Probeta
Probeta
Ana Núñez

El primer ‘pecado’ del que se acusó públicamente a Luis Noriega Hoces fue el de realizar una ecografía intravaginal. Eran mediados de los 80 y el ginecólogo, de entonces 34 años, trajo al Perú la primera máquina capaz de diagnosticar desde el interior del útero de la mujer todo lo que hasta entonces se trataba de descubrir a ciegas y al tacto. Horror. Para un sector de la sociedad limeña, semejante ‘transgresión’, la de introducir un frío instrumento con forma fálica entre las piernas de una dama, solo podía tratarse de un pecado.

Tres años después, a fines de 1989, Noriega cometería el ‘pecado’ por el cual ese mismo sector lo acusaría de jugar a ser Dios y hasta le dirían que sería excomulgado de la Iglesia. Junto a los doctores Ladislao Prazak y Guillermo Llerena, el ginecólogo realizó con éxito la primera fertilización in vitro en nuestro país, un procedimiento que a nivel mundial se había logrado por primera vez en Inglaterra, en julio de 1978. Es decir, 11 años antes. Como dice el propio Noriega, “lamentablemente, a veces las sociedades no van de acuerdo al avance de la ciencia”. 

Incluso ahora, a mediados del año 2018 y en pleno siglo XXI, las voces detractoras no han cesado por completo. Sin embargo, es absolutamente claro que para una mujer no hay examen ginecológico completo sin una ecografía intravaginal, como obvio es que gracias a la reproducción asistida se ha podido dar ayuda a personas con problemas de fertilidad que desean fervientemente ser padres. Y ojo que no hablamos de un grupo reducido de peruanos: en nuestro país se estima que un 10% de la población es infértil y que aproximadamente tres millones de personas tienen algún tipo de problema relacionado con ello. 

“A mis 66 años, lo último a lo que le tengo temor es a la crítica, porque creo que lo que he hecho en mi vida es correcto y adecuado. Ser el pionero no solo trae reconocimientos, te da también mucha responsabilidad y críticas, porque vas abriendo trocha en el campo. Todo tiene un costo, pero ese costo lo aceptamos con tranquilidad”, dice el doctor Noriega.  

La historia de la victoria
Victoria, quien fuera la primera ‘bebé probeta’ de nuestro país, cumplirá 28 años en agosto de este año. Esta joven, que ya es madre de dos pequeños, ha preferido mantenerse siempre en el anonimato. Pero su historia, como parte de los más importantes avances científicos de nuestro país, es contada por sus protagonistas.

A fines de 1989, el Perú se encontraba a la zaga de todos los avances científicos referidos a reproducción asistida en la región. Brasil, Argentina, Colombia, Chile y Venezuela ya habían hecho el procedimiento de fertilización in vitro, pero en el nuestro a lo más que se llegaba era a poner el esperma del padre en una copita y luego, el día de la ovulación de la mujer, poner la copita con el esperma en la vagina de la potencial madre. Recordar esto es, para el fundador de la clínica Concebir, como echar una mirada a la prehistoria. “Como voltear al pasado y ver el carrito de los Picapiedra”, dice a modo de broma. 

Si en otros países habían podido hacer el procedimiento de fertilización in vitro, pensó Noriega Hoces, por qué acá no se podría hacer. Así que el ginecólogo se juntó con el biólogo Guillermo Llerena y con el doctor Ladislao Prazak para hacer un trabajo en equipo.  

“Yo tenía 36 años; quizá ahora soy mucho más cauto, pero agradezco en ese momento el ímpetu de la juventud. Al final, siempre he pensado que el éxito en la vida no está en tener la mejor capacidad técnica o táctica o física, sino en tener la voluntad de hacer las cosas”, recuerda.  

Noriega, Prazak y Llerena lograron la hazaña. El procedimiento se realizó en el Instituto de Ginecología y Reproducción (hoy Concebir), ubicado en ese entonces en la Clínica Santa Isabel, y nueve meses después, en agosto de 1990, “con 3 kilos 500 gramos y 52 centímetros de estatura” nació Victoria. 

Puntos de controversia
Durante los 40 años que han transcurrido desde el primer procedimiento de fertilización in vitro varios son los puntos que han generado controversia, aunque son cuestionamientos básicamente de índole religioso. Uno de ellos, por ejemplo, está referido al uso y desuso de los embriones que durante el procedimiento son considerados anormales. Sobre este tema, Noriega indica que ya que en el Perú no hay una ley que regule este tema, para que no haya ningún problema en Concebir se conservan los embriones que se descartan. 

Por otro lado, aunque hace 10 años se realizaron investigaciones para determinar la propensión de los llamados ‘bebés probeta’ a padecer determinadas enfermedades, varios estudios importantes han determinado ya que “los niños que nacen gracias a las técnicas de fertilización in vitro no tienen más complicaciones que los concebidos de forma natural”. La cita corresponde a uno de los trabajos más grandes al respecto, publicado el año 2015 en Human Reproduction. En él se revisaron los datos de más de 92 mil niños en Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia. La investigación concluye que, a pesar de que ha habido un incremento en el uso de las técnicas de reproducción asistida en los últimos 20 años, sus resultados en salud son similares a los de los concebidos de forma natural. 

Para el 2018, según se puso en manifiesto en el congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología, 40 años después del nacimiento de la primera ‘bebé probeta’ del mundo, más de 8 millones de niños han nacido por fecundación in vitro y otros tratamientos avanzados de fertilidad. 

En el Perú, Noriega es ‘culpable’ de por lo menos 10 mil concepciones.

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