La actriz estadounidense Judy Garland en Paris, el 29 de septiembre de 1960. Ella se convirtió en una estrella juvenil enn "Broadway Melody" (1938) y "El mago de Oz" (1939).
La actriz estadounidense Judy Garland en Paris, el 29 de septiembre de 1960. Ella se convirtió en una estrella juvenil enn "Broadway Melody" (1938) y "El mago de Oz" (1939).
/ AFP

no recibió este honor durante su vida, pero estoy segura de que este momento es parte de su legado y a su generosidad de espíritu”, dijo Renée Zellweger en febrero del 2020, al ganar el Oscar a Mejor Actriz por su trabajo en “Judy”, el biopic de la protagonista de “El mago de Oz” (1939). “Judy Garland es una de esos héroes que nos unen y nos definen. Esto es para usted, muchísimas gracias y buenas noches”, concluyó la actriz, quien no cumplía aún los dos meses de edad cuando, en junio de 1969, la también madre de Liza Minelli perdía la vida a causa de una sobredosis de medicamentos. Acababa de cumplir 47 años, pero las adicciones la hacían representar mucha más edad. Quizás, la mayor paradoja de aquel Oscar no sea que Zellweger ganara un premio que a Garland se le negó en vida, sino que lo obtuviera por interpretar un papel que a Judy la había hartado desde mucho tiempo antes del final. De hecho, es muy probable que ese hartazgo lo haya precipitado.

Pero Judy no era solo Dorothy, la joven que, envuelta en un tornado, se aleja junto a su perro Toto de la tranquilidad de su granja en Kansas, a pesar de que en su camino también se hayan atravesado espantapájaros, hombres de hojalata o leones cobardes. Por supuesto, lo que en la película que la lanzó a la fama era compañía leal y positiva, perdía esas propiedades fuera del ámbito cinematográfico. Judy hubiera querido vivir su propia Rosa púrpura del Cairo: como en el filme de Woody Allen, sería más feliz si no tuviera que salir de la pantalla.

Judy Garland entregó otros personajes memorables, a pesar de que el tiempo –y la caprichosa selección de las apps de streaming- parezca meter aquellos filmes en un baúl. En 1944, protagonizó el romántico musical “Meet Me in San Luis”, dirigido por Vincente Minelli, quien se enamoraría de ella y, dos años más tarde, se convertiría en padre de Liza. Al año siguiente protagoniza The Clock, drama romántico en el que interpreta a una chica que tiene solo un día para pasar al lado de su amor, un joven soldado que parte hacia la guerra. En 1961 ofrecería su última gran actuación en El Juicio de Nuremberg, como una víctima del nazismo. En1948, mientras filmaba The Pirate, otro de los títulos importantes de su filmografía, sufriría un colapso nervioso y sería ingresada en una clínica siquiátrica. Por esos días tendría su primer intento de suicidio, cortándose las muñecas, y su relación con la morfina se haría notoria. Solo tiene 26 años, protagoniza afiches y portadas de revistas, es admirada por millones, pero su vida ya parece destrozada.

“Hollywood es un lugar extraño si estás en problemas –dijo alguna vez-. Todo el mundo piensa que es contagioso”.

Adiós Ethel, hola Judy

Judy no fue, al contrario de otros artistas, dueña de un apetito autodestructivo que la inclinaba al mal desde joven. Judy era, más bien, víctima de la explotación juvenil que la MGM, el estudio para el que trabajó durante más de 15 años, ejercía sobre ella. Una tutela opresiva, liderada por Louis B. Mayer, que la obligaba a reemplazar comidas por cigarrillos, anfetaminas y barbitúricos para nunca parar de trabajar, ergo, para que la maquinita de dinero que funcionaba gracias a sus taquilleras películas no se detenga nunca. Además, le era casi prohibido tener una vida propia y relaciones reales con las personas fuera de los sets de grabación. La escena inicial de “Judy”, el filme protagonizado por Renée Zellweger, nos resume esta etapa, cuando la actriz, siendo aún adolescente, le pide a Mayer, casi como un ruego, en medio de las grabaciones de El mago de Oz, “un poco más de tiempo” para sí misma, a lo que el todopoderoso ejecutivo responde, frío: ¿Tiempo? ¿Para qué?

En el ascenso vertiginoso de una carrera cinematográfica en la que destacaba como actriz y cantante, Frances Ethel Gumm no solo había perdido el nombre con el que la bautizaron sus padres al nacer, un 10 de junio de 1922, sino también su propia vida y libertad. La clásico historia de Fausto, pero no necesariamente decidido por ella.

Quizás por eso, ya adulta, recordaba con extraña nostalgia: “Nací a la edad de 12 años en un lote de la Metro-Goldwyn-Mayer”.

