Alfredo Bryce Echenique es su ironía, sus anécdotas, su sentido del humor, sus anteojos redondos, San Isidro, el Country Club, Lima, La Punta y las calles de París. A sus 81 años, el escritor peruano es un hombre que se describe solo y que ha marcado la literatura contemporánea con un estilo muy propio.
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El 30 de abril del 2019 se puso a la venta de su último libro. “Permiso para retirarme” es el tercer volumen de sus “antimemorias” compuestas por los títulos “Permiso para vivir” (1993) y “Permiso para sentir” (2005). Por aquel entonces realizó algunos viajes en una especie de gira bautizada como “Despedida Literaria” en la cual visitará Argentina, Chile, Colombia y México.
Con una agenda dividida entre conversaciones con periodistas y reuniones con amigos, nos recibió en su departamento de San Isidro para conversar sobre su próxima publicación. “Son gajes del oficio”, nos dijo esbozando una sonrisa.
¿Qué es exactamente una antimemoria?
La palabra viene del escritor y político francés André Malraux. Él escribió un volumen que se llama Antimemorias. Él dice y afirma que las antimemorias se deben a que ya no se pueden escribir memorias porque la memoria ha sido superada por el psicoanálisis. De allí he tomado yo la idea.
En algún momento, Bryce Echenique dijo que el nombre de su último libro sería “Arrabal de senectud”, título tomado de las coplas de Jorge Manrique. Al final, se animó a cambiarlo porque el concepto le parecía “muy dramático y triste”. En referencia a su obra actual señaló: “Como ya es el último libro que escribo, creo yo, me pareció el título más acertado. 'Arrabal de senectud' he podido usarlo de subtítulo, la verdad no lo sé. Se me pasó, se me pasó”.
¿Cuál fue el proceso que siguió para escoger qué poner y qué no poner en estas páginas?
Fue algo muy natural. Realmente es una cosa que se ha venido sola, una idea tras otra ha surgido al momento y en el momento mismo yo las he escrito para trasmitir la sensación de que se está leyendo un libro muy familiar, muy íntimo, muy sincero y pues, lograrlo ha sido mi intención.
Esa intimidad y sinceridad se podrían asociar con el proceso en que se escribió el libro, usted ha dictado, ha sido casi como una conversación.
Sí, lo he dictado.
¿Cómo fue el proceso?
Ha sido la primera vez (que trabajo con la computadora). Yo he sido siempre muy tembleque y esto se ha agudizado con el tiempo, no podía escribir tranquilamente. Primero empecé a dictarle a la computadora, pero el invento de este aparato no está perfeccionado. Decías punto y coma, y [la máquina] escribía punto y coma. Entonces yo desistí y busqué a una persona para dictar.
¿Cree usted que será su último libro?
Yo creo que sí.
¿Ha sido difícil tomar la decisión?
No, ha sido fácil. En ningún momento he pensado que sería mejor no decir todo lo que he dicho. Yo lo siento así.
El hecho que el autor de 'Un mundo para Julius' pida su retiro, literariamente hablando, no significa que se va a mantener al margen de los círculos literarios. “Yo creo que si me piden ir a alguna presentación pública o a alguna feria del libro, iría encantado”, reflexiona. “(La idea) de pedir permiso de retirarme para no escribir ha sido una decisión personal. Bueno pues, hay que parar el carro”. “A veces es bueno darse cuenta”, reflexiona.
En las páginas de 'Permiso para retirarme' se cuentan varias experiencias y se habla de todo y casi todo: de amigos, amores y situaciones diversas. “Yo lo he escrito con mucha tranquilidad, serenidad y sin pena de que sea el último”, nos dijo.
¿Qué es lo más memorable que se ha escrito en esas páginas?
¿Lo más memorable? Pues, la evocación de una serie de personas que conocí cuando era muchacho.
La presentación de su libro incluye La Punta, que es para usted un lugar bastante memorable.
La Punta es un lugar que yo quiero mucho. Voy cada día más a La Punta porque ahí transcurrieron mis veranos de niño. Ahí pasaba los veranos hasta que me fui del Perú y, cuando venía a Lima de visita, siempre me iba a La Punta unos días. En los últimos años también alquilaba un lindo departamento con vista al mar y trabajaba allí, no me iba por cuatro o cinco meses y escribía y era feliz. Incluso he pedido que al morirme tiren mis cenizas al mar de La Punta, a la playa Cantolao. Sí, siempre ha sido, para mí, un lugar muy idílico.
¿Qué piensa de la política? Vemos que algunos presidentes están envueltos en temas judiciales…
Sí pues. Realmente es curioso y es increíble que los presidentes peruanos, todos los presidentes de los últimos años, estén de alguna forma en el candelero. Son todos, uno tras otro, y la verdad es deplorable que se haya llegado a esos extremos, es un fenómeno. Bueno, es la corrupción pura y dura. Y son Humala, García, y, ahora Kuczynski, todo un escaparate de monstruos, de seres abominables, realmente.
Sobre lo ocurrido en Notre Dame, en Francia, ¿desde aquí que sintió? Usted tiene una relación estrecha con París, con sus calles, sus parques y su patrimonio.
En efecto. Yo en una época trabajé en un colegio que quedaba en el barrio Le Marais y para llegar de mi casa al trabajo pasaba por Notre Dame. Todos los días durante cuatro años más o menos. Me era muy familiar. Lo que ha pasado es espantoso, espantoso. Felizmente dicen que se va a arreglar y que va a quedar igual.
De todos los libros publicados, ¿a cuál le tienes más afecto?
De lejos a 'Tantas Veces Pedro'. Tal vez por el tema, me pareció el más osado, el emocionalmente más difícil de escribir.
'Tantas veces Pedro', fue la segunda novela del escritor peruano. La obra fue publicada en 1977 y el título pensado por el autor fue: “La pasión según San Pedro Balbuena, que fue tantas veces Pedro, y que nunca pudo negar a nadie”. Claramente, por temas editoriales tuvo que acortar el nombre. Para Alfredo Bryce, el proceso de escritura fue “una cosa muy especial” que ocurrió entre julio y setiembre de 1976 en el Puerto de Fornells, una isla de Menorca.
“Escribía durante el día y cuando terminaba, en la noche, iba a comer algo a un bar. Llegaba, pues, aturdido por la cantidad de horas de trabajo y de aislamiento. Prácticamente me tropezaba con las mesas al entrar. ¡Escoger tontamente una mesa, cuando todas estaban libres! Y un día el dueño me dijo: 'señor Bryce, es el cliente más raro que he tenido en mi vida. Llega borracho, toma sus copas y se va sobrio'. Era que llegaba tambaleando de tanto escribir”, explicó entre risas.
Por estos días a Bryce Echenique le da por pensar un poco en la cantidad de libros escritos. Con este nuevo título serían 29 sus obras publicadas. “Siempre quise llegar a 30, quizá si hacemos bien el cálculo llego”, dijo.
Ahora que está pidiendo retirarse, ¿cómo es que va a pasar sus días?
¿Cómo voy a pasar mis días? Entre amigos, lógicamente. Viajando un poco, ajá, siempre he sido muy viajero y trataré de mantener el ritmo.
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