Seis estudiantes de diferentes universidades nacionales exigen que en sus centros de estudios se apruebe un protocolo para denunciar el acoso y hostigamiento sexual. (Foto: Alessandro Currarino/ El Comercio)
Seis estudiantes de diferentes universidades nacionales exigen que en sus centros de estudios se apruebe un protocolo para denunciar el acoso y hostigamiento sexual. (Foto: Alessandro Currarino/ El Comercio)
Ana Briceño

En el aula 27 de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, lejos del barullo de fin de ciclo, Lezly Carrasco confiesa a cinco estudiantes de diferentes universidades, sentadas a su alrededor, que un compañero de clases la violó en febrero de este año.

Su voz tiembla cuando evoca el momento en que suplicó apoyo a las autoridades de la Universidad Nacional del Callao –donde estudia el noveno ciclo de Ingeniería de Alimentos– para que expulsaran a su atacante, pero no hicieron nada.

“Me sentí tan sola, dijeron que se presumía la inocencia de él. Es horrible ver a tu violador en el mismo salón de clase”, dice sin poder contener el llanto. Las estudiantes que la escuchan le dan aliento, pero a la vez se secan las lágrimas.

Lezly, de 25 años, contó en su cuenta de Facebook la violación que sufrió en la casa de quien ella creía su amigo y, desde entonces, recibe mensajes de alumnas, de otras universidades, que también fueron violadas por compañeros de estudios pero que no denunciaron por vergüenza.

El Ministerio Público investiga el caso de Lezly. El presunto violador está en libertad. El Comercio buscó la versión de la universidad, pero no respondieron nuestro pedido.

–Echadas a su suerte–
El profesor y periodista Julio Alegría Cueto fue encarcelado la semana pasada acusado de intentar violar en un hotel a una alumna a quien enseñaba Periodismo Deportivo, en la Universidad de San Martín de Porres. “Me chantajeaba con mis notas. Me tocó en varios momentos y me obligó a hacerle sexo oral”, declaró la estudiante de 19 años a la policía.

La tía de la alumna dice que la joven no supo tal vez en qué oficina de la universidad denunciar a su agresor. “En la calle se encontró felizmente con un policía y llorando le contó que el profesor la había citado. Armaron un operativo y lo capturaron. Ahora está en terapia psicológica”, cuenta.

Alegría sostiene en su defensa que mantenía una relación sentimental con la estudiante, pero sus demás alumnas lo desmienten y lo acusan, más bien, de ser un acosador.

Según la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu), en lo que va del 2018 [no hay cifras de años anteriores] hay siete denuncias contra profesores por acoso sexual en universidades del país. La cifra sería superior si se tomaran en cuenta los casos que no son denunciados.

Las seis alumnas reunidas en el aula son de las universidades San Marcos, Federico Villarreal, Agraria y Callao. Todas exigen que se aprueben protocolos contra el acoso sexual en sus casas de estudios.

Según la Ley Universitaria, un profesor será destituido si “realiza conductas de hostigamiento sexual”. En la práctica, esto no se cumple. “Había un profesor de Filosofía que preguntaba a las alumnas por su vida sexual, se presentó una queja ante la unidad de bienestar de la facultad y no pasó nada. No hay un organismo que investigue y sancione”, sostiene Rebeca Zedano, subsecretaria de género de la Federación de Estudiantes de la San Marcos.

En diciembre del 2017, una estudiante de Ingeniería Química de esta universidad fue atacada con un cuchillo dentro de un baño por un ex alumno que días atrás había asesinado a un sanmarquino en la Facultad de Psicología.

“Un profesor de Antropología intentó abusar de una compañera, ella lo denunció con apoyo de una docente, pero no se logró nada porque tenía el Consejo Universitario a su favor”, denuncia Nathali Acuña, de Ciencias Sociales.

Juan Mendoza, economista denunciado por agredir física y psicológicamente a la periodista Lorena Álvarez, enseña en esta universidad.

Ana Ramón, de la Universidad Federico Villarreal, cuenta cómo un profesor toca los hombros de las alumnas cada vez que pasa por sus sitios y que otro docente les dice que ha estudiado veterinaria y que por eso puede entenderlas.

La vicerrectora de San Marcos, Elizabeth Canales, resalta que no hay ninguna denuncia por acoso sexual dentro de la universidad. “Puede ser que no hay denuncias porque las chicas no saben dónde denunciar o porque no se investiga como es debido, pero ya estamos trabajando en un protocolo y en cada facultad hay campañas para denunciar el acoso”, refiere.

Al terminar sus estudios de Medicina con las mejores notas, Rosa Canales decidió especializarse en cirugía abdominal en la Universidad Cayetano Heredia. Ha denunciado ante el Ministerio Público a dos docentes por haberla hostigado sexualmente. “Me invitaban a salir, a tomar y uno intentó besarme a la fuerza”, relata. Hace unos días alguien la amenazó con quemarla a través de un mensaje escrito.

–En la otra orilla–
La Pontificia Universidad Católica del Perú es la única que cuenta con un protocolo para investigar casos de acoso y hostigamiento sexual. “En dos años de formada la comisión contra el hostigamiento sexual se han recibido 27 denuncias. Cuatro docentes y un predocente fueron despedidos de la universidad”, dice María Fernández, abogada y miembro de la comisión.

También han expulsado a alumnos implicados en denuncias de agresión sexual contra estudiantes. “A través del testimonio de la víctima y medios probatorios separamos estudiantes”, resalta.
Una alerta de riesgo, dice, es cuando un profesor cita fuera de la universidad a una estudiante para darle una asesoría. “Entre el docente y la alumna hay relación de poder. El acoso se evidencia cuando el profesor intenta acercarse a la estudiante y si es rechazado la sanciona con las notas o la favorece porque accede”, indica.
Una constante es que las alumnas denuncian al profesor cuando terminan el semestre. “Es el miedo a ser jaladas”, dice Fernández. Pero de a pocos el temor se va perdiendo.

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