Enrique Planas

Empezó a pintar aquellas formas abstractas de manera intuitiva. Su propósito nació un día en la playa, hablando con su madre: recordó la pared vacía de su departamento y decidió pintar un cuadro. Así, a partir de ese vacío y de ese deseo, empezó a trazar líneas y formas geométricas. Nunca antes había pintado abstractos. Formada como diseñadora gráfica, sabía ilustrado cuentos para niños y pintar cuadros figurativos, jugando con el surrealismo. Pero esta vez decidió enfocarse en su interés por la forma, la proporción, el balance y la precisión.

LEE TAMBIÉN | Cuando El Comercio le corrigió la plana a Julio Verne

Parte de una familia de arquitectos, lo primero que Camila Rodrigo Aramburú recordó fueron las líneas limpias en los diseños firmados por su abuelo y su padre, dispersos por la casa familiar. Luego volvió al recuerdo de la playa donde surgió su idea de pintar así como sus paseos por La Punta cuando era chica. Hasta hoy recoge y colecciona piedritas cuando recorre la orilla con sus hijos. Entonces fijó su atención en la textura y los colores del canto rodado. Y se dejó guiar.

Así surge la serie de pinturas que forma la muestra “La forma resignificada”, que la artista limeña inaugura este 9 de abril en La Galería de San Isidro. Composiciones minimalistas sugieren paisajes íntimos y una atenta investigación en la materia.

—La libertad del taller propio—

Rodrigo radica en Las Condes, verde y acomodado distrito de la capital chilena. Allí tiene su estudio, el espacio de trabajo y de retiro donde sus primeros cuadros se fueron transformando en algo más profundo. De 8:30 a.m. a 3 p.m., con los hijos en el colegio, ella se siente libre. No responde llamadas ni escribe por WhatsApp. Y en ese silencio empezó a descubrir lo que había detrás de esas formas y apagados colores. Para ella, experimentar es el camino del descubrimiento.

Composiciones minimalistas sugieren paisajes íntimos y una atenta investigación en la materia. (Foto: Camila Rodrigo Aramburú)
Composiciones minimalistas sugieren paisajes íntimos y una atenta investigación en la materia. (Foto: Camila Rodrigo Aramburú)

“Después de pasar tiempo en el taller, mirando los cuadros en soledad, empiezas a pensar lo que hay detrás de lo que pintas. Empecé a pintar como yo veía la vida”, afirma.

Para la pintora, las piedras son una metáfora del lastre vital, formas que se convierten en cargas e imposiciones que ella detesta y de las que intenta liberarse. Y la libertad que le da el taller es lo más parecido a como imaginaba la vida de niña: libre, sin las exigencias del mundo adulto.

  • Lugar: La Galería. Conde de la Monclova 255, San Isidro.
  • Inauguración: miércoles 9 de abril, 7 p.m.
  • Temporada: hasta el 10 de mayo.
  • Ingreso: libre.

Contenido Sugerido

Contenido GEC