Por uno de los pasillos del Hospital Nacional Alberto Sabogal Sologuren, entre globos y vítores, un paciente en silla de ruedas celebraba junto al personal médico su victoria frente al COVID-19. En sus manos sujetaba un pequeño cartel que decía: “Gracias, Wayrachi”.
Daniel Akamine, Fernando Sato y Camilo Parra todavía se conmueven al ver esa escena en redes sociales. Nunca esperaron que el dispositivo que decidieron fabricar y donar para ayudar a combatir la pandemia fuese capaz de salvar vidas.
–Wayrachi–
Fue a inicios de abril que estos tres amigos –que se conocieron estudiando Ingeniería Mecánica– leyeron sobre un regulador de oxígeno rediseñado para facilitar la respiración en pacientes con COVID-19. Se informaron al respecto y decidieron solicitar los planos, desarrollados por la University College of London y la compañía Mercedes AMG High Performance Powertrains.
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“Nos llegaron los planos, los estudiamos y vimos que era algo que nosotros podíamos fabricar. Hicimos 20 prototipos con la intención de donarlos a los hospitales. Contactamos con varios doctores, pero ninguno nos prestaba atención”, recuerda Akamine. Sin embargo, las cosas cambiaron cuando conocieron al doctor Enrique Durand, jefe del Departamento de Cuidados Críticos del hospital Guillermo Almenara. El especialista vio el potencial del aparato como una alternativa de soporte ventilatorio para evitar que el paciente empeore y sea conectado a un ventilador mecánico.
Durand bautizó al dispositivo como Wayrachi, palabra quechua que en español significa ventear, hacer aire fuerte. Hasta la fecha, Sato, Akamine y Parra han fabricado más de 500 ejemplares, los cuales ya son empleados en los hospitales más grandes de Lima.
–Opinión médica–
El 20% de los pacientes con COVID-19 va a desarrollar compromiso pulmonar. Cuando el afectado presenta una insuficiencia respiratoria muy grave, la velocidad con la cual le llega el oxígeno resulta ser muy baja para la velocidad con la cual respira. Esa diferencia puede desencadenar lesiones pulmonares.
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El Wayrachi es un sistema de alto flujo que permite dar altas concentraciones de oxígeno –a una velocidad de 60 a 70 mililitros por segundo– para regular la frecuencia respiratoria y puede ayudar con la oxigenación.
“Con el Wayrachi, u otro dispositivo de alto flujo, debo ver que el paciente estabiliza la falla pulmonar, mejora el trabajo respiratorio y la oxigenación”, explica Rosa Luz López, jefa del Servicio de Cuidados Intensivos del Almenara.
“Si no hubiera este tipo de sistemas, probablemente todos los pacientes que se recuperaron gracias al Wayrachi hubieran requerido un ventilador mecánico. Y nosotros sabemos que en este momento no es posible dar ese soporte a todos los pacientes. [...] El Wayrachi ha sido un salvador”, recalca la especialista.
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No obstante, tiene limitaciones. El Wayrachi solo puede emplearse en un ambiente hospitalario porque requiere un flujo constante de oxígeno.
Sato, Akamine y Parra quieren fabricar más Wayrachis y donarlos a más centros de salud, pero son conscientes de que dependen de la capacidad de oxígeno en el país.
“Necesitamos que todos los hospitales tengan oxígeno, sin oxígeno disponible, por más que tengan muchos Wayrachis, no salvarán ninguna vida. Se tiene que trabajar paralelamente en la entrega de Wayrachis y en el tema del oxígeno”, subraya Parra.
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