Para los investigadores, los sistemas educativos deben adaptarse sin caer en la imitación de las máquinas.
Para los investigadores, los sistemas educativos deben adaptarse sin caer en la imitación de las máquinas.
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La se ha convertido en una herramienta cotidiana para los estudiantes británicos, pero los investigadores de la Universidad de Oxford advierten que su uso podría estar transformando no solo su manera de aprender, sino también su forma de pensar.

Un informe publicado por , basado en una encuesta a 2.000 adolescentes de entre 13 y 18 años, reveló que ocho de cada diez estudiantes utilizan herramientas de IA para sus tareas escolares. Casi el mismo número recurre a ellas para resolver deberes y buscar respuestas rápidas.

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Alicia Rojas
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Los jóvenes reconocen que la IA les permite “pensar más rápido” y encontrar soluciones a problemas complejos. Sin embargo, los investigadores advierten que esa agilidad mental podría tener un costo: el debilitamiento del pensamiento profundo e independiente.

“Los alumnos de hoy piensan junto con las máquinas. Ganan fluidez y velocidad, pero a veces pierden la pausa necesaria para cuestionar y reflexionar por sí mismos”, explicó Erika Galea, directora del Educational Neuroscience Hub Europe y coautora del estudio. “El verdadero reto no es dominar la tecnología, sino salvaguardar la profundidad del pensamiento humano en la era de la cognición sintética.

Esa “cognición sintética” describe un tipo de pensamiento híbrido entre humano y algorítmico, propio de lo que Oxford llama “la generación nativa de la IA”: adolescentes que han crecido aprendiendo con ChatGPT, buscadores automáticos y sistemas predictivos.

El estudio muestra una paradoja: el 90% de los encuestados afirma que la IA les ha ayudado a mejorar alguna habilidad académica, pero seis de cada diez reconocen que también ha tenido efectos negativos. Uno de cada cuatro considera que el aprendizaje se ha vuelto “demasiado fácil” y un 10% dice haber perdido creatividad o pensamiento crítico.

“Me he vuelto dependiente de ella”, confesó un alumno de 13 años en la encuesta. Muchos estudiantes también sienten que sus profesores no están preparados para guiarlos: uno de cada tres percibe inseguridad en el uso de la IA en clase y más de la mitad pide orientación sobre su uso responsable.

Otra consecuencia de la introducción de la IA en al aula es que menos de la mitad del alumnado británico (47 %) se siente seguro al identificar información precisa generada por IA. Mientras que un tercio (32%) afirmó que no puede determinar si el contenido de IA es verdadero, mientras que una quinta parte (21%) no estaba segura.

Para los investigadores, los sistemas educativos deben adaptarse sin caer en la imitación de las máquinas. “La IA ha cambiado cómo aprendemos, pero no por qué aprendemos”, sostiene la profesora Olga Sayer, coautora del libro Generation Alpha in the Classroom. “El objetivo sigue siendo el mismo: pensar de forma independiente y creativa, y crecer como persona”.

Oxford propone incorporar la alfabetización en inteligencia artificial en los currículos escolares, junto con programas que fomenten la metacognición y apoyen a los docentes. La meta, dicen, es equilibrar la velocidad con la reflexión, para que los estudiantes no solo piensen más rápido, sino también más profundamente.

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