo que hizo que los Juegos pasaran prácticamente desapercibidos.

LA NATURALEZA TAMBIÉN JUGÓ

En la Sexta Sesión del Comité Olímpico Internacional, en Londres en 1904, se designó a Roma como la sede de los IV Juegos Olímpicos en 1908. Dos años después, en noviembre de 1906 se oficializó a la ciudad inglesa como la nueva sede debido a la renuncia de la capital italiana.

El gobierno de Italia resignó ser sede de los Juegos debido a que la erupción del Volcán Vesubio destruyó Nápoles. Sus esfuerzos estarían concentrados en la reconstrucción de la ciudad del sur, por lo que decidieron no albergar el evento. Londres organizó en menos de un año sus primeros Juegos.

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LAS GUERRAS PARARON TODO

Berlín 1916

Berlín se preparaba para ser sede de los VI Juegos en 1916, pero la Gran Guerra, que estalló en julio de 1914 obligó a que se cancele la realización del certamen.

Pierre de Coubertin designó, en 1915, al Baron Godefroy de Blonay de Suiza como presidente interino del COI, ya que él se enlistó a la armada francesa para la guerra. Coubertin sentía que la institución no debía estar encabezada por un soldado. Luego, en 1917, regresó al puesto.

Finalizada la Guerra, los Juegos Olímpicos se reanudaron en Amberes. Para esta edición, los organizadores belgas decidieron no invitar a las naciones perdedoras de la Gran Guerra, como Alemania, Austria, Polonia, Hungría, Bulgaria y Turquía, además de la Unión Soviética.


Tokio-Helsinki

Para 1940, Tokio fue designada como la sede de los XII Juegos y su vecina Sapporo para los Juegos de Invierno del mismo año. Sin embargo, la Segunda Guerra Sino-Japonesa -entre China y el imperio japonés-, que se libró entre 1937 y 1945 obligó a las ciudades niponas a desistir de ser las sedes en 1938. Helsinki (Finlandia) y St. Moritz (Suiza), luego cambiada por Garmisch-Partenkirchen (Alemania), fueron sus reemplazantes, pero un año después explotó la Segunda Guerra Mundial, por lo que el COI decidió cancelar ambos eventos.

También se cancelaron Londres y Cortina d’Amezzo (Italia) 1944, ambas elegidas en 1939 para los Juegos de Verano e Invierno, respectivamente. La Segunda Guerra Mundial se extendió hasta 1945, por lo que los Juegos volvieron a celebrarse en 1948 en la ciudad británica de Londres, la misma que debía ser sede cuatro años antes. Para la edición de invierno, se designó a St. Moritz.


POR FIN TOKIO

En 1959, en la 56th Sesión del COI, Tokio fue nuevamente elegida para ser sede de unos Juegos, esta vez para los de 1964. Sin embargo, no estuvo ajena a algunas malas noticias, como la llegada del huracán Wilma. La amenaza de la naturaleza mantuvo en vilo el evento semanas antes de iniciarse, pero finalmente no sucedió.

Luego de casi 20 años de finalizada la Segunda Guerra Mundial, Japón demostró que estaba en franca recuperación y con un gesto le mostró al mundo un mensaje de supervivencia.

El encargado de encender la Llama Olímpica fue Yoshinori Sakai, un muchacho de 19 años que nació el 6 de agoto de 1945 en Hiroshima, el mismo día en el que en esta ciudad cayó una bomba atómica, escena que se repitió tres días después en Kagasaki.

Por primera vez una ciudad asiática recibió a los Juegos Olímpicos y Tokio se presentó a la altura con una inversión de 3 millones de dólares en ese momento, que en la actualidad sobrepasarían los 15 millones.

CON TEMORES, SIN DESCANSO

Desde que en 1944 se cancelara los Juegos por la Segunda Guerra, estos han sobrevivido a todo tipo de amenazas. Boicots políticos como en Moscú 1980 y su respuesta en Los Angeles 1984, atentados terroristas como los que se vieron en Múnich 1972-donde asesinaron a once miembros de la delegación de Israel, lo que obligó a no tener actividad durante un día y que algunos deportistas abandonaran el certamen-, y Atlanta 1996 – la explosión de una bomba en el Parque Olímpico que causó la muerte de dos personas y más de un centenar de heridos-, causaron grandes daños al corazón de los Juegos, pero no fueron causa para postergarlos o cambiar de fecha.

Lo más cercano que se vivió a lo que se vive hoy con la pandemia del COVID-19 fue apenas hace cuatro años, cuando el Zika atacó en más de 58 países y Brasil era uno de ellos. Los Juegos Río 2016 se vieron amenazados por este virus que se transmitía por la picadura de una especie de mosquito y de una persona infectada a otra.

Cerca de 150 académicos escribieron una carta abierta a la Organización Mundial de la Salud pidieron que se posterguen los Juegos, ya que Río era la segunda ciudad con más infectados en Brasil, entre otras razones.

Sin embargo, los Juegos se realizaron sin problemas con Zika. La organización informó que de las 8.651 –la cuarta parte extranjeros- personas atendidas en los centros hospitalarios de Río durante los Juegos, ninguna presentó síntomas de Zika.

Así llegamos a Tokio 2020, el cual se ha tenido que posponer hasta el 2021 debido al COVID-19, un virus que afecta a más de 200 países del mundo y que en la ciudad japonesa tiene a más de 1140 casos y 40 fallecidos.

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