Nace una estrella

De entre todos los papeles de Judy, el de Dorothy Gale es el más famoso, pero no aquel con el que más se identifica la propia actriz. Ese lugar lo tiene A Star is Born, el drama musical que hizo en 1954, cuando su propia vida ya no estaba para cantos o bailes, a pesar de que los seguía haciendo para sobrevivir. El filme es una antigua versión de la historia que, el 2018, protagonizaran Lady Gaga y Bradley Cooper. Él, un artista en decadencia; ella, una en ascenso. Ambos encuentran sus caminos a través del amor y de la música en una historia marcada por el abuso de alcohol.

Garland es Esther Blodgett/Vicki Lester, una camarera que llega al estrellato gracias a su talento y al apoyo de un ya consagrado Norman Maine, que más pronto que tarde se convertirá en alcohólico. A pesar de que Frank Sinatra o Cary Grant fueron considerados para el personaje, Maine fue interpretado, finalmente, por James Mason. Parecía, sin embargo, más un trasunto de Garland, quien sucumbía a las adicciones que arrastraba desde la juventud: pastillas y alcohol. Al principio del rodaje demostró un comportamiento ejemplar, pero la situación no duró mucho. Pronto empezó a llegar tarde, luego a ausentarse algunos días, para finalmente tomar semanas de pausa. Constantes malestares y la fragilidad que estos le ocasionaban, le impedían trabajar. Logró, a pesar de todo, su actuación más consagratoria.

Considerada favorita para el Oscar de 1955, Garland no asistió a la ceremonia porque estaba a punto de dar a luz a su tercer hijo, Joey, el único varón. Las cámaras y los periodistas la rodeaban en el hospital, a la espera de que diera su discurso de agradecimiento por el premio, al mismo tiempo que volvía a ser madre. Sin embargo, contra todo pronóstico, la ganadora ese año del Oscar a Mejor Actriz fue Grace Kelly, otra protagonista marcada por un sino trágico. A Judy le costó mucho superar el trauma de no haber ganado el premio en un personaje para el que había sacrificado tanto.

Más allá del arcoíris

La conocida revista gay The Advocate llamó alguna vez a Judy Garland “la Elvis de los gays”. Pero esto no ocurrió solo tras su fallecimiento. En 1967, tras una actuación en el Palace Theatre de Nueva York, la revista Time destacó que parte importante de su público era LGBTQ+. Es natural que entonces y ahora, muchos se pregunten ¿por qué? Tras aquel mismo show, un crítico de Esquire intentó una respuesta: “Los homosexuales tienden a identificarse con el sufrimiento. Son un grupo perseguido y entienden el sufrimiento. Y Garland también”.

Citado para una nota de la BBC, el historiador de cine queer Jack Babuscio, sostiene que son cuatro pilares los que sostienen la personalidad pública de Judy Garland: ironía, esteticismo, teatralidad y humor. La historia de su vida, dice Babuscio, es prácticamente un modelo para nuestra comprensión moderna de lo que hace a un icono gay.

Liza Minelli, la más célebre de sus hijos, ganó el Oscar en 1972 por Cabaret, película gracias a la cual recogió el legado humano y progresista de su madre. “Me siento muy halagada, es un honor para mí que los gays me hayan escogido y que sigan mi carrera”, declaró el 2009 al diario argentino Página 12.

“Quería creer e hice todo lo posible por creer en el arco iris que traté de superar y no pude –recordó Garland alguna vez-. ¿Y qué? Mucha gente no puede...”

Parece que esto no es Kansas

“Cuando has vivido la vida que yo he vivido –reflexionó, cerca del abrupto final de su vida- cuando has amado y sufrido, y has estado locamente feliz y desesperadamente triste... bueno, ahí es cuando te das cuenta de que nunca podrás dejarlo todo. Quizás prefieras morir primero”.

A su funeral asistieron más de 20 mil personas. El vestido de cuadros blancos y azules que usó en El Mago de Oz estuvo a punto de subastarse por un millón de dólares, hace solo un mes. Los zapatos rojos de lentejuelas que usó en el mismo filme están tazados en unos 3 millones. La película Judy recaudó casi 40 millones de dólares. Judy Garland, sin embargo, tenía apenas unos pocos dólares ahorrados cuando falleció, el 22 de junio de 1969. Es la triste comprobación de que algunos actores, por más talentosos, queridos y respetados que sean por sus seguidores, valen para Hollywood más muertos, que vivos. Paradojas de la vida, poco menos de un mes después, el hombre llegaría a la luna, somewhere over the rainbow

Incluso en este momento, Judy Garland podría volver a preguntarse: “Si soy una leyenda, ¿por qué estoy tan sola?”

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